El ministro francés de Finanzas, al borde de la dimisión
El jefe de Gobierno da a Hervé Gaymard 48 horas para aclarar el escándalo de su vivienda
La suerte del ministro de Finanzas francés, Hervé Gaymard, pendía ayer de un hilo. Fuentes de su propio ministerio, citadas por la cadena de televisión LCI, aseguraban que el primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, le había dado 48 horas para aclarar las contradicciones en las que ha ido incurriendo desde que saliera a la luz que ocupaba una vivienda de 600 metros cuadrados en París a un coste de 14.000 euros al mes para el erario público.
La gota que parece haber desbordado el vaso de la paciencia de Raffarin -y el probable fin de la protección del presidente Jacques Chirac- fue una entrevista publicada ayer en el semanario Paris Match en la que Gaymard asegura que no tiene vivienda propia, cuando el miércoles se había visto obligado a admitir que había alquilado por 2.500 euros el piso de 200 metros cuadrados del que es propietario en París.
Hervé Gaymard protagonizó la sorpresa en diciembre cuando Chirac le empujó desde el ministerio de Agricultura para que ocupara la cartera de Finanzas, dejada vacante por Nicolas Sarkozy al hacerse cargo del partido gubernamental, la UMP. A sus 44 años, el hijo de un zapatero de un pueblo de Saboya parecía llamado a una fulgurante carrera. Licenciado en la ENA, la escuela que monopoliza las élites francesas, tiene ocho hijos. Un detalle, este último, que está en el origen de sus actuales problemas.
En el ministerio de Agricultura el matrimonio Gaymard disponía de una casa lo suficientemente espaciosa como para albergar a toda su prole, pero en la sede de Finanzas en Bercy no sucedía lo mismo; había dos apartamentos, aunque separados. El ministro optó por alquilar una vivienda a cargo del Estado. Escogió uno de los barrios más caros de París y decidió alquilar dos plantas de 300 metros cuadrados cada una por un total de 14.000 euros mensuales. La remodelación y la escalera para conectar las dos plantas costó 31.800 euros.
Una semana en la mansión
La familia Gaymard llevaba una semana instalada en su mansión cuando la revista satírica Le Canard Enchaîné publicó la información. La noticia cayó como una bomba porque, además, Gaymard estaba pidiendo a los franceses que "se desintoxicaran" del dinero público. Pero su primera reacción fue justificarlo con el argumento de que su actuación había sido completamente legal. El primer ministro Raffarin, sin embargo, no dudó en cortar por lo sano y en cuestión de horas emitió un decreto fijando en 80 metros cuadrados el tope de lo que pague el Estado, más 20 metros cuadrados por hijo.
Gaymard anunció entonces que dejaba la vivienda y que pagaba de su bolsillo los gastos que había originado. Y a continuación pasaba a la ofensiva. "No me voy a dejar clavar con un alfiler como una mariposa cuando estoy limpio como una moneda nueva y trabajo como un loco por la República", decía el jueves en el diario Le Figaro. Tanto en el palacio del Elíseo como en Matignon respiraban hondo y daban por cerrada la crisis.
Pero aquella misma tarde Le Monde desvelaba que el ministro era propietario de un piso de 200 metros cuadrados en el bulevar Saint-Germain que tenía alquilado por 2.500 euros al mes. Y ayer salía a la calle la edición de Paris Match en la que Gaymard justificaba su actuación. "Si no fuese hijo de un zapatero sino de un gran burgués no tendría problemas de vivienda. Tendría mi propio piso y todo este asunto no habría existido", aseguraba.
Las peticiones de dimisión se convirtieron en clamor. Desde la izquierda, el secretario general del Partido Socialista, François Hollande, criticaba el silencio de Chirac porque estaba en juego "la credibilidad, la autoridad y la imagen del Gobierno". Sin embargo, la intervención más demoledora fue la del anterior titular de Finanzas, Nicolas Sarkozy, quien se refirió a "las dificultades cotidianas que padecen muchos franceses" y a la inevitable "reflexión" que harán sobre el uso del dinero público.
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