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Reportaje:FORO DE DAVOS

Guerra a la pobreza extrema

Andrés Ortega

Estaba el Foro Económico Mundial de Davos ayer en una sesión sobre cómo financiar la llamada "guerra contra la pobreza extrema", cuando al final del debate con Lula, Bill Gates, el presidente de Tanzania, Benjamin Mkapa, el economista Jeffrey Sachs y el ministro británico de Hacienda, Gordon Brown, la actriz Sharon Stone -entre el público y una de las protagonistas de este foro- se levantó y ofreció 10.000 dólares inmediatos para comprar redes de mosquito para evitar la malaria y otras enfermedades en África y el Tercer Mundo, animando a otros a hacerlo. En menos de un minuto logró recaudar más de un millón de dólares. La conciencia de la lucha contra la pobreza extrema ha calado. Pero ahora hay que diseñarla y financiarla. El sector privado cuenta, pero las cifras necesarias son "gubernamentales", según Gates, uno de los que desde su fundación privada ha lanzado las mejores campañas de vacunaciones.

La conciencia de la lucha contra el hambre ha calado en Davos. Pero ahora hay que diseñarla y financiarla
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En 1970, los países ricos se comprometieron a dar en ayuda al desarrollo un 0,7% de su PIB, como recordó Sachs. Nada. En 1992, de nuevo; y de nuevo poco. Y en 2002, otra vez. Cinco países cumplen. Otros seis, entre ellos España, se han comprometido a ello, fijándose hitos parciales. ¿Qué hace que esta vez se vea con más posibilidades? Que hay varias iniciativas en marcha, la principal una propuesta emanada del Reino Unido, y que públicamente apoyó ayer el canciller alemán Gerard Schröder: un nuevo Instrumento Financiero Internacional (IFF) que reúna suficiente dinero para abordar a corto plazo el reto de cumplir los objetivos del Milenio en 2015, pero sin que el peso del servicio de este fondo que se devolverá para 2030 recaiga sobre los pobres. Se dedicará esencialmente a infraestructuras, sanidad y educación en un mundo en el que 120 millones de niños no tienen acceso a la escuela, y en un África en la que el gasto en educación es inferior a un dólar por habitante.

Frente a esta propuesta, Schröder desechó ayer las ofertas de Chirac de gravar las transacciones financieras, los paraísos fiscales o los vuelos internacionales. Prefiere que la cumbre del G-8 en julio en Escocia no se disperse y saque adelante la propuesta y la forma de alimentarla. Es lo que, dijo, pactó poco antes de hablar ante el plenario del Foro con el presidente surafricano, Mbeki. Las pistas planteadas por Chirac tienen algo de improvisación y de búsqueda del estrellato en Davos. Pero en el debate sobre cómo financiar la guerra contra la pobreza -sobre todo la extrema que hace que 1.200 millones de personas, especialmente en África, malvivan con un dólar o menos al día de promedio- no llegaron a calar.

Sin olvidar la importancia de la ayuda, Schröder insistió en la urgencia de dar acceso a los mercados de los países desarrollados a los productos del otrora llamado Tercer Mundo, y se pronunció a favor de quitar todas las restricciones cuantitativas y reducir las subvenciones agrícolas en Europa, algo que reclaman africanos y otros, aunque Mkapa no crea a la UE capaz de reformar su política agrícola y eliminar unas subvenciones que hace que los países terceros productores no puedan competir.

Pero tanto Schröder como Mkapa y Brown fijaron como primera y urgente prioridad la condonación o reducción de la deuda de los países más pobres.

Gestos como el de Sharon Stone sirven para atraer la atención y agudizar la conciencia sobre una cuestión que, como han señalado varios oradores, hay que resolver por moralidad y por interés propio de los países más agraciados.

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