Cómo estropear a Aldrich
Robert Aldrich está de moda, como muchos de sus compañeros de la llamada generación de la violencia, integrada por autores de la valía de Sam Peckinpah, Don Siegel, Richard Fleischer o Sam Fuller. Lo malo es que los jóvenes que planean en la actualidad nuevas versiones de algunas de sus películas no acaban de comprender dónde residía su talento: en una visión casi suicida de la vida, en otorgar un toque eminentemente sucio a sus ambientes y algo enfermizo a sus historias, y en indagar en el lado más oscuro de sus personajes. El director John Moore y el guionista Edward Burns acaban de estropear toda la carga de profundidad y buena parte de los hallazgos narrativos de Aldrich con su nueva versión de El vuelo del Fénix, película de 1965 protagonizada en su día por James Stewart.
EL VUELO DEL FÉNIX
Dirección: John Moore. Intérpretes: Dennis Quaid, Giovanni Ribisi, Tyrese Gibson, Miranda Otto. Género: aventuras. EE UU, 2004. Duración: 113 minutos.
Con un filme que prácticamente cuenta lo mismo que su original (un avión se estrella en el desierto y sus pasajeros deciden fabricar otro más pequeño con los pocos restos que han quedado sin destruir), resulta llamativo cómo lo único que se puede salvar de él es su mínimo entretenimiento. El reflexivo retrato de personajes trazado por Aldrich se ve hundido por un aire de usar y tirar falsamente juvenil en el que predominan las exposiciones de músculos y de testosterona. La magnífica utilización de las elipsis en el filme original se desecha en aras de la explicitud. Y, por último, aunque la sorpresa final sobre las peculiaridades del personaje del ingeniero aeronáutico se revelan en el mismo momento, en la nueva versión se da una innecesaria pista anterior que puede fastidiar la sorpresa.
Está casi a punto una nueva versión de Rompehuesos y se planean otras de ¿Qué fue de Baby Jane? y de Doce del patíbulo, todas producidas, al igual que El vuelo del Fénix, por William Aldrich, hijo (de 60 años) de Robert. El concepto vivir de las rentas toma cuerpo en él.
Babelia
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