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MORTALIDAD HOSPITALARIA

Las actas médicas de Leganés no avalan las acusaciones del consejero de Sanidad

Los documentos revelan que en seis casos no se llegó a practicar la sedación terminal

Oriol Güell

Las actas de la Comisión de Seguimiento del hospital Severo Ochoa de Leganés no avalan las acusaciones lanzadas por el consejero de Sanidad de Madrid, Manuel Lamela, y que han supuesto el cese de la cúpula del centro. Lamela dijo que en las actas había "25 incidencias" en pacientes fallecidos tras recibir "sedación irregular, no indicada, indebida o en exceso". Las actas especifican, sin embargo, que de estas 25 "incidencias", seis se refieren a casos en los que ni siquiera se aplicaron las sedaciones indicadas; siete son casos de discrepancias entre los médicos por los fármacos utilizados; tres, simplemente "dudosos por falta de información", e incluso hay uno que se pone en duda porque cuando se estudió no estaban los responsables médicos para explicarlo. En los ocho restantes se menciona "sedación no indicada" o "dudosa" en enfermos a punto de morir.

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Las actas, tres documentos de dos folios cada uno, fueron elaboradas por los miembros de la Comisión: el destituido director médico del hospital, Juan Carlos Mattos Antelo, y médicos de los servicios de Oncología, Medicina Interna, la UCI y Urgencias, el también destituido Luis Montes. En ellas se analizaron las historias clínicas de los enfermos muertos en urgencias. Éstos, junto a algunas historias clínicas, fueron los documentos estudiados por el equipo de seis inspectores enviado por Sanidad al Severo Ochoa. Los inspectores concluyeron que no se podía "afirmar o descartar la existencia de mala praxis" de los médicos de Leganés. Este escrito ha sido remitido a la Fiscalía de Madrid, que tampoco ha hallado indicios de responsabilidad penal. Sanidad declinó ayer comentar el contenido de las actas.

La comisión estudió 53 fallecimientos, de los que 25 fueron analizados con detalle al ser considerados como "incidencias". Cada "incidencia" es un fallecimiento en el que, según algún miembro de la comisión, los médicos podrían haber actuado de forma distinta a como lo hicieron. También se incluyen como incidencias aquellos casos en los que falta información para justificar las decisiones médicas tomadas. Las actas están fechadas los días 23 de junio, 6 de octubre y 27 de diciembre de 2004.

Siete de las "incidencias" fueron revisadas precisamente por indicación del destituido coordinador de Urgencias, Luis Montes. Éste consideró que seis enfermos murieron sin recibir la sedación que se les debería haber administrado. Constan en las actas como "sedación indicada no realizada".

En el séptimo caso, correspondiente al 27 de diciembre, la incidencia consiste en un "retraso en el inicio sedación".

En tres casos, la Comisión concluye que no dispone de suficiente información para estudiarlos y en uno, se pospone su estudio por la ausencia de Mattos y Montes en la reunión.

En seis fallecimientos, todos estudiados el 27 de diciembre, las incidencias se limitan a discrepancias médicas sobre los fármacos utilizados en la sedación. Cuatro de ellos por "asociación de Tranxilium y Dormicum" y dos por "utilización inicial de Tranxilium".

Algunos médicos de la Comisión consideraron estos casos como incidencia porque en las Recomendaciones para la sedación del paciente en situación terminal, el documento aprobado tras la investigación realizada en el hospital en 2003, se recomienda utilizar el Tranxilium cuando el uso de Dormicum y/o morfina y un tercer fármaco no fueran efectivos.

Sin embargo, Montes y otros médicos del hospital, como el jefe de Anestesia y de la Unidad del Dolor, Joaquín Insausti, mostraron durante 2004 sus reservas ante esta recomendación. "El efecto del Tranxilium es más prolongado que el del Dormicum. Por eso se utiliza en las sedaciones terminales, para evitar que los enfermos se despierten agónicos si se les suelta el suero o éste se tapona, lo que provoca aún más sufrimiento al enfermo y a la familia", explica Insausti.

Las recomendaciones establecen igualmente que "en pacientes que hayan recibido tratamiento previo con benzodiazepinas, mórficos o neurolépticos se procederá a la modificación de dosis que se considere necesaria", lo que da un margen de actuación a los facultativos.

"Las recomendaciones son una guía para actuar, pero nunca pueden atentar contra el derecho del médico a la libre prescripción de los fármacos que considere adecuados para la atención de sus pacientes", concluye Insausti.

En ocho casos, la Comisión concluyó que las sedaciones que llevaron a la muerte a los enfermos no deberían haber sido administradas por los médicos, en algunos casos por exceso de dosis y en otros porque la patología que sufría el paciente, como el alzheimer, o su estado, coma arreactivo, no las hacían necesarias.

Los médicos de Urgencias y de la Unidad del Dolor, sin embargo, no comparten esta posición y afirman que, ante el sufrimiento de los enfermos en sus últimos momentos de vida, las sedaciones estaban justificadas.

El consejero de Sanidad de Madrid, Manuel Lamela, a la salida de una visita al hospital de La Paz.
El consejero de Sanidad de Madrid, Manuel Lamela, a la salida de una visita al hospital de La Paz.ULY MARTÍN

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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