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CÁMARA OCULTA | NOTICIAS Y RODAJES
Columna
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México lindo

Se acaban de entregar los premios Ariel del cine mexicano, que han recaído casi por unanimidad en la modesta ópera prima de Fernando Eimbcke, Temporada de patos: de 12 nominaciones, ha logrado 11 estatuillas. La película había sido presentada en el último festival de Cannes, donde competía por el premio de nuevos directores. No llegó a obtenerlo a pesar de que hasta última hora fue motivo de discusión entre los componentes del jurado: dos de ellos se cerraron en banda en su contra de forma agresiva, y así no hubo modo. Más tarde, Temporada de patos se presentó en el festival de Tesalónica (mejor director), en Los Ángeles (mejor película) y en la semana de cine de Valladolid. Luego pasó por algunas pantallas españolas con más pena que gloria. Pocos le hicieron caso. Aún está pendiente de estreno en bastantes plazas.

'Temporada de patos' es una película sin estrellas, sin un auténtico argumento, y hasta sin colores

La curiosidad de la noticia consiste en que Temporada de patos es una película sin estrellas, sin un auténtico argumento, sin alardes de ningún tipo y hasta sin colores: son dos adolescentes que se aburren en casa y reciben la visita de una vecina que quiere usar el horno para un postre, y un repartidor de pizzas, igualmente aburrido. Cuatro personajes sin relieve encerrados en un apartamento, reflejando un malestar existencial o cuanto menos social, o lo que es lo mismo, una fórmula cinematográfica en las antípodas de lo que esta semana ha reclamado Sancho Gracia para el cine español al leer el manifiesto del día mundial del teatro. El actor, con su habitual vehemencia, considera que es necesario recuperar el sistema de estrellas, como el de aquellos tiempos en que Sara Montiel o Alfredo Landa eran auténticos reclamos. Sólo así, dice, el público volverá a interesarse por el cine español.

Olvida Sancho Gracia que de vez en cuando también se considera que tal actor o actriz son veneno para la taquilla. Hasta se dijo de Marlene Dietrich, según recuerda Bonet Mojica en su libro Regreso a la casa de citas, en el que ha recopilado réplicas famosas de la gente del cine. A dicho comentario sobre la Dietrich, Frank Capra respondió: "Son las malas películas las que son veneno para la taquilla, no los actores". Y puestos a frases (el libro es en ese sentido una delicia: "Exiliarme no fue idea mía, sino de Hitler", en palabras de Billy Wilder), recordar la famosa sentencia de Mario Moreno Cantinflas: "México era antes el cuerno de la abundancia. Pero los gobiernos corrompidos se llevaron la abundancia y nos dejaron el cuerno".

México, otra vez de actualidad. La muestra de cine latinoamericano que comienza hoy en Lleida le rendirá homenaje presentando películas nuevas junto a otras que ahora se llaman de culto, aunque originalmente sólo despertaran interés en cines de barrio, como en este caso son las del luchador El Santo, el enmascarado de plata. Coleccionistas de deuvedés las buscan con frenesí, valorando como sentido del humor lo que en su época sólo era torpeza. Pero como decía la madre de los hermanos Marx: "¿En qué otro sitio que no sea el espectáculo pueden hacer dinero los que no saben hacer nada?".

Más que estrellas, buenos actores y, sobre todo, buenas películas en libertad. El guionista John Wilson lo defendía así: "No dejaré que ocho millones de comedores de palomitas me digan lo que tengo que hacer".

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