Ucrania elige campo
El presidente de Ucrania ha dejado claro en su multitudinaria toma de posesión cuál será el rumbo futuro de su país, 14 años después de independizarse de la extinta URSS. Víktor Yúshenko ha manifestado ante cientos de miles de sus conciudadanos y una catarata de enviados extranjeros, entre ellos altos representantes de la UE y EE UU, que Ucrania pertenece inequívocamente a Europa y que su objetivo es integrar en ella a la antigua república soviética. En su discurso, de 20 minutos, ni una mención directa de Rusia.
El mensaje presidencial de Yúshenko, liquidados tres meses de crisis electoral y formidables intrigas tras las bambalinas, tendrá sin duda una atenta lectura en el Kremlin. El nuevo líder ucranio, en un gesto de consecuente realismo, viaja hoy a Moscú en el primero de sus desplazamientos exteriores. Vladímir Putin, que puso todo su peso detrás del candidato finalmente derrotado, Víktor Yanukóvich, ha pedido a Yúshenko que respete los sólidos lazos económicos y sociales entre Ucrania y Rusia. Es evidente que, desde el punto de vista del Kremlin, el fenómeno Yúshenko suscita grandes interrogantes sobre el futuro de una vasta región enfeudada históricamente a Moscú. El viaje inaugural del presidente ucranio, pues, va a poner a prueba su habilidad para superar el enorme desencuentro provocado por la grosera y fallida interferencia rusa en las elecciones de Ucrania.
Pero inmediatamente después Yúshenko se lanza a una gira en la que su anunciada vocación europeísta tocará todas las teclas posibles: visitará el Consejo de Europa, el Parlamento de Estrasburgo, asistirá al aniversario de Auschwitz y finalizará en el foro económico de Davos. La gira no puede ser más elocuente sobre las nuevas aspiraciones de Kiev. Sus prolegómenos han sido la rápida visita a Ucrania de Javier Solana para trasladar al presidente electo el decidido apoyo de la UE a su nueva Administración.
Con todas las expectativas suscitadas por la llegada de un liberal a la jefatura del Estado en Ucrania, Yúshenko deberá hilar muy fino. Su elección de bando es manifiesta. Pero, como él mismo señaló ayer, es el nuevo presidente de todos los ucranios, de las regiones centrales y occidentales que le votaron inequívocamente y de la rusohablante e industrial, clara partidaria de su rival Yanúkovich. La revolución naranja, segunda en un año en la antigua órbita soviética, tras la de Georgia, representa una gran esperanza democrática en una zona históricamente ayuna de ella. Pero el camino hacia Europa y la libertad es un formidable desafío reformista en el que la prudencia deberá ser la herramienta clave de Víktor Yúshenko.
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