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APERTURA EN LOS PAÍSES ÁRABES

Siria somete a la ONU un calendario de retirada de Líbano y saca ya a 6.000 soldados

El régimen de Damasco se compromete también a evacuar a sus servicios de inteligencia

Siria está quemando etapas. El presidente Bachar el Asad ha decidido en las últimas horas acelerar la solución del conflicto originado por la presencia de sus tropas en Líbano. En primer lugar ha ordenado a los primeros contingentes de soldados -6.000 de un total de 14.000- volver a casa antes de lo previsto, al tiempo que redactaba un calendario definitivo para la salida del resto de los militares y de los servicios de seguridad, un documento que el propio rais entregó ayer al enviado de Naciones Unidas, el noruego Terje Roed Larsen. El calendario se hará público la semana que viene.

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Un contingente formado aproximadamente por 6.000 soldados de infantería con su impedimenta ha salido en las últimas 48 horas definitivamente de Líbano. Atrás ha quedado ya tan sólo un cuerpo de expedicionarios compuesto por otros 8.000 soldados, que se están concentrando en el valle de la Bekaa, cerca de la frontera sirio-libanesa, con la esperanza de volver muy pronto a sus casas. A este grupo de soldados se le sumarán en breve los agentes de los servicios secretos que aún se encuentran en sus cuarteles de Trípoli, Sidón o Beirut.

El equipo de la presidencia siria decidió ayer, en otra muestra de diligencia, elaborar de manera aparentemente urgente el calendario de repatriación para el resto de las tropas. El propio Bachar el Asad entregó al emisario de Naciones Unidas, el diplomático Terje Roed Larsen, en una reunión que celebraron en la ciudad siria de Alepo, el programa de salida de estos últimos soldados. El documento será desvelado la próxima semana en Nueva York, una vez sea entregado al secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan.

Las dos decisiones del presidente sirio suponen la aceleración del programa inicialmente planteado por Damasco. Para empezar, había anunciado una retirada en calma y en dos etapas: la primera suponía la concentración de todas las tropas en el valle de la Bekaa antes de fin de marzo, para después iniciar no antes de mayo la segunda etapa con la salida definitiva de las tropas, incluidos los servicios secretos que operan en Líbano. En mayo está prevista la celebración de elecciones legislativas en este país mediterráneo.

En la misma línea de tranquilidad, el régimen de Damasco había anunciado también que el calendario definitivo de las salidas de las tropas iba a ser establecido a su debido tiempo por responsables de los Gobiernos de Líbano y Siria de manera conjunta en un plazo aproximado de un mes a partir de que llegara a la Bekaa el último contingente de tropas ocupantes. La intervención militar de Siria en Líbano empezó en 1976, autorizada por el Gobierno de Beirut y posteriormente por la Liga Árabe.

Bachar el Asad había anunciado hace pocos días a la revista Time su deseo de "no convertirse en un nuevo Sadam Husein". Fue una declaración pragmática, digna de su padre Hafez el Asad, que traducida al lenguaje coloquial quería decir que no deseaba dar excusas a la comunidad internacional y mucho menos a Estados Unidos para que actuase con mayor contundencia.

La prontitud con que Bachar el Asad se presta a cumplir la primera parte de la resolución 1.559 de Naciones Unidas contrasta, sin embargo, con el hermetismo que rodea el acatamiento de la segunda requisitoria de esa resolución, en la que se exige de manera clara, aunque sin citarla, el desarme de la milicia chií libanesa de Hezbolá y el cierre de los acuartelamientos y sedes de los grupos de la resistencia palestina en Damasco.

Desarme de Hezbolá

Los portavoces oficiales de Hezbolá han declarado en los últimos días su negativa a dejarse desarmar y disolverse, ya que en su opinión su presencia es un factor de la seguridad de Líbano, sobre todo en la zona sur, que es la más amenazada por las tropas israelíes.

La posición de Hezbolá es apoyada por amplios sectores de la oposición, incluido el líder druso Walid Yumblat, uno de los dirigentes de la revolución de los cedros que se ha negado hasta el momento a apoyar de manera clara todos los puntos de la resolución 1.559 y que ha pedido establecer un diálogo con los fundamentalistas chiíes.

Los dirigentes de la oposición libanesa son conscientes de que la clave de la gobernabilidad de Líbano pasa obligatoriamente por alcanzar un acuerdo con Hezbolá, convertida desde hace días en la proa de los sectores gubernamentales prosirios, tal y como lo demostró la manifestación celebrada el martes en Beirut en la que participaron un millón de personas, en su mayoría musulmanes chiíes.

Soldados sirios muestran un retrato del presidente Bachar el Asad en la frontera con Líbano.
Soldados sirios muestran un retrato del presidente Bachar el Asad en la frontera con Líbano.REUTERS

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