Qué bichito será, qué bichito
El cine español tiene bichitos, se ha dicho esta semana con cierto cachondeo, tratando de encontrar un nuevo escándalo. Pero el problema no es sólo del cine español: mala suerte, pues, para quienes insisten en buscar bullicio por los rincones. Las filmotecas de todo el mundo llevan años preocupadas por la aparición de unos microorganismos que con implacable tenacidad están destruyendo las imágenes del celuloide.
Los de la Filmoteca española, afortunadamente en tierra de secano (es más grave para las que se encuentran en lugares húmedos), no se han dormido en sus laureles, y tratan de plantar cara a esas bacterias asesinas. Desde hace tiempo trabajan codo a codo con la Facultad de Biología, el Instituto de Ciencia y Tecnología de Polímeros, los laboratorios Foto Film e instituciones internacionales, empeñados todos en descubrir las causas de esta biodegradación que puede acabar destruyendo la memoria cinematográfica. Otros, como el productor Enrique Cerezo, de Video Mercury, encuentran una solución transitoria recuperando digitalmente las películas, lo que se está traduciendo en una magnífica colección de DVD. Aviso para coleccionistas exigentes.
Pero, ay, la Filmoteca requiere más ayudas para que la investigación no decaiga y se pueda prevenir el desaguisado. Gobierno tras Gobierno reciben promesas, palmaditas en los hombros y alguna declaración triunfante cuya realidad se apaga al mismo tiempo que las luces de los fotógrafos. Los ministros y ministras deberían tomarse más en serio las actividades de la Filmoteca y no sólo cuando toca discurso. Ayer mismo hubo uno más con motivo de la presentación de un bello libro-memoria que se ha editado ahora por el 50º aniversario de la Filmoteca. Un libro apasionante y con alguna anécdota de relieve como la famosa de Luis García Berlanga, que dejó de ser director de la Filmoteca al llegar Pilar Miró a la dirección general de Cine. Lugar, el estreno de Los santos inocentes con presencia del ministro Solana, que saluda afectuosamente a Berlanga: "Qué alegría verte, Luis, esta mañana he firmado algo tuyo", y dirigiéndose a Pilar, "¿Qué he firmado hoy de Berlanga?", y ella, sin inmutarse, responde: "¡El cese!".
La brillante trayectoria de la Filmoteca comenzó en 1953 gracias al impulso de unos cuantos entusiastas. Continúa viva por la misma razón: el esfuerzo de unas gentes que hacen milagros, sin medios, sin dinero... Ni siquiera pueden preparar técnicamente a los más jóvenes para que su lucha continúe. Así pues, aún más gordo que los bichitos y las bacterias que van devorando las películas, es la pertinaz penuria de medios para conservarlas.
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