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Reportaje:MORTALIDAD HOSPITALARIA

Tormenta en el hospital

Los profesionales sanitarios de Leganés defienden las sedaciones practicadas a pacientes terminales

Tomás Sanz es médico de urgencias de Leganés. Su especialidad es la traumatología. De pie, en un pasillo del hospital Severo Ochoa de Leganés, se muestra indignado y tranquilo: "Cualquier persona sensata quiere una sedación para un familiar si está en fase terminal. Yo la querría para mí. A veces operas y ves que no lo arreglas y sigues hasta que tienes que decir: 'Hasta aquí hemos llegado'. Si no lo haces, es encarnizamiento, no medicina". Sanz ha sedado a pacientes, pero siempre con consentimiento: "Un paciente me ha llegado a decir: 'Doctor Sanz, déjeme morir en paz'. Las críticas a las sedaciones en el hospital no tienen sentido. No hemos hecho nada malo ni hemos sedado a nadie sin consentimiento suyo o de sus familiares. Lo seguiremos haciendo, aunque tendremos que pedir más permisos escritos para tenerlo más agarrado", concluye.

Un médico afirma: "No hemos hecho nada malo ni hemos sedado a nadie sin permiso"
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Su relato es similar al de la mayoría de los médicos de Leganés, que han visto cómo el ambiente en el centro se ha enrarecido desde el 11 de marzo. Ese viernes, el entonces gerente, Adolfo Bermúdez de Castro, llamó al coordinador de urgencias, Luis Montes, a su despacho y le comunicó su relevo temporal. El consejero de Sanidad, Manuel Lamela, del PP, había recibido tres días antes una denuncia anónima con historias clínicas sobre una supuesta "mala praxis" en la sedación en urgencias sin consentimiento y que podía afectar a 400 enfermos.

El 11 de marzo, durante el homenaje a las víctimas del 11-M, Lamela llamó aparte al secretario general de los socialistas madrileños, Rafael Simancas, y le comunicó que había "un posible caso de eutanasia activa en Leganés que podía afectar a 400 pacientes" y que había antecedentes. Lamela comentó en el acto que llevaba tres días sin dormir.

Los antecedentes son relevantes. Ya en 2003 la consejería recibió una denuncia anónima similar a la actual sobre las sedaciones en urgencias. Sanidad encargó a sus inspectores una auditoría y no encontró nada. El comité de ética del hospital de Getafe (el de Leganés lo tiene) analizó las sedaciones y aplaudió el trabajo de los profesionales.

"Lamela vulneró la presunción de inocencia al señalar a Montes por cosas que se podían comprobar", afirma el radiólogo Manuel Martínez. Montes "es un tipo seco, pero la verdad es que ha puesto orden en urgencias y ha hecho llegar a todo el mundo a su hora incluidos otros médicos", señala una auxiliar que lleva en el centro desde que abrió, en 1987. Sus colegas definen a Montes como algo hosco, a veces cortante, pero muy trabajador, firme y defensor de la sanidad pública.

Tras su relevo, Montes siguió acudiendo a trabajar. Ese mismo día, 20 jefes de servicio firmaron un texto apoyándole y criticando a Lamela, aparecieron carteles acusando al gerente y al director médico de maltratar el hospital, los trabajadores convocaron una huelga, comenzaron a concentrarse y colgaron pegatinas con el lema "por la dignidad del hospital". El gerente enmundeció.

Es probable que Lamela no esperase esa reacción, pero llovía sobre mojado. "En 2003 estuvieron meses mirando todo y no encontraron nada porque no lo había, no es justo que ahora reabran el proceso por otra denuncia anónima y lo hagan públicamente", explicaba Frutos del Nogal, jefe de la UVI. "Me parece alucinante que insinúen que las 80 personas de urgencias estemos conspirando para matar a nuestros pacientes", afirma una enfermera de urgencias. Algunos pacientes recelan desde entonces de los tratamientos que reciben, aunque la mayoría achaca la crisis a una pelea política.

Los seis inspectores enviados por la consejería revisaron todas las historias clínicas de los pacientes fallecidos en urgencias, algo que, en teoría, ya realizó una comisión de mortalidad sin encontrar "alteraciones relevantes", aunque en cuatro casos faltaba información en la historia clínica.

El martes pasado, Lamela presentaba el informe de sus inspectores: "25 pacientes recibieron sedación irregular, no indicada, indebida o en exceso" y los pacientes "fallecieron en urgencias antes de que transcurrieran 24 horas". Lamela criticó que urgencias tuviese una habitación especial para terminales. En 2001, Sanidad invirtió 600 millones de pesetas en el centro. Entre otras cosas, acondicionó dos habitaciones en urgencias para enfermos terminales y agrandó el servicio.

Lamela confirmó el relevo de Montes y añadió los del gerente y del director médico, Juan Carlos Matto Antelo. "Si el gerente no nos dice que hay problemas en el hospital, habrá que cesarlo", argumentó Lamela. Según el consejero, antiguo jefe de gabinete de Rodrigo Rato, el hospital vivía "en un caos organizativo".

El consejero no anunció ninguna medida sobre el que fue gerente hasta octubre de 2004 y que actualmente dirige otro hospital de la Comunidad de Madrid. El Consejo Superior de Sanidad de Madrid, un órgano consultivo formado por 14 médicos, apoyó la actuación de Lamela.

Los 25 casos están en la fiscalía, Montes continúa como médico en el hospital y Carlos Marfull, el nuevo gerente, será el encargado de restablecer la imagen de un hospital que en 2003 fue considerado como uno de los 20 mejores de España. "Hemos tardado años en quitarnos la imagen de hospital desastre y ahora el consejero nos da este mazazo", concluye una enfermera. La herida está abierta.

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