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Reportaje:

La búsqueda del calmante definitivo

La investigación se centra en las guindillas, la nicotina y toxinas mortales de caracoles y peces

A pesar de todos los avances médicos, los principales fármacos utilizados hoy contra el dolor son básicamente los mismos que se usaban en la antigüedad. Hipócrates ya escribió sobre los efectos calmantes de la corteza y las hojas del sauce en el año 400 antes de Cristo. Mucho antes, ya se cultivaba opio. La aspirina y la morfina, basadas en las sustancias activas de estos remedios tradicionales, se aislaron en el siglo XIX y contribuyeron a cimentar la industria farmacéutica moderna. Pero ahora los científicos están buscando nuevas formas de combatir el dolor. Esta actividad ha recibido un nuevo impulso por la reciente retirada del analgésico y antiinflamatorio Vioxx y las dudas que rodean la seguridad de pastillas similares. A estas preocupaciones hay que añadir los problemas por abuso de calmantes narcóticos.

Se necesitan nuevos tipos de calmantes que funcionen de forma totalmente distinta
El primer analgésico nuevo en dos décadas es una toxina de unos caracoles marinos

"Existe un gran vacío, y nadie lo está llenando", afirma Remi Barbier, director general de Pain Therapeutics, una empresa de California que, como otras muchas, lo está intentando. Y puede que algunos de los nuevos tratamientos provengan de elementos de la naturaleza que calman o pican, como la marihuana, las guindillas picantes, la nicotina y toxinas mortales de caracoles y peces. Aunque la retirada de rofecoxib (Vioxx) deja más espacio para los recién llegados, también dificulta su desafío. No sólo ha sido difícil superar a los opiáceos y a la aspirina, sino que se espera que ahora la Food and Drug Administration (FDA), la agencia del medicamento estadounidense, exija más pruebas de que los fármacos son seguros antes de aprobarlos. Pero lo que actualmente tienen a su favor los científicos es una comprensión más detallada, aunque todavía incompleta, de los mecanismos moleculares del dolor. El objetivo es crear fármacos que bloqueen partes concretas del mecanismo, evitando a la vez los efectos secundarios de los opiáceos y de antiinflamatorios como la aspirina.

Los especialistas afirman que el dolor ha recibido una atención y un tratamiento inadecuados. "Históricamente, el dolor se ha percibido como un síntoma de otras cosas más importantes", explica Russell Portenoy, director de la unidad del dolor y cuidados paliativos del Beth Israel Medical Center de Nueva York. Pero ahora, dice, cada vez se es más consciente de que "el dolor crónico es en sí mismo una enfermedad, y una enfermedad compleja".

Los opiáceos, como la morfina, se aplican para el dolor más agudo. Pero los fármacos tienen efectos secundarios, entre ellos estreñimiento y lentificación de la respiración. Los usuarios pueden volverse tolerantes, lo cual significa que cada vez necesitan dosis más altas, o adictos a los medicamentos. La aspirina y medicamentos similares como el naproxeno y el ibuprofeno son denominados fármacos antiinflamatorios no esteroideos o AINE, y se utilizan para dolores menos agudos. Bloquean ciertos elementos químicos que contribuyen a la inflamación, pero también pueden provocar úlceras de estómago y hemorragias.

Algunas actividades para desarrollar mejores calmantes se centran en variaciones de los tratamientos ya existentes. Por ejemplo, DOV Pharmaceutical se encuentra en las últimas fases de prueba de un fármaco, bicifadina, para el dolor lumbar. Al igual que algunos antidepresivos, ayuda a prolongar la acción de dos elementos químicos del cerebro, la serotonina y la norepinefrina. NicOx, una empresa francesa, está probando un fármaco que se descompone en el cuerpo como naproxeno y un elemento químico que libera óxido nítrico. El óxido nítrico desempeña numerosas funciones en el cuerpo, incluyendo la dilatación de las arterias. Unos primeros ensayos indican, aunque no de forma definitiva, que el fármaco podría presentar menos riesgos gastrointestinales y cardiovasculares que otros AINE.

Pero los expertos afirman que también se necesitan nuevas categorías de calmantes que funcionen de forma totalmente distinta. Uno de esos fármacos, llamado Prialt, fue aprobado por la FDA en diciembre. Es una versión sintética de una toxina que algunos caracoles marinos del Pacífico Sur utilizan para paralizar a su presa. El fármaco impide la transmisión de señales de dolor a través de los nervios, bloqueando canales por los que fluyen los iones de calcio a las células nerviosas. "Éste es el primer analgésico verdaderamente nuevo en dos décadas", señala Lars Ekman, director de investigación y desarrollo de Elan, la empresa irlandesa que desarrolló el fármaco. Afirma que éste no es adictivo y que tiene una potencia 1.000 veces superior a la morfina.

Potente, sí lo es, pero también problemático. Para minimizar efectos secundarios tan diversos como alteraciones del ritmo cardiaco y alucinaciones, el fármaco debe inyectarse directamente al fluido que rodea la médula espinal con un catéter y una bomba implantada. Eso, al igual que la aprobación de la FDA, limitará su uso, que está indicado sólo para dolor agudo que no responda a otros analgésicos.

La empresa Neuromed Tecnologies de Vancouver asegura disponer de un bloqueador del canal de calcio que es lo suficientemente seguro como para administrarse por vía oral. Pero el fármaco sólo se encuentra en el primer estadio de los ensayos clínicos, de modo que todavía no hay pruebas reales de su seguridad y eficacia. Otro enfoque es bloquear los canales del sodio. Así es como funcionan los anestésicos locales administrados por los dentistas. Wex Pharmaceuticals, de Vancouver, está probando cantidades diminutas de una toxina del fugu o pez globo, una peligrosa exquisitez en Japón.

Las guindillas picantes son menos mortíferas, pero su sustancia principal, la capsaicina, puede provocar un dolor intenso cuando se introduce en la boca o se frota contra la piel. La exposición a ella insensibiliza y daña temporalmente los sensores del dolor. Algunas pomadas analgésicas sin receta médica contienen capsaicina. NeurogesX, de San Carlos, California, está desarrollando un parche con altas concentraciones de capsaicina que se aplica sobre la piel durante una hora en la consulta de un médico. Se utilizaría un anestésico local para suavizar el dolor provocado por el propio tratamiento. Pero una vez se retira el parche, el dolor en esa zona disminuye durante semanas, según han demostrado los estudios de la empresa. AlgoRx, de Secaucus, Nueva Jersey, está desarrollando una formulación de capsaicina que puede inyectarse en las articulaciones o extenderse sobre las heridas quirúrgicas.

Expertos como Basbaum y Woolf, asesores de varias empresas farmacéuticas, dicen que controlar el dolor podría requerir una combinación de fármacos que afecten a diversos mecanismos, al igual que el cáncer se trata con combinaciones. Al final, señalan, el objetivo será diseñar un tratamiento a medida para cada paciente basado en los mecanismos subyacentes al dolor de esa persona. No se espera que lleguen al mercado nuevos fármacos durante unos años, y puede que muchos fracasen o tengan efectos secundarios inaceptables.

Unidad de dolor posquirúrgico del hospital Macarena de Sevilla.
Unidad de dolor posquirúrgico del hospital Macarena de Sevilla.ALEJANDO RUESGA

Derivados de la marihuana

También se están estudiando los derivados de la marihuana. "Desde luego, con la marihuana se dispone de miles de años de experiencia humana en que, además de los efectos psicoactivos, también hay efectos medicinales", afirma James E. Shipley, vicepresidente primero de desarrollo clínico

y asuntos médicos

de Indevus Pharmaceuticals, en Lexington, Massachusetts. "El problema hasta ahora es que no puedes tener unos sin los otros". Indevus está ensayando un fármaco basado en un elemento químico en el que se convierte la principal sustancia de la marihuana en el cuerpo. En voluntarios sanos, afirma Shipley, el fármaco no provoca efectos psicoactivos. Pero sólo se ha realizado un pequeño ensayo para demostrar que el fármaco ofrece una mejor analgesia que placebo.

La empresa británica GW Pharmaceuticals va muy por delante. Afirma que está a punto de conseguir la aprobación de Canadá para comercializar un espray bucal derivado de la marihuana como tratamiento para el dolor neuropático en pacientes con esclerosis múltiple.

La nicotina, la sustancia venenosa del tabaco, también posee efectos calmantes. Empresas como Abbott Laboratories y Targacept, que una vez formó parte de la tabacalera RJ Reynolds, están realizando unos primeros ensayos con fármacos diseñados para unirse a algunos de los receptores corporales de la nicotina, pero sin ser adictivos.

Pero hay más. Rinat Neuroscience, de Palo Alto, California, y Genentech están trabajando juntos en un anticuerpo que bloquea el factor de crecimiento nervioso, una proteína creada por el cuerpo que estimula el crecimiento de las células nerviosas. Genentech inicialmente probó el factor de crecimiento para ver si detenía las lesiones nerviosas causadas por la diabetes. Pero los pacientes a los que se les administró el fármaco experimentaron un dolor agudo. Resulta que el factor de crecimiento nervioso desempeña una segunda función: se libera después de una lesión y ayuda a activar la ruta del dolor. De modo que las empresas suponen que bloquearlo detendrá el dolor.

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