"Es más sano contemplar las nubes que tomar psicofármacos"
Hans Magnus Enzensberger (Kaufbeuren, Alemania, 1929) busca desesperadamente un cenicero en el Goethe Institut de Barcelona. Cuando al fin lo encuentra, se sienta en una butaca, enciende un cigarrillo, sonríe con aire travieso y se declara, en un castellano casi perfecto, a punto para la entrevista. Enzensberger, uno de los grandes humanistas europeos de la actualidad, premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2002, ha venido a Barcelona para presentar su último libro de poemas, Historia de las nubes (La Poesía, Señor Hidalgo), pero su amplia curiosidad intelectual le hace susceptible de abordar cualquier tipo de temas: desde la poesía hasta la ciencia, pasando por la política y las matemáticas. La primera pregunta trata sobre el título del libro. "Soy consciente de que Historia de las nubes suena a una especie de escapismo", responde con una sonrisa. "En el fondo", añade, "con todo el caos que generan la vida en común, las noticias y la política es normal que uno quiera escaparse. Por otra parte, desde un punto de vista científico, el clima y las nubes no son algo que deba tomarse a la ligera. Lo que hago es adoptar una distancia respecto a las cosas cotidianas. Pienso que es más sano contemplar las nubes que tomar psicofármacos".
La ironía y la ciencia están presentes en la obra. "Me interesa la ciencia y la figura del científico. Por un lado, los científicos ven el mundo de la ciencia y hablan de planetas situados a miles de años luz y, por el otro, tienen una vida cotidiana, con problemas en la familia, enfermedades y la proximidad de la muerte. Es un contraste curioso. Cuando trabaja en su disciplina, el científico es un intelectual teórico, casi esotérico, especialista en asuntos muy complejos, pero después tiene que enfrentarse al mundo cotidiano", comenta el escritor, que recuerda que, pese a todo, la poesía sigue siendo el centro de su obra. "La gente no lee mucha poesía, pero estoy convencido de que sin ella yo no sería escritor. La poesía es el núcleo de mi obra. Es poco eficaz en términos políticos, pero me permite expresar lo que siento". Enzensberger publicó su primer libro de poemas, Defensa de los lobos, en 1957, y reconoce que su estilo ha evolucionado. "En mi primer libro la voz era mucho más... chillona. Supongo que era por culpa de la situación política que entonces vivía mi país. Estaba obsesionado por los 12 años de nazismo que había soportado de niño. Después me di cuenta de que no podía convertir el hecho de ser alemán en una profesión".
En uno de los poemas de su nuevo libro escribe que ya va siendo hora de escribir sobre la patata. "Aquí creo que no encajo con la tradición alemana, marcada por la filosofía y por el pensamiento abstracto", responde sonriendo. "Pero, pienso", continúa, "que hay que contrapesar todo esto con el sentido común de la vida vivida, no sólo pensada. En la poesía hay muchas voces. El lenguaje no es propiedad de los poetas, sino de todo el mundo".
El autor explica que cada vez le interesa más elegir sobre qué escribir. "Últimamente he escrito sobre la ciencia y sobre hechos que parten de una observación y no de la pura abstracción. Ya hay gente que hace de la opinión abstracta un oficio, pero a mí no me interesa la visita de Bush a Europa. Admiro a los periodistas que reciben la noticia y en dos minutos son capaces de tener una opinión, de escribirla y de cuadrarla en una cantidad precisa de líneas, pero eso no va conmigo". El amor sigue estando presente en su obra y él lo considera "inevitable, ya que lo abarca todo". "Hay poetas especializados en el amor; otros en la política; otros en la muerte... Es legítimo, pero a mí no me gusta poner límites a mi poesía".
Enzensberger, que escribió un libro sobre Durruti, ha publicado un libro de viajes por España y ha traducido al alemán a algunos autores españoles, dice que de momento no tiene ningún otro proyecto sobre este país. "En Europa, afortunadamente, ahora todos somos plurinacionales. Hay gente que tiene un amor en Dinamarca y una casa en Italia o en otro país europeo. Por no hablar de negocios. Pienso que en la Europa actual los jóvenes viajan mucho más que antes. Esto es bueno y en este sentido puede decirse que Europa es un éxito. No la de las comisiones, los funcionarios, la de Bruselas..., sino la de la vida en común. A ésta yo la llamo la Europa real, frente a la institucional, que ha generado demasiada burocracia".
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