Millares de personas ante la capilla ardiente del agente
Miles de ciudadanos desfilaron ayer por la capilla ardiente de Nicola Calipari, el agente secreto que murió tratando de proteger a una rehén recién liberada. El cuerpo fue instalado en el Altar de la Patria de la plaza Venecia de Roma, junto a una corona de flores enviada por el presidente de la República y a una bandera italiana.
La capilla ardiente se abrió a la una de la tarde y a las seis habían pasado ya por ella más de 10.000 personas. La cola era interminable y se decidió mantener la capilla abierta durante toda la noche. A las 11 de hoy estaba previsto el funeral de Estado en la iglesia de Santa María de los Ángeles.
Los primeros en rendirle homenaje fueron los máximos representantes del Estado, encabezados por el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi. También los compañeros de Calipari en el Servicio de Inteligencia Militar (Sismi) acudieron antes de que la sala fuera abierta al público, por razones de anonimato. La viuda, Rosa, funcionaria de la Presidencia del Gobierno, permanecía sentada a la cabecera del féretro, sin levantarse.
El cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado y número dos de la Santa Sede, expresó sus condolencias de forma especial al hermano del difunto, sacerdote y empleado de un dicasterio vaticano. Casi todos los políticos pasaron por la capilla ardiente a lo largo de la tarde y, cuando hicieron declaraciones, insistieron en reclamar a EE UU toda la verdad sobre las circunstancias del incidente.
El Gobierno subrayó que pese a este episodio mantendrá las tropas en Irak.
"La misión militar debe continuar porque consolida la democracia y la libertad en Irak", afirmó el ministro de Comunicación, Mauricio Gasparri, citado por la agencia estatal italiana ANSA.
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