Terri Schiavo muere a los 13 días de quedar desconectada de las sondas
El marido estuvo con ella los últimos instantes e impidió la entrada a los padres y hermanos
Terri Schiavo falleció ayer en Pinellas Park, Florida, 13 días después de que le desconectaran las sondas de alimento a petición del marido, Michael Schiavo. Tenía 41 años y llevaba 15 en estado vegetativo. El marido estuvo con ella en los últimos instantes pero impidió entrar a sus suegros y cuñados. La guerra familiar por la vida y muerte de Terri ha polarizado a la sociedad, a la clase médica, jurídica y política, y ha puesto a prueba el equilibrio de poderes de la democracia estadounidense. Si hay algo en lo que todas las partes concuerdan es en que este caso tendrá enormes repercusiones.
El forense de Pinellas Park practicará una autopsia a Terri a petición de Michael Schiavo para, según él, disipar dudas sobre el diagnóstico de "estado vegetativo" que es rebatido por los padres y sobre diversas acusaciones de maltrato formuladas por los padres. Michael Schiavo tiene previsto incinerar después los restos y llevarlos a Pensilvania, en contra de los deseos de la familia, que quería enterrarla en Florida.
Los padres, Robert y Mary Schindler, imploraron hasta última hora a la justicia, al presidente Bush, a su hermano Jeb, gobernador de Florida, y a los legisladores de Washington y de Florida, para que volvieran a conectar las sondas a su hija y les concedieran un nuevo juicio. Pero una tras otra se les fueron cerrando las puertas, incluso cuando desde Washington se las abrieron con una nueva ley de urgencia aprobada por el Congreso el 21 de marzo y firmada por el presidente Bush, e incluso cuando el gobernador de Florida intentó asumir la custodia de Terri. Los tribunales tuvieron siempre la última palabra y fue no.
La negativa judicial ha obedecido a dos razones: en primer lugar, que a lo largo de los casi ocho años de litigio sólo han revisado si hubo defectos de procedimiento en el juicio, pero no cuestionaron las pruebas en sí; y en segundo lugar, porque los jueces han cerrado filas corporativamente, resentidos por la intervención del Congreso con una ley que les instaba a reabrir el caso a la luz de testimonios y pruebas que habían sido excluidos.
Por si alguien tenía dudas de esa rebelión judicial, el juez Stanley F. Birch, del Tribunal Federal de Apelaciones de Atlanta, dijo al rechazar por última vez la petición de la familia, horas antes de la muerte de Terri: "Es hora de ejecutar desapasionadamente nuestras responsabilidades. A pesar de la sincera y altruista motivación, las ramas ejecutiva y legislativa han actuado de manera obvia contra la guía de gobierno de nuestros Padres Fundadores para la gobernabilidad de la gente libre: nuestra Constitución". Es decir, el juez declaró inconstitucional la intervención de Bush y del Congreso. En esencia, la admisión del juez de que ha existido un choque de poderes pone colofón a lo que muchos comentaristas han sostenido en las últimas semanas: que Terri, con independencia de la amarga batalla familia, cayó atrapada en una lucha de poderes.
La tragedia ha sido "secuestrada" por agendas políticas y religiosas, aunque no necesariamente limitadas a la izquierda y derecha o a la divergencia entre cristianos conservadores y progresistas, tal como ha demostrado el apoyo ofrecido a los padres de Terri por todos los senadores demócratas y por 47 representantes demócratas, que votaron a favor de la ley de urgencia, o asimismo la ayuda del líder religioso de izquierda Jesse Jackson. Más bien, lo que ha funcionado han sido subcorrientes de intereses, que sólo el tiempo sacará a la superficie.
Terri era una mujer muy sencilla que nunca aspiró a cambiar el mundo, dicen quienes la conocieron. Y la causa de todo el drama que ha rodeado su muerte también era simple: Terri no dejó un testamento vital por escrito. Su marido ha insistido desde fines de 1997 en que ella le pidió que no la mantuviera viva artificialmente, mientras que sus padres y hermanos han defendido lo contrario. El juez del caso, George Greer, declaró el testimonio de Michael una "prueba clara y convincente".
La Santa Sede reaccionó ayer de inmediato al fallecimiento de Terri Schiavo, informa Europa Press. El portavoz vaticano, Joaquín Navarro Valls, dijo: "Las circunstancias de la muerte de la señora Terri Schiavo han perturbado seriamente las conciencias. Una existencia fue interrumpida. Una muerte fue arbitrariamente acelerada".
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