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Moldavia quiere seguir el camino de Ucrania en las elecciones de hoy

Moldavia celebra hoy unas elecciones parlamentarias cruciales para el futuro de este pequeño país de poco más de cuatro millones de habitantes que ha dejado de mirar a Rusia como su principal socio y ha dado un viraje hacia la integración con Europa. Los comunistas en el poder han hecho suyos los lemas de los partidos opositores, y el presidente, Vladímir Voronin, se ha subido al carro de Ucrania y Georgia para formar un frente común que pretende moderar la influencia rusa en el espacio pos-soviético. Nadie duda de la victoria comunista y, según las encuestas, también entrarán en el Parlamento, que debe elegir al presidente, la derecha democristiana, los centristas de Moldavia Democrática y quizá los socialdemócratas.

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El principal problema de Moldavia son los separatistas del Transdniéster, apoyados por el Kremlin. Hace dos años Moscú trató de imponer a Chisinau un acuerdo que suponía el mantenimiento de tropas rusas en esa región hasta 2020 y daba enormes poderes a los separatistas, que formarían parte de Moldavia pero con derecho a independizarse. Voronin se negó a firmar aquel documento y desde entonces las tensiones han ido creciendo. Llegaron a su apogeo en vísperas de los comicios, con deportaciones desde Moldavia de ciudadanos rusos y amenazas de sanciones por parte de Moscú.

Integración europea

Voronin, que llegó al poder en el 2001 con la consigna de un mayor acercamiento a Rusia, declaró que la "prioridad absoluta" de Moldavia es ahora la integración europea. Dentro de dos años, Moldavia tendrá frontera con la Unión Europea -Rumania ingresará entonces- y su vecina Ucrania también espera formar parte de la UE.

Éstas son las primeras elecciones que se realizan en la zona después del triunfo de la revolución naranja ucrania, proceso que ha influido en la política moldava. Cuando el presidente estadounidense, George W. Bush, dijo recientemente en Bratislava que esperaba que la democracia también triunfara en Moldavia, muchos creyeron que estaba dando luz verde a una nueva revolución parecida a las que hubo en Ucrania y Georgia. Pero Voronin decidió contraatacar y presentarse como aliado de los presidentes ucranio, Víktor Yúshenko, y georgiano, Mijaíl Saakashvili. Realizó una visita inesperada a Kiev, donde fue recibido por Yúshenko, y el jueves pasado Voronin se entrevistó con Saakashvili. Así se ha sellado una alianza para revitalizar la unión regional de Georgia, Ucrania, Uzbekistán, Armenia y Moldavia, vista en el Kremlin como inspirada por Estados Unidos contra Rusia.

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