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MORTALIDAD HOSPITALARIA

Un comité no halló "alteraciones relevantes" en la mortalidad de 2004 del hospital de Leganés

El grupo de 14 médicos detectó omisiones en cuatro historiales de pacientes sedados en urgencias

Un comité formado por 14 médicos para analizar los fallecimientos en el hospital Severo Ochoa de Leganés no encontró "alteraciones relevantes" en la mortalidad en 2004. La comisión analizó las historias clínicas de 162 de los 211 pacientes fallecidos en urgencias ese año. Sólo halló cuatro casos de sedación terminal en los que la información del historial clínico estaba incompleta. La Comunidad de Madrid ha relevado temporalmente al coordinador de urgencias tras una denuncia anónima de utilizar dosis excesivas en las sedaciones a enfermos terminales. En 2003 archivó una denuncia similar.

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El comité concluyó recientemente que en 2004 "no se habían registrado alteraciones relevantes en los fallecimientos de los pacientes de hospitalización aunque en algunos casos existieron circunstancias que podrían haber favorecido la muerte pero que en sí mismas eran probablemente inevitables", según fuentes de la Consejería de Sanidad.

La comisión está formada por 14 médicos del centro (entre ellos el subdirector médico) y desde 2003 presta especial atención a los fallecimientos en urgencias. Ese año, y tras una denuncia anónima similar a la actual, una inspección de la Consejería de Sanidad de Madrid concluyó que no había "indicios de mala práctica en Urgencias", según la Junta técnico-asistencial del hospital.

La comisión médica afirma en su informe que "detectó fallecimientos en el área de urgencias en relación con tratamientos farmacológicos todos ellos pautados para sedación como indicación principal". Las historias de los pacientes sometidos a sedación terminal se separaron para su estudio posterior. Esta práctica incluye el uso de calmantes a enfermos terminales aún a costa de acortar la vida.

En sus conclusiones, el comité afirma que "se ha repetido la detección de varias historias en las que la información sobre el manejo y los procedimientos terapéuticos aplicados a algunos pacientes hacen difícil valorar con precisión la adecuación de los mismos". En total, el comité evaluó 162 historias de los 211 pacientes muertos en 2004 en urgencias. En 2003, fallecieron 235 pacientes en urgencias. La edad media de los fallecidos en el servicio fue de 81,1 años.

El grupo de expertos señala tres casos de sedación paliativa en los que las causas de este tratamiento no están suficientemente explicadas en el historial clínico. Además, señala otro fallecimiento en urgencias de un paciente que no fue sedado, como hubiera sido aconsejable.

La Consejería de Sanidad afirma que la mortalidad en Urgencias del Severo Ochoa es casi doble que en otros centros próximos. Los médicos del hospital de Leganés lo han achacado a la falta de camas en planta (por lo que los pacientes están mucho tiempo en urgencias) y a que la urgencia está acondicionada para atender a los enfermos terminales.

Tiempo de espera

El comité asegura: "Sigue apreciándose que algunos pacientes fallecidos en urgencias permanecieron demasiado tiempo en dichas dependencias. Algún paciente permaneció hasta seis días y no es raro encontrar historias con tres y cuatro días de estancia en la unidad. En opinión de la comisión, dicho área no es el lugar idóneo para el fallecimiento de pacientes cuya muerte es esperable pero no inmediata".

Tras la primera denuncia anónima por exceso de dosis en la sedación terminal, el hospital de Leganés realizó, a petición de la Consejería de Sanidad, un protocolo de actuación para la actuación en pacientes terminales. El presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, Xavier Gómez Batiste, afirma que esta guía para la sedación del paciente en situación terminal del hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid) "es absolutamente correcta".

En este texto se define la sedación terminal, y se indica que debe suministrarse con el "consentimiento explícito, implícito o delegado" del paciente. El "explícito" es el que da directamente el enfermo, y el "delegado" lo da un familiar cuando el paciente no esté en condiciones de hacerlo. "Por implícito se entiende cuando el paciente, por ejemplo, no está al tanto de la gravedad de su situación, pero tiene dolor, ahogos o angustia que hacen su situación terrible. Entonces hay que ir de forma gradual, preguntándole primero si quiere ayuda para pasar la noche. Luego se le pregunta si quiere que la ayuda se repita o se prolongue, y así hasta que se llega a la sedación terminal. En cada caso se le advierte de los posibles riesgos. Hay que tener en cuenta que, en algunos casos, decirle toda la verdad al paciente es contraproducente", afirma Gómez Batiste.

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