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Reportaje:

Recorte de participaciones minoritarias

Repsol YPF desinvierte en Petroken y PBB Polisur, dos filiales petroquímicas argentinas

Alejandro Rebossio

Repsol YPF ha desinvertido en Argentina en dos de sus compañías petroquímicas, un sector pujante de una economía en crecimiento. La empresa y los analistas explican que las ventas del 50% en Petroken y del 28% en PBB Polisur no responde a una estrategia de reducción del riesgo argentino, sino a desprenderse de participaciones minoritarias para concentrarse en negocios en los que mantiene el control y la gestión.

En enero pasado, la norteamericana Dow Chemical se quedó con el 100% de PBB Polisur, fabricante de polietileno en el polo petroquímico de Bahía Blanca, al comprarle el 28% que estaba en manos de Repsol YPF. En marzo le ha llegado el turno a Petroquímica Ensenada (Petroken), cuyo capital se repartía en partes iguales entre Repsol YPF y la germanoholandesa Basell (Basf y Shell), que tenía a su cargo la gestión. Repsol YPF le vendió a Basell su parte en esa productora de polipropileno y poleofinas situada en los suburbios de La Plata. A cambio, tomó el control de una planta de polipropileno que compartía con Basell en Tarragona.

La multinacional petrolera hispano-argentina prefiere concentrarse en aquellas empresas en las que mantiene el control y la gestión

El analista Rafael Ber, de la consultora Argentine Research, opina que desde la llegada de Antoni Brufau a la presidencia de Repsol YPF, el año pasado, la apuesta por el país suramericano se ha reforzado. "Es una cuestión de prioridad estratégica", justifica el director ejecutivo de la Cámara de la Industria Química y Petroquímica de Argentina, José María Fumagalli, sobre las desinversiones de la petrolera española. "No hay interés en continuar con inversiones donde sólo era productor de efectivo, sin el manejo de la estrategia de desarrollo. Prefiere invertir en reservas petroleras u otros negocios que domine", añade Fumagalli.

Repsol YPF no abandona la industria química de Argentina, que está utilizando más del 70% de su capacidad instalada y que es una de las que más crecen en este país, al 8,9% anual. Dentro de la estructura de la compañía existen dos plantas, en Ensenada y en Plaza Huincul, en la provincia patagónica de Neuquén. El año pasado, ambas produjeron 1,1 millones de toneladas, con lo que Repsol YPF batió su marcha histórica y se consolidó como la primera empresa petroquímica de Argentina, donde también están radicadas Solvay, Petrobras y Eastman Chemical. Su principal producción es la de metanol, pero también elabora aromáticos, solventes, entre otros bienes intermedios que se utilizan en las industrias de automoción, construcción, textil, agricultura, fertilizantes, pinturas, limpieza y envases.

La petrolera mantiene además su participación en una petroquímica que gestiona y en otra que no. La primera es Compañía Mega, que industrializa el gas natural en Bahía Blanca. El 38% pertenece a Repsol YPF, y el resto, a la brasileña Petrobras (34%) y Dow Chemical (28%). La otra compañía también es bahiense y es la fabricante de fertilizantes Profertil, cuyo capital se reparte en partes iguales entre Repsol YPF y la canadiense Agrium, que la gestiona. Ambas compañías surgieron del proceso de inversión petroquímica que se inició a fines de la década pasada -se desembolsaron 2.500 millones de dólares- ante las privatizaciones en el sector, la desregulación de los mercados y de los precios de las materias primas y la aparente estabilidad económica. Cuando en 2002 finalizaron esas inversiones, Argentina estaba en lo peor de su crisis, pero al año siguiente comenzó a recuperarse a un ritmo cercano al 9%.

La industria química necesita nuevas inversiones para continuar creciendo, pero los empresarios del sector requieren un horizonte claro. La reciente salida de la suspensión de pagos constituye un punto a favor, pues mejora el acceso al crédito externo de las compañías radicadas en Argentina, pero el economista jefe del Banco Mundial para Latinoamérica, Guillermo Perry, ha advertido de la falta de reglas de juego previsibles en la industria energética, clave para la petroquímica.

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