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Reportaje:

Asalto al santuario ecológico de Alaska

Bush logra que el Senado autorice a las petroleras a perforar una de las grandes reservas naturales mundiales

Las puestas en escena en política no son casuales, y en EE UU menos. Hace poco más de una semana, el presidente George Bush pronunciaba un discurso sobre la estrategia energética de la Casa Blanca. Eligió Ohio, porque es un Estado que vive del carbón y al que le debe la victoria en las últimas presidenciales. Bush fue contundente: "Tenemos un problema de dependencia energética que hay que resolver". A partir de ahí, se construye la particular visión de Bush sobre la protección del medio ambiente, al margen del Protocolo de Kioto.

No habían pasado diez días desde que dio ese discurso, cuando Bush, después de intentarlo en 2001, 2002 y 2003, obtenía en Washington un importante espaldarazo a su política en el Senado. Aunque se produjo en una votación muy ajustada (51 a favor y 49 en contra), la cámara daba luz verde el pasado miércoles a las compañías petroleras para que empiecen a perforar en la reserva natural de Alaska, conocida como el Refugio Nacional de Vida Animal en el Ártico (ANWR), en busca de crudo.

La zona tiene bolsas petrolíferas estimadas en más de 10.000 millones de barriles
Bush intentó sin éxito en 2001, 2002 y 2003 que el Senado apoyase su idea de perforar en la reserva
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Es un territorio virgen, al que sólo se puede acceder por agua, y con una gran riqueza biológica protegida de la acción del hombre. El ANWR estaba considerado hasta ahora como una especie de vaca sagrada, a la que siempre ha rodeado un agrio debate que enfrentaba al lobby petrolero con las organizaciones ecologistas, y a demócratas y republicanos.

La reserva natural de Alaska, de 79.380 kilómetros cuadrados, cuenta con bolsas petrolíferas estimadas en más de 10.000 millones de barriles de crudo. En una década, se espera que la extracción alcance el nivel de un millón de barriles diarios. La zona afectada por las perforaciones, según la Casa Blanca, será 810 hectáreas en la costa. Es el lugar donde los caribúes migran para criar. También hay otros visitantes, como los osos pardos o los osos polares. Pero para Bush "es una pequeña esquina de Alaska, del tamaño de un aeropuerto".

El contexto le era favorable a Bush para sacar adelante la iniciativa, a pesar de la sensibilidad que ha suscitado el debate durante años. El elevado precio del petróleo -unos 56 dólares el barril en EE UU- preocupa a los legisladores en Washington. La Cámara de Representantes ya había autorizado la búsqueda de petróleo como una vía para reducir la dependencia energética de su economía. La iniciativa se topó con la oposición de los senadores. Pero el rechazo duró hasta que Bush se hizo con el control de la Cámara tras las elecciones del pasado 2 de noviembre.

Minutos antes del voto, Bush comparecía en rueda de prensa para decir que bastaba ver las estadísticas: la demanda de energía crece rápidamente (3% anual) y que la capacidad de suministro se reduce (2%). Además, la Casa Blanca reiteró que las nuevas tecnologías permiten hacer el trabajo de extracción limitando los daños al ecosistema. La iniciativa tiene el apoyo de los habitantes locales.

Pero como señala Prabhas Panigrahi, analista en cuestiones de petróleo, las extracciones de crudo en Alaska "no son la panacea a los problemas energéticos de EE UU". De hecho, el segundo eje de acción de la política de la Casa Blanca se centra en la promoción del carbón. "La incertidumbre que rodean al suministro de energía mina nuestra economía", reiteró Bush, y añadió: "hay que buscar los recursos en casa. El carbón es una fuente abundante". El 90% de la generación eléctrica en EE UU se produce en plantas de carbón. Pero esta fuente representa un importante reto medioambiental.

La Agencia de Protección del Medioambiente (EPA) ha fijado en las últimas semanas nuevos límites a las emisiones a la atmósfera de las plantas de carbón, que serán de obligado cumplimiento si el Congreso no alcanza pronto un acuerdo en el paquete legislativo conocido como Clear Skies (Cielo Limpio). El Senado tumbó hace diez días la propuesta de la Casa Blanca al considerar que las propuestas del paquete ayudan a que la industria contamine más que a mejorar la calidad del aire.

En paralelo se incentivan en EE UU nuevas tecnologías para un uso más limpio del carbón. "Creo que será posible construir plantas de que no contaminen. Se que es difícil creerlo, pero también lo era que los Rex Sox -equipo de beisbol de Boston- ganaran la World Series -Liga-", aseguraba Bush en Ohio. "La tecnología avanza, y cuando lo hace nuestra sociedad vive mejor". Es uno de los argumentos de la Casa Blanca para quedar al margen de Kioto.

La promoción de la energía nuclear, en nombre la diversificación, cierra este complejo rompecabezas que mezcla la política energética y la medioambiental. Hace tres décadas que no se concede ni un permiso para la construcción de nuevos reactores. La industria, con el apoyo de Washington, cuenta ya con un ambicioso plan para resucitar esta fuente energética y ampliar los 103 reactores actuales en medio centenar más para 2050. Para el éxito de esta iniciativa, el Congreso debe dar vía libre a la apertura del polémico centro de almacenamiento geológico profundo de residuos en Yucca Mountain (Nevada).

El futuro de la política medioambiental de la Casa Blanca es incierto, ya que la batalla por la mejora de la calidad del aire sigue abierta y desde hace años es un tema recurrente entre los políticos. La ley medioambiental original de hace 34 años, conocida como Clean Air Act, seguirá entre tanto evolucionado conforme se vayan poniendo de acuerdo los legisladores en el Congreso o por las sentencias de los tribunales, que obliga a apretar el acelerador.

El gasoducto Trans-Alaska reposa sobre soportes móviles para permitir su desplazamiento y evitar daños en caso de terremoto.
El gasoducto Trans-Alaska reposa sobre soportes móviles para permitir su desplazamiento y evitar daños en caso de terremoto.AP / FAIRBANKS DAILY NEWS MINER

La joya del Norte

Para describir Refugio Nacional de Vida Animal en el Ártico (ANWR en sus siglas en inglés) hay que pensar a lo grande. La prueba es que lo llaman el Serengeti americano o la joya de la corona de la naturaleza americana. El refugio tiene un tamaño similar al de Andalucía y alberga una variedad de animales impresionante. Osos polares, osos pardos, lobos, zorros árticos, bueyes almizcleros (un enorme bisonte lanudo), alces, glotones (una feroz comadreja), bisontes, ballenas, morsas y más de 180 especies de aves (águilas, halcones, gansos) pasan alguna parte del año en el refugio. Y caribúes, muchos caribúes. Cada verano llegan allí después de recorrer 700 kilómetros desde Canadá unos 140.000 ejemplares para criar y pastar.

Los ecologistas denuncian que la perforación del área 1.002 (llamada así por el epígrafe de la ley de 1980 que dictó la protección) desplazaría a los caribúes y disminuiría su éxito reproductor y los osos polares abandonarían a sus crías, entre otros efectos siempre dañinos.

El área 1.002 no sólo es el lugar que alberga más petróleo, sino la llanura costera donde más animales se reúnen. Los ecologistas denuncian que los animales y el petróleo no pueden convivir. George W. Bush y el Senado de Estados Unidos ya han elegido.

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