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Reportaje:MIQUEL BARCELÓ | GRANDES REPORTAJES

El país del artista

El pintor mallorquín lleva cerca de dos décadas de colaboración con EL PAÍS. El 'stand' de este periódico en la feria Arco 2005, que se inaugura el próximo jueves, muestra las piezas exclusivas que el artista ha ido creando a lo largo del tiempo como obras de arte para los lectores.

1986. LOS 10 AÑOS DE 'EL PAÍS'

El primer homenaje

"El cuadro de los 10 años de EL PAÍS tiene una luz en diagonal de una lámpara, un diario abierto y una columna de humo de cigarro", comenta Miquel Barceló de esta obra 18 años después de haberla pintado. Entonces, el pintor tenía 29 años, recibió en aquella fecha el Premio Nacional de Artes Plásticas y terminó su primera obra monumental pública: la cúpula del Mercado de las Flores de Barcelona. "La imagen de esta portada es muy mía, una especie de vanitas". Barceló inauguró su colaboración con EL PAÍS, en 1986, con esta obra exclusiva para celebrar los 10 años de la publicación del diario. Fue una apuesta de modernidad de un diario joven y líder con un joven artista ya consagrado. El lienzo-cartón acumula recursos matéricos, el soporte y la piel geológica de la pintura, con el vigor de la escena central única, un lector. La cabecera del diario se transparenta entre velos. Esta obra de Barceló forma parte de la colección patrimonial de EL PAÍS.

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2002. 20 AÑOS DE 'EL PAÍS' EN CATALUÑA

Un enigmático rostro mitológico

"Hay retratos y caras que, como expresó Leonardo da Vinci, contienen en sí mismos una especie de voluntad de expansión y tendencia a la huida, con cambios en la expresión; manchas que se modifican, evolucionan o mutan", señala Barceló, quien para esta obra recordó "los procesos espontáneos de las llamadas caras de Belmez y los platos de Madó Paraire, de Felanitx, que mostraban las grietas de los platos blancos de su vajilla, en las que veía rostros, corazones y gotas de sangre".

Barceló se inspiró en estas caras para la portada que en 2002 realizó para la portada del suplemento de los 20 años de la edición catalana de EL PAÍS. Es una obra contemporánea de las acuarelas que Barceló pintó para los tres libros de la Divina comedia, de Dante.

"Esta cara puede estar emparentada con Lucifer. Digamos que es un equívoco del satanismo". La cara de esta portada de EL PAÍS que pintó Barceló el 18 de septiembre de 2002 es un sol amarillo y ocre en estallido, con raíces o venas en su periferia. Es una cara sello de una medalla, un enigmático rostro mitológico.

1992. CUADERNOS DE MALÍ

El 'mobili' africano

"Es el cotxet, el mobili [el cochecito]", dice Barceló al contemplar la pieza que nació del Cuaderno de Malí 1992, un número especial de El País Semanal, publicado el 16 de febrero de 1992, con sus dibujos de Malí, en cuya edición participó activamente. Esta obra, realizada en bronce, es un cráneo de primate, una reinterpretación primitiva de un juguete occidental que en 2001 Barceló transformó en un Fórmula 1: una obra en tres dimensiones. La maqueta alcanzó el tamaño de un auto deportivo de los sesenta.

La cabeza de la bestia muerta se fundió en bronce con el chasis y los neumáticos de un automóvil. La obra se exhibió en la Fundación Maegth de Francia en 2002, y en la isla de Formentera, posteriormente.

2004. 11-M

El rostro del dolor

"La imagen del 11-M la hice enseguida, aquel mismo día, en caliente, en un cuaderno. El eco y los impactos del terrible atentado terrorista en Madrid me llegaron a Italia, donde mi amigo el pintor Clemente me estaba haciendo un retrato. Vi la catástrofe, las miradas y los rostros mientras seguía las noticias por la televisión", explica Barceló. "Desde fuera, de inmediato se observó la manipulación política del asunto; pensé que el país se lo creería todo, que surtiría efecto en la gente el culpar sin más a ETA. Pero no funcionó, los ciudadanos sabiamente respondieron y no tragaron, y la situación cambió. Fue sobrecogedor todo".

La lágrima blanca derrama sobre el rostro pintado por Barceló el drama inmenso de las víctimas inocentes. El pintor anotó la fecha, la tachó en un borrón no disimulado y la remachó después. "Cuando, días después, EL PAÍS me pidió una obra, no fue preciso pensarla ni prepararla, ya la tenía". Su retrato del dolor son apenas media docena de pinceladas con tinta china sobre papel. EPS publicó este dibujo de Barceló en portada como homenaje a las víctimas del 11 de marzo en Madrid. Pertenece a la colección privada del pintor.

18 de octubre de 2004

10.000 ejemplares de EL PAÍS

El 18 de octubre de 2004, EL PAÍS publicó un extra para celebrar su número 10.000. Barceló ideó para esta ocasión un ejemplar de EL PAÍS encogido: "Fue casual. No tomé adrede esta portada, era una más entre cualquiera de los diarios atrasados del montón que tenía en el taller de París". El ejemplar del periódico correspondía a un domingo de noviembre de 2002, y hacía referencia al desastre ecológico de los vertidos del petrolero Prestige en el mar de Galicia. El lienzo, del tamaño del diario, con papel machacado y cabecera estrujada e insinuada, "es congruente", señala Barceló, "con el collage que hice en 1986 para celebrar los 10 años de EL PAÍS". No son flores de papel, ojos negros o una máscara. "La pieza y el tema", señala, "contienen referencias que aluden directamente a los cuadros blancos con protuberancias -almejas y peces u hortalizas- en los que trabajaba en este verano en mis talleres", comentó el pintor en septiembre de 2004, al enviar su obra desde París.

Cuaderno de Malí 1992.
Cuaderno de Malí 1992.

Papel de periódicos en la obra de Barceló

"Los periódicos, como motivos, cuentan con vieja tradición en las obras de arte. A mí me gusta usarlos. Los cubistas ya utilizaban cabeceras y primeras páginas de diarios casi siempre, es un rasgo de aquella época. Entre los cuadros de Picasso que más aprecio hay varios de los años 1906, 1908, en los que aparecen ejemplares de periódicos". Miquel Barceló confiesa de esta manera su predilección por los periódicos: "De un papel arrugado puede aparecer una flor, o una alcachofa, o el fondo de un 'collage' matérico", comenta.

Durante casi dos décadas, Barceló ha creado primeras páginas o carteles para conmemorar diferentes hitos periodísticos. "La página o recorte inserta en la obra plástica, con aquello que contiene de actualidad, es para el artista un dato indiferente, pero deviene una curiosa anotación, un contrapunto temporal", añade. "Yo pego muchos diarios en mis cuadros. Ahora mismo, en los fondos y protuberancias de mis telas duermen ocultos o velados muchos periódicos que dan texturas y magma".

"El papel que usan los diarios", señala Barceló, "cambia de color con el paso del tiempo. Con la luz se torna amarillo, cobra una textura especial; las letras en la pintura se pierden, se mezclan, y recrean una memoria especial con fragmentos de noticias y titulares, nombres y lugares. El diario ejerce en la tela una curiosa memoria temporal. El proceso de amarilleo del papel, el juego de las microbacterias, está previsto y es enriquecedor", concluye el pintor.

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