ZP y Blázquez

El director del informativo La Mañana de la COPE, el ínclito demagogo J. Losantos, al dar la noticia de la entrevista entre el presidente Zapatero y monseñor Blázquez, la apostilló con estas palabras: "Zapatero recibió ayer a monseñor Blázquez y no lo metió en la cárcel". ¡Ahí queda eso! Y es que en opinión del citado parlanchín, opinión que no se cansa de trasladar a sus oyentes con machacona frecuencia, el presidente Zapatero "odia todo lo católico".

Conozco bien al presidente Zapatero. Durante las dos legislaturas anteriores a la presente, he tenido ocasión de compartir con él mesa y mantel muchas veces, en el restaurante del Congreso de los Diputados, junto con otros periodistas de los que ejercen su labor informativa en la Cámara Baja. No le considero capaz de actuar guiado por el odio. Es más, me atrevo a decir que es incapaz de odiar a nadie por no compartir sus ideas.

Lo bien cierto es que la entrevista del presidente del Gobierno de España con el presidente de la Conferencia Episcopal transcurrió en un clima de "diálogo fluido y constructivo" según la nota conjunta hecha pública al final del encuentro. Fuentes de la propia Moncloa aseguran que el presidente Zapatero quedó satisfecho por el desarrollo de la entrevista y advirtió de que, con la llegada de monseñor Blázquez, se abre una nueva etapa con expectativas de entendimiento. A pesar, añado yo, del empeño que desde la COPE se pone por parte del aludido en desacreditar, con descalificaciones, al presidente del Gobierno de España. Porque no es que le critique su labor de gobierno, a lo que tiene todo el derecho, sino que le insulta. Sin embargo, tanto el presidente Zapatero como monseñor Blázquez mostraron su buen talante, abierto al diálogo y al entendimiento. Algo que desde la COPE, hay quien trata de entorpecer lanzando por las ondas sus personales fobias. Y eso que se proclama y hace alarde de "liberal". Pero ser liberal supone, antes que nada y sobre todo, ser racionalista. Nunca hacer demagogia para confundir a la audiencia. Felicitémonos, pues. Zapatero no aprovechó la visita de monseñor Blázquez para meterle en chirona. ¡Alabado sea el Señor!