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El Albertina de Viena recorre 150 años de arte gráfico, 'De Goya a Picasso'

Se exhiben obras de Van Gogh, Turner, Renoir y Bacon, entre otros

El Museo Albertina de Viena presenta, desde ayer y hasta el 28 de agosto, una exquisita selección de 200 dibujos y litografías, así como algunas pinturas y esculturas, coleccionados por Jan Krugier y Marie-Anne Krugier-Poniatowski. El objetivo es delinear el transcurso del arte gráfico en los 150 años De Goya a Picasso, pasando por Turner, Ingres, Renoir, Monet, Manet, Delacroix, Van Gogh, Cézanne o Matisse, entre otros.

La muestra, en la que también hay piezas de Seurat, Gauguin, Giacometti, Miró, De Chirico o Braque, concluye con el Estudio para un Papa, pintado en 1955 por Francis Bacon, que muestra al sumo pontífice tambaleante, como cayendo de su trono, inspirado en el retrato del papa Inocencio X de Diego Velázquez.

"Con nuestra propia colección no hubiéramos podido presentar la historia del arte moderno como lo estamos haciendo en esta muestra, porque aquí en Austria no hubo coleccionistas especializados en artistas modernos internacionales", explicó Stefan Musil, portavoz del Albertina, una de las mayores colecciones europeas de artes gráficas, que tiene almacenados en la capital austriaca más de un millón de grabados, alrededor de 65 dibujos y otras tantas fotografías.

Lo que el gigantesco Albertina no logra por sí mismo lo ha conseguido el matrimonio Krugier-Poniatowski en apenas un decenio. Entre los años setenta y ochenta, el galerista y la dibujante de ascendencia aristocrática acumularon unas 500 obras maestras, en su mayoría dibujos, que dieron a conocer al público por primera vez en 1998 con una exposición que pasó por Berlín, Venecia y Madrid. Tan amplia era la colección, que la misma muestra pudo ir adquiriendo en cada lugar un carácter diferente, según las prioridades: Berlín se centró en los dibujos franceses del siglo XIX; Venecia, en los dibujos italianos de los siglos XV al XVI, y Madrid, en una lograda visión transhistórica.

Ahora, en Viena , el director del Albertina, Klaus Albrecht Schröder, dio prioridad a una estructura cronológica y a la vez temática, presentando a Francisco de Goya como precursor de la liberación que conduciría al arte moderno, hasta el cubismo de Picasso y más allá.

Para comenzar, una serie de láminas de Goya, con Mujeres leyendo (1810), Visiones (1816), El loco y otros dibujos de gran fuerza expresiva, se ve de repente interrumpida por un cuadro de Jacques Callot, Una ejecución (1633), que a su forma muestra también horrores de la guerra. Esta manera tan inesperada como elocuente de romper con un solo cuadro el hilo cronológico "es una buena fórmula para inducir a observar mejor y así enseñar a mirar", comentó el portavoz del museo.

La intención didáctica queda clara en esta muestra a la que el Albertina ha añadido 25 cuadros de su propiedad, entre ellos un goya, El ciego trabajador, que rara vez sale a la luz.

Del capítulo titulado Horror e ideal, protagonizado por Goya, David, Ingres y Callot, se pasa al Romanticismo en Francia, con Géricault, Delacroix y una sola lámina burlesca de Honoré Daumier, Abogado en pose patética (1850), que incita a dudar sobre la seriedad de la justicia. De aquí a otra sala, la de las Visiones de la luz, con algunos apuntes que destacan por su levedad y su abstracción casi minimalista, de Joseph Mallord William Turner (Castillo en la orilla de un mar (1824), con el sorprendente Planeta, que pintó el escritor Victor Hugo en claroscuros, y con obras de Daubigny, Rousseau, Corot y Bresdin. Otros compartimentos de la muestra llevan como título Formas del realismo -aquí se ven, entre otros, dibujos del Van Gogh temprano-, Al aire libre -con paisajes apenas esbozados de Degas, Pisarro, Monet, Renoir o Manet-, Imágenes humanas -con Rodin, Toulouse, Lautrec, Rodin, Gauguin, etcétera-...

A partir de aquí, llama la atención la gran cantidad de excelentes obras de Odilon Redon, de Henri Matisse, y luego de Pablo Ruiz Picasso, a las que los Krugier-Poniatowski tuvieron acceso probablemente por haber administrado el legado de la hija del pintor Marina Picasso. También Picasso se ve de vez en cuando confrontado, como si de una interferencia se tratara, con otros artistas: junto a varias versiones de sus Comediantes se puede apreciar el tratamiento que dieron al tema circense otros pintores, como Georges Rouault u Honoré Daumier, y junto a los lienzos cubistas de Picasso aparecen otros de Fernand Léger y Georges Braque, así como máscaras africanas, también propiedad del matrimonio de coleccionistas.

<i>El loco,</i> de Goya (a la izquierda), y <i>Mujer desnuda en sillón rojo</i> (1939), de Picasso.
El loco, de Goya (a la izquierda), y Mujer desnuda en sillón rojo (1939), de Picasso.EFE

Cerrar la caja de Pandora

"El arte me ha servido de terapia", confesó Jan Krugier a su paso por Viena. Según las palabras de este galerista suizo oriundo de Polonia, que sobrevivió a los campos de concentración nazis, donde perdió a su padre, a su hermano y a casi toda su familia, la búsqueda de "lo más grande y más digno que ha logrado la humanidad podría ayudarme a convivir con los todavía dolorosos recuerdos del pasado y finalmente cerrar la caja de Pandora".

En el catálogo, Krugier dedica esta exposición a su familia perdida en el Holocausto, a los gitanos que también fueron víctimas del racismo, así como a sus camaradas de la resistencia polaca, y a austriacos y alemanes que perecieron por sus convicciones antifascistas.

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