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CRISIS EN ASIA CENTRAL

Las rebeliones en las antiguas repúblicas soviéticas muestran la inutilidad de la CEI

La organización, integrada por Rusia y otros 11 países, ha sido incapaz de prevenir las revueltas

Pilar Bonet

La Comunidad de Estados Independientes (CEI), la organización fundada en 1991 que integra a Rusia y a otros 11 países possoviéticos, ha resultado inútil para prevenir, mediar o dar soluciones a las crisis que se han sucedido en Georgia (en otoño de 2003), en Ucrania (en otoño de 2004) y ahora en Kirguizistán. La organización, que tiene su sede en Minsk, se limitó a mandar observadores que bendijeron resultados electorales, barridos después por la protesta popular.

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Las revoluciones en el entorno de Rusia han reabierto un debate sobre el futuro y función de la comunidad postsoviética, al que se sumó esta semana el presidente de Rusia, Vladímir Putin. Durante una visita a Armenia, Putin dio un giro verbal de 180 grados respecto a declaraciones del pasado y reconoció que "la CEI se creó para el divorcio civilizado" de los territorios integrantes de la URSS y constituye un "club" para el intercambio de información.

"Si alguien esperaba de la CEI algunos éxitos especiales en el campo económico, de la cooperación política o militar, está claro que eso no sucedió, porque no podía suceder", sentenció el líder del Kremlin. Según él, con el tiempo se ha hecho evidente que "muchos problemas no podían ser resueltos de forma conjunta".

Putin abogó, en cambio, por asociaciones más reducidas, que agrupan a varios países de la CEI, pero no a todos, como el Espacio Económico Común (Rusia, Ucrania, Bielorrusia y Kazajistán). A diferencia de la CEI, estos núcleos más reducidos se crean, según dijo, para una "integración real".

Personajes tan dispares como el presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, y el de Ucrania, Víktor Yúshenko, se han expresado recientemente sobre el futuro de la comunidad postsoviética. "La CEI es algo incomprensible. Tomamos decisiones, pero ninguna se realiza en la práctica", dijo Lukashenko. "La máquina que fue creada con tanto trabajo tiene poco gas" y "una rentabilidad muy inferior a la esperada", manifestó, a su vez, Yúshenko en Kiev. La CEI "no tiene futuro en la forma en que existe actualmente", sentenció el ministro de Exteriores ucranio, Borís Tarasiuk.

Las iniciativas a pequeña escala en el espacio postsoviético no son patrimonio de Rusia. Ucrania y Georgia, por ejemplo, se aprestan a jugar un papel más activo para solucionar el problema de la región secesionista del Transdniester, en Moldavia. Yúshenko y su colega georgiano, Mijaíl Saakashvili, están coordinando sus actividades para la cumbre de la GUUAM que se celebra el 22 de abril. La GUUAM (integrada por Georgia, Ucrania, Uzbekistán, Azerbaiyán y Moldavia) es una organización formada bajo el patronazgo de EE UU, que agrupa a los vecinos de Rusia interesados en crear rutas de tránsito y transporte de energía paralelas a las que pasan por este país. Todos los miembros de la GUUAM lo son de la CEI, y aunque las quejas son generalizadas, ninguno de ellos ha abandonado esta organización.

En el espacio postsoviético la competencia por los recursos energéticos está a la orden del día. El presidente de Ucrania viajó esta semana a Turkmenistán para tratar de arrancar al dictador Saparmurat Niyázov un contrato de venta de gas a buen precio. La pésima situación de los derechos humanos en aquel país asiático no impidió al líder de la revolución naranja aplaudir al sátrapa ante un auditorio de adoradores en Ashjabad.

Los suministros de energía juegan un papel en las relaciones de Moscú con los miembros de la CEI, como lo jugaron en su día las ventas de petróleo y gas de la URSS a sus aliados del Comecon (mercado común socialista) y el Pacto de Varsovia.

Precios de la energía

Como en el pasado, los precios de la energía rusa a sus vecinos tienen un componente político, que ha dependido de la fidelidad. El régimen de Lukashenko, por ejemplo, se ha beneficiado del régimen privilegiado de suministros. La diferencia con el pasado está en que la URSS era temida por sus aliados y les suministraba petróleo barato en el marco de una alianza militar y económica que fortalecía los intereses de la superpotencia soviética. Hoy no sucede así, y en la relación de Moscú con sus nuevos vecinos se mezcla el regateo de los alquileres de las bases militares rusas en Georgia o de la flota del mar Negro en Ucrania, por ejemplo, y la inercia del pasado imperial, que explica a veces decisiones en apariencia irracionales del Kremlin.

Tras los patinazos en Georgia y Ucrania, donde Rusia apostó por los perdedores, el Kremlin quiere dar más importancia a su política en la CEI y ha creado un nuevo departamento de la Administración Presidencial para potenciar las relaciones con sus vecinos.

El especialista en páginas de Internet y campañas electorales Modest Kólerov ha sido nombrado jefe de la nueva entidad. Kólerov está además vinculado con los politólogos rusos, que en 2004 apoyaron al candidato perdedor de Ucrania, Víktor Yanukóvich, y contribuyeron a deteriorar el clima entre Moscú y Kiev con sus desestabilizadores argumentos.

La policía carga contra los manifestantes el pasado viernes en Minsk (Bielorrusia).
La policía carga contra los manifestantes el pasado viernes en Minsk (Bielorrusia).EFE

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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