Una exposición reúne la pintura grotesca del belga James Ensor
Las obras expuestas en Salamanca muestran la influencia de Goya
Una parte significativa de la producción pictórica de James Ensor (Ostende, Bélgica, 1860-1939) se expone hasta el próximo 23 de enero en Salamanca. Una exposición en la que predomina la producción grotesca del creador belga. Después de la antológica de Madrid en 1996, es la segunda ocasión en la que llega a España una selección significativa de la producción de un artista que tuvo una influencia muy marcada por temas españoles.
La influencia española en Ensor se impone desde el mismo festival de máscaras que muestra la exposición, instalada en la sala de San Eloy de Caja Duero.
Los cuadros con las máscaras como tema recurrente cobran especial presencia
Ensor figura como uno de los maestros de la pintura grotesca y, por ello, estuvo prendado de la obra de Goya, razón por la que trató de viajar a España para conocer directamente sus cuadros. Pero falleció sin lograr conocer un país por el que había sentido atracción. España dejó influencias marcadas en su pintura durante las dos etapas más significativas de su creación, la realista y la centrada en lo grotesco, que fue la que terminó por proporcionarle reconocimiento artístico y fama. A esa altura de su recorrido, y mientras cultivaba su imagen de autor incomprendido y disconforme, ya se le consideraba precursor de la pintura moderna, un avanzado del expresionismo y del surrealismo, lo que motivó especial atención hacia sus cuadros por parte de creadores como Paul Klee, Georg Grosz o Alfred Kubin.
"Fue un virtuoso de la paleta, tocado de gran sensibilidad", ha señalado el comisario de la exposición, Herwig Todts, "hay que diferenciar a dos Ensor. Uno, el pintor joven, con influencias que le llevaron a trabajar con dedicación al cultivo del estilo realista desde posiciones radicales. Luego está el Ensor creador de lo grotesco, etapa en la que tuvo una influencia especialmente ideológica". Pintaba motivos cotidianos tomados del entorno, "pero", continúa Todts, " como con esa pintura el éxito le llegaba lentamente, decidió internarse por la vía de lo grotesco. Pero eso complicó aún más su situación, puesto que sus obras se tomaron como caricaturas, sin que se advirtiera su vigor posmoderno". Fue en la última década del siglo XIX cuando se apreció su obra y, de paso, también se revalorizaron los cuadros realistas de la etapa joven.
El conocimiento que el pintor belga tuvo de Goya fue definitivo en su trabajo. Aunque también se sometió a la influencia de maestros flamencos, como Rembrandt y Brueghel el Viejo. Los cuadros con las máscaras como tema recurrente cobran especial presencia en la exposición de Salamanca, con expresiones de retorcimiento y de terror, a modo de muecas, en línea con la serie de los Disparates goyescos.
A su amigo el pintor español Darío de Regoyos le confesó en una carta la impresión que le causó Goya cuando conoció algunos cuadros en el museo de la ciudad francesa de Lille: "Estas pinturas españolas me han removido la sangre". Por eso, en la segunda sala se confronta la visión de Ensor con obras de Goya, con la aspiración de "descubrir el diálogo establecido entre ambos artistas", en el que se advierte, según el comisario de la muestra, que "el belga es un pintor con mucho talento, pero la visión de Goya es más profunda, era un artista más clásico".
Otra muestra de su atención hacia lo español, se refleja en la serie de dibujos llamados Don Quijote, recreación de la figura del hidalgo manchego. El creador de Ostende aparece en sus piezas de pequeñas dimensiones como "dibujante sofisticado, al que a veces parece como si le gustara cerrar los ojos, y ponerse a soñar", ha indicado H. Todts, que es jefe del departamento de exposiciones y educación del Koninklijk Museum voor Schone Knsten de Amberes, de donde procede gran parte del más de un centenar de obras que se muestran, junto con las aportadas por el Museum voor Schone Knsten de Ostende, ciudad en la que pasó la mayor parte de su vida el creador de La entrada de Cristo en Bruelas (1888), su obra más conocida.
En ese momento, el que está considerado como el mejor pintor belga de la etapa moderna ya había otorgado a la luz una función fundamental en su obra y, según se señala en la presentación de la exposición, "las gradaciones de tonos dejan cada vez más espacio a cambios y contrastes de colores muy parecidos, que dominan la representación". La exhibición se cierra con los sonidos de la música que, en la etapa final de su vida, compuso Ensor para un proyecto de ballet, La gamme d'amor (La escala del amor), para el que también dispuso libreto, decorado y vestuario. "De noche cartografiaba mis sueños" se expondrá también en Sevilla a partir del día 18 de febrero próximo.
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