"Mis novelas son subsidiarias de la historia olvidada"
Decidió implicar al lector desde las primeras páginas de La mitad del alma (Alfaguara) y mantener la intriga para obligarle a llegar al final de la novela. Carme Riera (Palma de Mallorca, 1948) imagina en su último trabajo, premio Sant Jordi 2003, una historia que se asemeja bastante a un juego contra el olvido. "Para mí, la escritura tiene un componente moral y hay que recordar el pasado para poder enseñárselo a los jóvenes. Para las personas, la memoria es vital porque la muerte no existe, existe el olvido, y más para los escritores, cuya intención es escribir para recordar. La literatura es un ejercicio de memoria, el verbo por antonomasia que se usa en la novela es el pasado, es el imperfecto, la recuperación de algo que ha ocurrido", asevera la escritora.
En La mitad del alma, la autora recrea la vida de la posguerra, la situación de muchos de los vencidos, de los anarquistas, de los maquis. "Creo que hay parte de nuestro pasado que no puede ser olvidado por los escritores y parte de la historia necesita ser rescatada, como la Guerra Civil", subraya. Riera lleva 10 años trabajando sobre la recuperación de la memoria y las tres últimas novelas que ha publicado, En el último azul, Por el cielo y más allá y La mitad del alma, están vinculadas a ese tema.
Riera solicita la ayuda del lector para tratar de descubrir el misterio que esconde Cecilia Balaguer, la madre de la narradora, desaparecida entre el 1 y el 4 de enero de 1960 en Portbou. Cuarenta años después, en una caseta de una librería, un desconocido entrega a su hija una carpeta con documentos y fotografías que trastocan todos sus recuerdos. La protagonista inicia entonces una incansable búsqueda para conocer lo que le ocurrió a su madre, revisitando para ello una recreada Barcelona de posguerra, repleta de vencedores y de vencidos que se ven obligados a llevar una doble vida, y un París recién salido de la II Guerra Mundial.
La historia de La mitad del alma parte, según relata la escritora, de una anécdota que vivió Carme Riera en una jornada en la que estaba firmando libros junto a la periodista Victoria Prego. "Estábamos firmando ejemplares en Barcelona y se le acercó un señor a Victoria con una carpeta que contenía unas cartas. Reconoció en ellas la letra de su padre. A partir de esa situación, comencé a imaginar La mitad del alma.Me interesaba trabajar sobre la Barcelona de posguerra, sobre la vida cotidiana en esos tiempos".
La autora ha utilizado la primera persona en esta novela para dar mayor credibilidad a su narración. "El uso de la primera persona permite pensar que todo lo que se cuenta es verdad, una verdad que en La mitad del alma es históricamente comprobable. Todos los acontecimientos a los que se alude sucedieron, e incluso los nombres de los personajes secundarios corresponden a personas de carne y hueso".
La escritora ha pasado mucho tiempo en las hemerotecas: "Encuentro una cierta paz entre los papeles viejos y me permiten ofrecer todos los elementos reales. Detesto los textos por donde campan los anacronismos y las imprecisiones. Los lectores me merecen un gran respeto y por ello, antes de escribir, trato de documentarme bien. Mis novelas, en muchos aspectos, son subsidiarias de la historia, o de la intrahistoria, casi siempre olvidada".
Riera, catedrática de Literatura Española en la Universidad Autónoma de Barcelona, publicará en febrero un ensayo sobre el Quijote desde el nacionalismo catalán, un texto "que seguro avivará el debate Cataluña-España. Barcelona es la única ciudad literaria del Quijote y ello le ayudó a ser conocida en todo el mundo. En 1905 hubo una verdadera confrontación entre los nacionalistas catalanes y los que no lo eran porque los primeros entendían que esa novela era el símbolo más evidente de la raza española", apunta. Riera será la comisaria de la gran exposición sobre el Quijote que se inaugurará en Barcelona el 17 de marzo.
Babelia
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