Una realidad sin definición
Ex diputado del Congreso y del parlamento de Vitoria y antiguo secretario general de Euskadiko Ezkerra, Kepa Aulestia es un gran conocedor y un lúcido analista del mundo nacionalista vasco radical que gira en torno a ETA; si sus artículos periodísticos son imprescindibles para entender la coyuntura política vasca, dos excelentes libros suyos han enriquecido también la nutrida bibliografía sobre la materia: Días de viento sur. La violencia en Euskadi (1992) y HB. Crónica de un delirio (1998).
Esta obra amplía las dimensiones temporales, espaciales y motivacionales de las manifestaciones mas extremadas y crueles de violencia política con el propósito de ofrecer una Historia general del terrorismo. El título se presta a equívocos: no se trata en realidad de un relato cronológico "con afán enciclopédico" sino de un ensayo "orientativo e interpretativo" cuyo propósito último es rastrear en las huellas del tiempo la existencia de elementos invariantes susceptibles de ser utilizados categorialmente como rasgos básicos de una definición unificadora. A lo largo de esa búsqueda abundan las observaciones perspicaces y las digresiones inteligentes; sirvan de ejemplo la descripción de ETA como un "terrorismo del bienestar", la contraposición entre el matar muriendo de los suicidas islamistas del siglo XXI y el morir matando de los populistas rusos del XIX o las advertencias sobre los efectos perversos de las medidas represivas contraproducentes. La amplitud y la precisión de los datos ofrecidos varían sensiblemente -no es un trabajo académico apoyado sobre notas a pie de página- en función de las épocas y de las organizaciones estudiadas; además de algunos deslices históricos (Paulino Pallás no consiguió en 1893 su propósito de matar al general Martínez Campos), los desequilibrios en la atención prestada a las diferentes experiencias nacionales crean huecos tales como la omisión de los años de plomo en Argentina.
HISTORIA GENERAL DEL TERRORISMO
Kepa Aulestia
Aguilar. Madrid, 2005
400 páginas. 19 euros
El viaje de Kepa Aulestia en busca de los materiales idóneos para construir el todavía inexistente edificio conceptual sobre el fenómeno terrorista se remonta hasta incluir a los zelotes, fundamentalistas judíos autoinmolados en Masada a finales del siglo I antes que rendirse a Roma, y a la secta ismailí de los Asesinos, que tomaron su nombre de Hasan-I-Sabbah a finales del siglo XI. Con el transcurso de los tiempos no sólo ha cambiado el repertorio letal utilizado por los activistas: la daga y el puñal, el revólver, la dinamita, el coche-bomba, los aviones de las Torres Gemelas, los gases, los virus o los trenes de la muerte de Atocha. También el brazo de los verdugos ha estado guiado en diferentes momentos por impulsos tan diversos entre sí como las creencias religiosas (judías, cristianas o musulmanas), los sentimientos identitarios (de carácter tribal o nacionalista) y las ideologías revolucionarias (deudoras de Saint-Just, Marx o Bakunin) o reaccionarias (los movimientos fascistas y la derecha autoritaria).
Tras situar en perspectiva
los precedentes decimonónicos (desde Narodnaia Volya hasta los anarquistas pasando por los fenianos), la resaca grupuscular armada de mayo del 68 (las Brigadas Rojas italianas y la Fracción del Ejército Rojo alemán), la fusión de guerrilla rural y urbana en Latinoamérica (Sendero Luminoso y el narcoterrorismo colombiano) y los movimientos nacionalistas (Irlanda y País Vasco), Aulestia presta especial atención a la violencia surgida del conflicto árabe-israelí (Hezbolá, Septiembre Negro, Hamás) y a la "galaxia Al Qaeda" como materialización del terrorismo global.
Este largo recorrido, sin embargo, no ofrece elementos suficientes para una definición unificadora de las variantes históricas, culturales, ideológicas y políticas del terrorismo. Ni siquiera existe un acuerdo general que permita acuñar una tipificación delictiva válida en todas las legislaciones nacionales. Consciente de esos obstáculos, Kepa Aulestia propone "una definición aproximativa" puesta al servicio de una "descripción analítica" de esa multiplicidad de fenómenos que sólo parecen tener en común el hecho de compartir la misma designación. Pero las discrepancias alcanzan incluso al nombre de la cosa: los terroristas de Al Qaeda, a quienes Estados Unidos ha declarado la guerra en todo el planeta, fueron pertrechados por los servicios de inteligencia norteamericanos para combatir contra la Unión Soviética en Afganistán durante los años ochenta en tanto que luchadores por la libertad.
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