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Entrevista:BIOLOGÍA | Sentido del olfato

El 1,4% de los genes humanos identificados está dedicado a percibir olores

En principio no parece evidente que exista relación alguna entre el cine de Woody Allen y un ratón. Y sin embargo, la hay. El punto en común es la clonación a partir de la nariz. Quien ha desvelado semejante asociación es uno de los protagonistas de la historia, Peter Mombaerts, jefe del Laboratorio de Neurogenética de la Universidad Rockefeller, que ha participado en el ciclo de conferencias organizado por el Instituto Cajal (Madrid) bajo el título La neurobiología del siglo XXI.

Mombaerts ha trabajado al lado de Richard Axel, quien junto a Linda Buck recibió el último premio Nobel de Medicina por, entre otras cosas, hallar que las distintas combinaciones de receptores olfativos permiten distinguir casi 10.000 olores complejos. Aunque no ha sido incluido entre los galardonados ha aportado importantes descubrimientos para la comprensión del funcionamiento del sistema olfativo.

El órgano que capta las señales sexuales está atrofiado en humanos pero tiene capacidad

Precisamente en el desarrollo de sus experimentos es donde entran en escena un ratón llamado Harvey y el cineasta neoyorquino. En su película El Dormilón (Sleeper, 1973), Allen hacía explotar por los aires a uno de los personajes, de modo que sólo quedaba de él la nariz. Partiendo de ella los científicos de la ficción lograban clonar al individuo completo. Pues bien, Harvey ha sido creado de una forma similar. En su caso, el punto de partida para la clonación fue una neurona olfativa y la técnica empleada la que también dio la vida a la oveja Dolly, la transferencia nuclear.

Al margen de la anécdota, el laboratorio de Mombaerts emplea la clonación básicamente para "estudiar los mecanismos genéticos que hacen que nuestra nariz funcione como lo hace". De hecho, ha sido su equipo el que ha descubierto los genes implicados en el más inquietante de los dos sistemas olfativos que poseemos, el vomeronasal. Éste se encarga de detectar las conocidas feromonas y en general, todos los olores relacionados con el género, la sexualidad y el territorio. En otros mamíferos estaba clara la existencia de un órgano vomeronasal, pero en los humanos los datos no acababan de confirmar su presencia o ausencia. Ahora se sabe que en el Homo sapiens "el órgano que capta las feromonas está atrofiado, pero las evidencias moleculares indican que la capacidad está ahí, aunque todavía no sabemos cómo funciona", afirma Mombaerts. Y no sólo hay pruebas genéticas, sino que "se ha visto que las mujeres sincronizan sus ciclos menstruales" y lo hacen a través de los sutiles aromas que el sistema vomeronasal capta.

"Nuestro olfato es mucho mejor de lo que pensamos", asegura el experto estadounidense. Y debe ser así, a juzgar por el espacio que ocupa en el genoma. El 1,4% de los genes identificados son receptores olfativos. En número suponen 350 fragmentos de ADN y, aunque en los ratones son 1.200 "es un número muy importante", comenta Mombaerts.

Pero además de ser uno de los mayores expertos en el sistema olfativo, Mombaerts es un conocido defensor de la clonación para la obtención de células madre embrionarias. A la pregunta sobre el verdadero potencial de esta línea terapéutica que en muchas ocasiones se presenta como la gran solución del siglo XXI, Mombaerts aclara que en realidad "es un campo de investigación muy pequeño. Sólo alrededor de 10 laboratorios de todo el mundo trabajan en esta área porque la técnica de transferencia nuclear es muy difícil de realizar y muy pocos están preparados para hacerlo". En cuanto a las posibilidades que se pueden contemplar hoy por hoy, "sería el tratamiento de enfermedades que requieran el trasplante de un solo tipo de células como la diabetes tipo 1, el Parkinson o regenerar la piel". En su opinión, no es posible por el momento crear órganos o tejidos complejos con diferentes clases de células.

En cualquier caso, si su laboratorio se decidiera a hacer experimentos con la clonación reproductiva en humanos ya tendría asegurado su primer cliente. Cuando Woody Allen supo de la existencia del ratón Harvey y del proyecto Sleeper escribió una carta a Mombaerts para felicitarle por su trabajo en la que añadía que no estaba interesado en conocer al roedor, pero que si conseguía unas cuantas células de Angelina Jolie, sin duda, iría a verle.

Peter Mombaerts, durante su estancia en Madrid.
Peter Mombaerts, durante su estancia en Madrid.ULY MARTÍN

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