Empar Moliner reúne en un libro el humor de sus crónicas periodísticas
La escritora publica 'Busco señor para amistad y lo que surja'
"Durante mucho tiempo se ha dicho que hacer humor en periodismo era una cosa banal y ahora vuelve a ser considerado como algo inteligente", comenta Empar Moliner. En efecto, una de las virtudes de los artículos periodísticos que la escritora ha reunido en el libro Busco señor para amistad y lo que surja es que hacen reír: "Que sean piezas humorísticas", añade ella misma, "no impide que traten asuntos serios".
El volumen -publicado por Acantilado; Quaderns Crema, en catalán, en traducción de la misma autora- recoge 40 de las crónicas que Empar Moliner (Santa Eulàlia de Ronçana, Barcelona, 1966) ha escrito semanalmente en la edición catalana de EL PAÍS en los últimos seis años.
Un inventario resumido de asuntos serios según los ha visto la escritora: una visita a un comedor social donde uno se da cuenta de que hay lugares donde existe "el mundo al revés" porque "allí uno se puede hacer el chulo porque lleva más tiempo sin casa que otro" y donde "puedes comer mejor que en muchos de los restaurantes de nueva cocina"; la búsqueda de un buen refugio atómico donde protegerse de los peligros que amenazan este mundo o de la mejor cacerola para protestar ruidosamente contra la guerra de Irak; la descripción del proceso para declararse apóstata "por aburrimiento"; preguntarle a un vidente sobre el futuro de la lengua catalana; una consulta a una agencia matrimonial para encontrar un novio a quien regalarle camisas por Navidad que termina en la conversión de una crónica periodística en un anuncio por palabras -la misma crónica que da título al libro-.
"Hablo de temas que despiertan mi curiosidad, cosas que quiero compartir con el resto de la humanidad... Por ejemplo, la corrección política, que creo que proporciona grandes momentos de humor", explica Moliner sobre uno de los objetos preferidos de sus textos y que ha convertido también en tema principal de su último libro de cuentos, Te quiero si he bebido.
Tanto los artículos que surgen de una cuestión de interés social como los que contienen alguna observación sobre acontecimientos o comportamientos que rozan lo absurdo -como, por ejemplo, un concurso de belleza canina organizado por Convergència i Unió- están tratados con la misma dosis de ironía. Es un recurso que, según su editor, Jaume Vallcorba, emparenta a la autora con maestros de la literatura catalana como Josep Maria de Sagarra y Francesc Trabal, que son "punzantes sin caer en la sátira".
A favor o en contra
"La ironía es un gran recurso. Si se utiliza bien te proporciona un punto de ambigüedad muy interesante. A veces me preguntan si estoy a favor o en contra de lo que he escrito, algo que me alegra", afirma Moliner.
Ahora bien, añade: "La mayoría de las veces, los datos que expongo hablan por sí solos. Otras veces, si no sé si estoy a favor o en contra de una cosa, me dispongo a escribir sobre ello para saberlo".
El punto de vista es fundamental: "Adopto un rol que hace que los lectores no me vean como un ser superior. Cuando hago una broma sobre algo o sobre alguien me incluyo a mí misma. Cuando se hace humor hay que empezar por uno mismo, lo que convierte la broma en algo universal".
Cuando se escribe es importante tener claro lo que uno no quiere hacer en ningún caso, prosigue Moliner, en una especie de declaración final: "No me gusta el tipo de periodismo Nuria Bermúdez que te detalla una a una sus propias cópulas, tampoco los periodistas que dicen posaderas en vez de culo ni los que han bebido muy poco en la vida y que se disponen a explicarte lo bueno que es un gin tonic porque lo acaban de descubrir".
A la hora de preparar la edición del libro, la autora ha tenido en cuenta que debía adaptar o eliminar algunas referencias excesivamente "locales", algo que ha tenido que hacer, sin embargo, en pocas de las crónicas recuperadas ahora.
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