Los cardenales buscan un candidato continuista, pero innovador en doctrina moral
La Iglesia se plantea una nueva evangelización de Europa y la lucha contra la secularizació n
Será porque la perspectiva de los casi 27 años transcurridos simplifica el análisis, pero lo cierto es que vista desde hoy, la tarea de los 111 cardenales que eligieron el 16 de octubre de 1978 a un desconocido cardenal polaco, parece casi fácil. El objetivo de la Iglesia era recuperar para la fe naciones enteras aprisionadas por el poder soviético, que se agrietaba por momentos. Pero el problema para los 115 cardenales que entrarán mañana en la Capilla Sixtina es que, como asegura el vaticanista estadounidense John Allen, "ni siquiera hay una cuestión clave a la que la Iglesia deba dar una respuesta".
Los asuntos son muchos, pero ninguno destaca de forma clara sobre los otros como sucedió en el pasado. ¿Es prioritaria la reevan-gelización de la Europa unida que propugnaba Karol Wojtyla? ¿O lo es la defensa de la justicia social en un mundo globalizado que condena a una situación subalterna a las tres cuartas partes de la Humanidad? ¿Es urgente acabar con el celibato obligatorio de los curas, abrir la puerta al sacerdocio femenino, dar poder a las bases católicas y a las iglesias locales y regionales, o potenciar la religiosidad popular, llenando los altares de nuevos santos, como hizo Juan Pablo II? Las grietas son ahora tantas, las amenazas tan múltiples y diversas, los desafíos tan mayúsculos, que para hacerles frente se necesitarían al menos cuatro papas.
La inmensa multinacional católica, con sus más de 1.000 millones de fieles en los cinco continentes, sus 4.800 obispos, sus 400.000 sacerdotes, sus más de 800.000 religiosas y religiosos, necesita un pastor, pero también un manager, un intelectual de alto nivel capaz de mantener un debate dialéctico con el mundo laico; y además un diplomático y un místico.
"Sea quien sea el elegido tendrá que afrontar los problemas internos de la organización de la Iglesia católica, como la busca de un mayor equilibrio entre el centro y las conferencias episcopales. Un ejemplo: lograr que tengan esas iglesias locales más participación en la elección de los obispos", dice Renzo Giacomelli, responsable de la redacción romana de la revista Famiglia Cristiana, la de mayor difusión en Italia.
Pero este especialista hace hincapié en cuestiones llamadas externas. "Se necesita más misericordia para permitir a las parejas divorciadas
[a las que la Iglesia no reconoce el derecho a segundas nupcias civiles], especialmente al que no tiene culpa ninguna, rehacer su vida sentimental", añade. "Los cardenales Kart Lehmann y Walter Kasper han intentado buscar una solución a este problema, que fue bloqueada por el cardenal [alemán Joseph] Ratzinger [custodio de la doctrina de la fe]. Pero el asunto volverá a plantearse".
Cree Giacomelli que -atendiendo a lo dicho por numerosos cardenales, y hasta por el portavoz de la conferencia Episcopal Española- habrá una obligada apertura en lo relativo a la contracepción y al uso del preservativo para defenderse de enfermedades como el sida, una verdadera pandemia en África. "En cuanto a la bioética, es una cuestión que apenas se ha iniciado un debate y se necesita todavía mucha reflexión sobre ello".
Diálogo interreligioso
En los otros grandes asuntos, como el diálogo interreligioso, es decir, con las otras confesiones cristianas, o el ecuménico, con el islam y el judaísmo, Giacomelli piensa que el sucesor seguirá las líneas trazadas por Wojtyla. "La actitud en lo que respecta al islam será la misma: reforzar el diálogo y evitar a toda costa el choque de civilizaciones".
En este punto no parece haber grandes diferencias internas. "La actitud de la Iglesia católica es clara. Se apuesta por el diálogo", dice un profundo conocedor de la curia, como monseñor Lluís Clavell, catedrático de Metafísica de la Universidad de la Santa Croce, gestionada por el Opus Dei, y consultor de dos ministerios vaticanos. "Pero no creo que la relación con el islam sea una cuestión prioritaria en estos momentos. Simplemente estamos bajo el impacto de lo ocurrido el 11-S y el 11-M. Los últimos actos terroristas han disparado exageradamente la preocupación por esta cuestión".
Clavell, catalán de origen con 35 años de residencia en Roma, cree que "la progresiva secularización del mundo" es una de las grandes prioridades. Y el Papa elegido tendrá que dar una respuesta a este descomunal reto del que penden muchos otros. No se trata de un asunto nuevo. "Fue abordado por el Concilio Vaticano II, y por los papas Juan XXIII y Pablo VI", reconoce. Y ni siquiera hay demasiadas alternativas para combatirlo. "Puede que la respuesta esté en la cultura. Vivimos demasiado presos de la cultura visual, esclavos de ese deseo mimético, que difunde la televisión. La Iglesia tiene que fomentar la lectura, la buena lectura, porque el que no adquiere una verdadera cultura no puede tener verdadera fe".
Pero aunque los márgenes de actuación sean estrechos, en la Iglesia hay distintas opiniones sobre como afrontar lo que muchos consideran -empezando por el cardenal Ratzinger, alarmado por la agresividad del laicismo imperante- una verdadera descristianización de Europa. En congregaciones y parroquias circulan múltiples recetas para hacer frente a esta enfermedad europea que se manifiesta en las iglesias vacías.
"Las normas de la Iglesia, como la obligación de la misa dominical, no tienen por qué ser inmutables", dice un sacerdote jesuita con largos años de residencia en Roma. "Si el domingo se ha convertido en un día para pasar con la familia, no veo ningún problema en que se traslade el precepto de ir a misa a cualquier día de la semana". ¿Hasta dónde se puede renunciar? O, mejor dicho, ¿qué es lo verdaderamente irrenunciable para la Iglesia católica? "El evangelio, sin lugar a dudas", responde la misma persona.
El evangelio
El evangelio es un territorio inmenso que no deja de ser susceptible de distintas interpretaciones. Y que proyecta algunas sombras sobre el peso de los distintos candidatos. Se insiste, por ejemplo, en que la elección del cardenal Ratzinger, podría causar fracturas en la Iglesia. "Sea quien sea el elegido será bien recibido", afirma el profesor Clavell, que, sin embargo, se inclina por una opción italiana. "La Iglesia está muy radicada en este país. Confieso que me da un poco de envidia cuando lo comparo con España.
Será por el trabajo de las parroquias que, desde hace muchísimo tiempo, se ocupan junto a la actividad asistencial, de organizar eventos culturales, como conciertos, debates, proyección de películas". Pero un candidato europeo se presentaría ante el mundo sin la necesaria "credibilidad", según Gino Belleri, dueño de la librería Leonina, a las puertas del Vaticano, que no oculta sus simpatías por el candidato indio, Ivan Dias.
Clavell no tiene favoritos. "Diría que no existe un candidato perfecto. En realidad, hasta que no son elegidos no les llega esa inspiración especial que les hace grandes. Será el Espíritu Santo". O el peso de una institución milenaria que confiere un carácter nuevo al que horas antes de la fumata blanca, no pasaba de ser un individuo, una criatura humana con las inevitables limitaciones, sobre todo para hacer frente a la titánica misión de un papa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.