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La periodista liberada en Irak afirma que su coche recibió 300 tiros y que no iba deprisa

La fiscalía italiana abre un sumario por "homicidio" tras la acción de las tropas de EE UU

Enric González

El automóvil en el que viajaban la periodista Giuliana Sgrena y tres agentes secretos italianos no circulaba a gran velocidad como afirma el Gobierno estadounidense, y recibió al menos 300 impactos de bala durante varios minutos sin que los soldados americanos intentaran identificar a sus víctimas. Eso declararon ayer ante dos fiscales de Roma la propia Sgrena y el agente herido que regresó a Italia con ella. Los fiscales abrieron un sumario por "homicidio voluntario agravado e intento de homicidio" tras la acción de la patrulla de EE UU que el viernes convirtió la liberación en una tragedia.

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La muerte del jefe del servicio secreto italiano en Oriente Próximo, Nicola Calipari, en un tiroteo que se hacía más incomprensible a medida que pasaban las horas, y las contradicciones entre la versión de Roma y la de Washington convirtieron el extraño incidente en una fuente de dolor y tensión política. La enviada especial del diario Il Manifesto llegó a Roma a las 10.55, muy débil y con el rostro tumefacto, y tras ser ingresada en un hospital declaró ante los investigadores judiciales.

Sgrena y el agente que sufrió heridas leves se reunieron con los fiscales Franco Ionta y Pietro Saviotti a primera hora de la tarde en el hospital militar de Celio. Un segundo agente, gravemente herido, permanecía en un hospital militar de Bagdad. El cadáver de Calipari fue repatriado por la noche y recibido por el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, y el jefe de Gobierno, Silvio Berlusconi.

"No íbamos muy rápidos, dadas las circunstancias, y no nos dieron tiempo a explicar que éramos italianos", aseguró la periodista herida. El agente, a su vez, declaró a los fiscales que "los disparos no podían justificarse por la velocidad del automóvil, la marcha era regular y no propiciaba ningún equívoco". Los dos interrogados añadieron que no encontraron ningún puesto de control y que a unos 700 metros de la entrada del aeropuerto, en una zona considerada "segura", un blindado estadounidense les iluminó con un foco. De inmediato empezó el ametrallamiento. El vehículo en el que viajaban, presumiblemente blindado, recibió al menos 300 impactos de bala, quizá 400, en el espacio de varios minutos.

Calipari, jefe del equipo de agentes que había negociado con los secuestradores de Sgrena, viajaba en el asiento de atrás con la periodista y al escuchar el primer tiro se lanzó sobre ella para cubrirla. Un balazo en la cabeza acabó con su vida. "Le abracé dos veces en el espacio de una hora; la primera, cuando me liberó, la segunda, cuando comprobé que estaba muerto y que había dado su vida para salvarme", dijo Sgrena.

Pier Scolari, compañero sentimental de Giuliana Sgrena, que viajó a Bagdad y volvió con ella en el avión fletado por el Ministerio de Defensa, afirmó que la periodista había recogido "un puñado de casquillos" del asiento del automóvil atacado. Sgrena se encontraba bajo los efectos de la morfina porque la cicatriz de la operación de urgencia practicada en Bagdad, para extraerle una esquirla de bala alojada en un pulmón, y la clavícula rota le causaban grandes dolores. Cargaba además con la tensión de cuatro semanas de secuestro. "Permanecí siempre en la misma casa y entre los secuestradores había una mujer", testimonió ante los fiscales. Añadió que no la trataron con especial crueldad.

Scolari declaró, basándose en sus conversaciones con Sgrena y el agente a bordo del avión, que "toda la cadena de mando" había sido advertida de que el coche se dirigía al aeropuerto, donde esperaba un grupo de militares italianos. "Puede haber sido un error o puede haber sido una emboscada", dijo, "porque Giuliana [Sgrena] había sido advertida de que los americanos no la dejarían volver viva a casa. No sé cuál es la hipótesis más inquietante, si la del error o la del ataque deliberado. El hecho es que se ponen armas potentísimas en manos de chiquillos atemorizados".

"Un auténtico asesinato"

El director del diario de izquierdas Il Manifesto, Gabriele Polo, tampoco creía en las explicaciones iniciales de Washington. "¿Un error de comunicación? Para mí fue un auténtico asesinato, porque aquellos imbéciles enloquecidos siguieron disparando sobre gente indefensa", declaró. Fuentes de los servicios secretos italianos consideraron imposible la hipótesis de una emboscada voluntaria por el hecho de que ponía "en peligro la cooperación con los aliados".

La secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, telefoneó ayer al ministro italiano de Asuntos Exteriores, Gianfranco Fini, para insistir en lo que ya había prometido la víspera George W. Bush en una llamada a Silvio Berlusconi: que los hechos serían investigados a fondo. Eso mismo exigió el presidente Ciampi: "Corresponde a Estados Unidos aclarar este episodio doloroso y trágico". Ciampi anunció la concesión de la Medalla de Oro al Valor Militar, a título póstumo, al agente Nicola Calipari, cuyo cadáver será sometido hoy a una autopsia. Calipari recibirá el lunes un funeral de Estado con la asistencia de las máximas autoridades.

El féretro con los restos del agente Nicola Calipari, muerto en Irak, a su llegada a Roma.
El féretro con los restos del agente Nicola Calipari, muerto en Irak, a su llegada a Roma.REUTERS

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