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Reportaje:

Dos hombres, dos modelos

El presidente Carlos Mesa y el indigenista Evo Morales mantienen un pulso con dos estilos antagónicos para Bolivia

Jorge Marirrodriga

Bolivia asiste desde hace meses al choque entre dos concepciones de lo que debe ser un Estado y de cómo debe organizarse la sociedad. La lucha la encarnan dos personas tan diferentes como el proyecto que defiende cada una. Por un lado, Carlos Mesa, presidente del país, partidario de una democracia liberal, y por otro, Evo Morales, líder indígena y principal figura de la oposición, quien afirma que sus modelo social está cercano al cubano de Fidel Castro o al venezolano de Hugo Chávez. Entre ellos, un país paralizado que busca la estabilidad.

Carlos Mesa es un periodista e historiador de ascendencia toledana, nacido en La Paz en 1953, hijo de dos prestigiosos historiadores del arte. Estudió en la capital boliviana y en Madrid. Comentarista mordaz muy popular en el país, su vida siempre estuvo ligada a los medios de comunicación hasta que desembarcó en la política de la mano del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, quien tras una sangrienta represión de las protestas de 2003 -con 70 muertos y más de 200 heridos- tuvo que dimitir y ceder el puesto a Mesa, quien no tiene detrás un movimiento político que le respalde.

El proyecto social de Morales gira en torno a Castro y Chávez, y el de Mesa, al liberalismo

Evo Morales es un líder sindical aymará que no terminó la educación primaria. Nacido en 1959 en Orinoca, en la provincia de Oruro (al sur de La Paz), sus padres no sabían escribir y de siete hermanos hoy sólo sobreviven tres. Su actividad política comenzó a los 13 años siempre ligado a los sindicatos indígenas cocaleros. Forzada por la miseria y el hambre, su familia se trasladó al Chaparé, y en 1988 Morales fue elegido dirigente de la Federación del Trópico. Es el líder del Movimiento al Socialismo (MAS), la segunda fuerza parlamentaria del país, y aspira a alcanzar la presidencia de Bolivia en 2007.

Bolivia es la nación más pobre de Suramérica, con dos tercios de sus nueve millones de habitantes bajo el nivel de pobreza y la que ha tenido más golpes de Estado; casi 200 en un siglo. Sin embargo, Bolivia siempre ha sido un país con grandes recursos naturales, desde la plata de Potosí en la época del imperio español, pasando por una poderosa minería de estaño durante el siglo XIX y parte del XX, hasta importantes reservas de petróleo y, especialmente, gas natural.

"Estamos en un avión cuyo piloto es presionado por diferentes grupos de pasajeros sobre el destino al que hay que viajar", señala el ex ministro de Educación Tito Hoz de Vila, quien denuncia que Mesa en vez de intentar poner en su sitio a los "pasajeros díscolos" trata de contentar a todos. "Lo ideal sería que entre los pasajeros hubiera algún piloto profesional", añade. El ejemplo hace referencia a que cuando Mesa -sin partido propio- llegó al poder uno de sus principales aliados fue precisamente Evo Morales.

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Con visiones antagónicas de lo que debía ser el país, ambos triunfaron el 18 de julio de 2004 en el llamado "referéndum del gas". El 92% de la población se mostró partidaria de que el Estado recobrara la propiedad de los hidrocarburos del país y el 86% aprobó la derogación de la ley vigente sobre el tema y la elaboración de una nueva. Y aquí llegó el problema. Morales es partidario de la nacionalización de empresas y que aquellas multinacionales a las que se les permita trabajar lo hagan pagando unas regalías del 50%. Mesa prefiere respetar los contratos firmados y crear nuevas empresas estatales que puedan entrar en el mercado.

Las discusiones dieron paso a la acción. Morales es un experto en la movilización sindical. Un ejemplo (otro récord boliviano): entre agosto de 2003 y febrero de 2005 se han registrado un total de 6.081 "acciones de conflictos", es decir, bloqueos y manifestaciones violentas. Mesa se niega a usar la violencia como hiciera su antecesor, pero es consciente de la sangría económica que suponen los bloqueos.

El respaldo esta semana del Parlamento a Mesa y el rechazo y hartazgo de la población hacia los bloqueos comandados por Morales han dejado al líder indígena políticamente aislado y han mermado considerablemente sus opciones presidenciales para 2007. Pero la Ley de Hidrocarburos sigue discutiéndose con encono en la Cámara baja. Se ha convertido en el símbolo de lo que debe ser Bolivia, y ni Mesa ni Morales están dispuestos a ceder.

El presidente de Bolivia, Carlos Mesa (izquierda), y el líder indigenista Evo Morales se saludan el pasado jueves.
El presidente de Bolivia, Carlos Mesa (izquierda), y el líder indigenista Evo Morales se saludan el pasado jueves.REUTERS

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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