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Reportaje:

Los españoles, los últimos de Indonesia

Los 70 militares seguirán con sus labores de ayuda hasta finales de marzo mientras otros ejércitos dan por terminada su misión

Ana Carbajosa

"La gente por la calle nos agradece continuamente lo que estamos haciendo, aunque muchos ni siquiera sepan dónde está España. El otro día nos preguntaron que si estaba en Estados Unidos", cuenta el comandante Pedro Caballero, uno de los españoles que forman parte del despliegue del Ejército español en Indonesia. El capitán Miguel Durán dice que el contingente "está muy animado", "porque ésta es una misión de ayuda donde se ven los resultados, y eso motiva mucho". Durán prepara estos días en Pekanbaru el censo de los militares con vistas al referéndum español de la Constitución europea. "Por ahora, todos han dicho que van a votar". Y el capitán Ortega, aficionado a la entomología, aprovecha para ampliar su colección de escarabajos. "Esto es el paraíso", asegura.

Ejércitos de varios países -EE UU, Malaisia y Singapur, entre otros- han dado por finalizados los trabajos de emergencia en Indonesia y comenzaron a retirar gradualmente sus tropas el 26 de enero, justo un mes después de que el maremoto asolara el norte de Sumatra. Sin embargo, las Fuerzas Armadas españolas tienen previsto permanecer en la isla indonesia, transportando ayuda humanitaria a la provincia norteña de Aceh, hasta el 26 de marzo, tal como anunció el ministro de Defensa español, José Bono. El buque Galicia, cargado con maquinaria de ingeniería, tres helicópteros, lanchas de desembarco y potabilizadoras, tiene previsto llegar a la costa de Meulaboh -la ciudad más próxima al epicentro del seísmo que desencadenó el maremoto- en los próximos días.

Un total de 70 militares españoles (63 del Ejército del Aire y 7 del de Tierra) operan desde Pekanbaru, en el centro de Sumatra, a donde llegaron a bordo de dos Hércules el pasado 13 de enero. Desde entonces han transportado más de 160 toneladas de ayuda (medicinas, alimentos y agua embotellada) a la provincia de Aceh, la más afectada por el tsunami, donde se estima que han muerto más de 220.000 personas.

Tres aviones CN-235 despegan cada mañana de Pekanbaru, recogen la carga en una base militar que las autoridades indonesias les comunican la noche anterior (frecuentemente en la isla de Batam), y vuelan hasta Banda Aceh, donde descargan la mercancía. Hasta finales de la semana pasada habían realizado 25 misiones, con un total de 165 horas de vuelo. "Esto es lo que nos ha pedido el Gobierno de Indonesia. Hemos traído también una depuradora para tratar 8.000 litros de agua al día, pero de momento no nos han asignado una zona para utilizarla", explica el teniente coronel Manuel Rodríguez, oficial de información. "Hemos venido para quedarnos unos dos meses, pero todo dependerá de lo que necesite el Gobierno indonesio", afirma Rodríguez.

El vuelo hasta Banda Aceh dura dos horas y 45 minutos, tiempo suficiente para que los militares echen una cabezada, aprovechen para leer o comer alguna de las latas de las raciones militares. En cuanto el avión toca tierra, no hay tiempo que perder. El aeropuerto de la capital de Aceh está colapsado por los aparatos militares que van y vienen transportando ayuda, heridos y desplazados; y la carga y descarga debe completarse lo antes posible para dejar sitio a otros aviones. La tripulación española, ayudada por voluntarios indonesios, descarga en unos minutos el CN-235 y emprende regreso hacia Pekanbaru. Los militares españoles esperan que se abran otros aeropuertos para poder aterrizar en las zonas más castigadas. [El ex presidente estadounidense Bill Clinton fue propuesto ayer por la ONU como enviado para coordinar la ayuda internacional a los países afectados por el tsunami, informa Sandro Pozzi].

Soldados españoles descargan víveres y medicinas en el aeropuerto de Banda Aceh.
Soldados españoles descargan víveres y medicinas en el aeropuerto de Banda Aceh.ANA CARBAJOSA
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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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