Kirguizistán inicia una difícil transición
El Parlamento de Bishkek convoca elecciones presidenciales el próximo del 26 de junio
Mientras el viejo Parlamento se reunía ayer para escuchar al primer ministro, Kurmanbek Bakíyev -que, de acuerdo con la Constitución, es el presidente de la república en funciones-, la calma regresaba a Bishkek, la capital de este montañoso y pobre país de unos cinco millones de habitantes. Bakíyev pidió ayuda a los legisladores para lograr un funcionamiento normal del país y los exhortó a fijar la fecha de las próximas elecciones presidenciales. Más de dos tercios de los diputados de la Asamblea de Representantes del Pueblo -la Cámara alta del Parlamento kirguizo- votaron a favor de celebrar los comicios el 26 de junio próximo.
La calma reinaba ayer en Bishkek. En la mañana, niños acompañados de sus padres hacían cola a la entrada del circo para entrar a ver el espectáculo, mientras enfrente, en una de las amplias plazas que caracterizan la ciudad, una pareja de recién casados descorchaba en plena calle una botella de champaña. La sede del Gobierno, tomada por las masas el jueves pasado, cuando el derribado presidente huyó con su familia al vecino Kazajistán, permanece vacía, custodiada por jóvenes voluntarios, la mayoría miembros de los diversos partidos de la oposición que acabó fulminantemente con los 14 años del régimen de Askar Akáyev.
El vacío de poder se ve agudizado por los actos revolucionarios en las provincias
En la céntrica avenida Chui se encuentran las grandes tiendas Beta, saqueadas por grupos de jóvenes. Los actos de vandalismo fueron bastante selectivos. En la misma avenida, junto a tiendas con las ventanas rotas, hay otras intactas. La explicación es sencilla: como dijo Bayamán, de unos 30 años, los jóvenes aparentemente se ensañaron sobre todo con la cadena de tiendas que se rumorea pertenecía a la famila Akáyev. La tienda de comestibles Asia, en la misma avenida, tenía algunos vidrios agujereados, pero, como contó Vika, una de las dependientas, nadie había entrado en el local ni lo había saqueado. Un poco más allá de Asia, otro local ha pegado en cada ventanal un cartel que dice "Biz el menem" ("Estamos con vosotros"). Por lo visto, esa seña de solidaridad con la revolución les ha dado resultado. Muchas tiendas permanecían ayer cerradas, pero en la noche del viernes la policía ya logró controlar la situación y evitar nuevos pillajes. Si la situación en las calles ha vuelto a la calma, en política los ánimos siguen enardecidos y reina la confusión. Esto es especialmente válido para el poder legislativo. Después de que se informara de que las elecciones celebradas en febrero y marzo habían sido anuladas, ahora se aclara que sólo se ha anulado la entrega de mandatos y que los comicios son legítimos. Sólo en las circunscripciones en las que ha habido problemas o en las que los diputados elegidos no asumirán los escaños -es el caso, por ejemplo, de Aidar Akáyev y Bermet Akáyeva, los hijos del depuesto presidente, que difícilmente regresarán al país- se celebrarán nuevas elecciones.
Al mismo tiempo, el antiguo Parlamento bicameral seguirá funcionando hasta que se elija a un presidente de la república, después de lo cual entrará en funciones el nuevo, de una sola Cámara de 75 escaños. Esta situación hace que en este momento coexistan tres Cámaras, ninguna de las cuales es en realidad totalmente legítima. El vacío de poder creado se ve agudizado por las acciones de los revolucionarios en provincias, que deponen y nombran a gobernadores y alcaldes por su cuenta, sin consultar con Bishkek. Esto crea inestabilidad, como también la crean los rumores alarmantes que se divulgan por la capital: que vienen revolucionarios del sur, que en respuesta los del norte han organizado una marcha a caballo hacia Bishkek. Bakíyev pidió a los diputados que le ayudaran a poner orden y que fueran a sus circunscripciones para calmar a la gente. "No hay que venir a Bishkek, hay que ir a los lugares para explicar que debemos trabajar y prepararnos para la próxima cosecha", señaló. Bakíyev informó a los diputados de que el presidente ruso, Vladímir Putin, le había llamado para ofrecerle ayuda, cosa que ha aceptado gustosamente.
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