Luxemburgo presidirá la UE en un semestre clave para el bolsillo
La Unión aborda el debate de los Presupuestos de 2007-2013
Luxemburgo asume este semestre la presidencia de la Unión Europea. Será la undécima vez que el ahora segundo país más pequeño de la Unión (sólo superado por Malta en tamaño) toma las riendas comunitarias. El Gran Ducado tendrá que emplear a fondo su experiencia histórica para hacer frente a la conflictiva y urgente discusión simultánea de los tres grandes programas económicos de la Unión.
Esos tres grandes programas son la reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, la definición del marco presupuestario para el periodo 2007-2013, y la resurrección de la Estrategia de Lisboa con la que reactivar la alicaída economía. En política exterior, el hito será el viaje de George Bush en febrero a Bruselas, primera visita de un presidente norteamericano a las instituciones de una UE que no deja de crecer: en este semestre se abrirá a Bulgaria, Rumania y Croacia mientras España y Francia se pronunciarán en referéndum sobre la Constitución.
La presidencia holandesa, que acaba de concluir, será recordada por el visto bueno dado a la apertura de negociaciones con Turquía, aunque hubiera también acuerdos notables en otras áreas, como el nuevo programa de Justicia e Interior, con sus vertientes de inmigración y lucha contra el terrorismo. Los holandeses trabajaron en coordinación con las dos sucesivas presidencias -la luxemburguesa que ahora entra en funciones, y la británica, que se ocupará de la segunda mitad del año- con la idea de crear una continuidad en la estrategia económica y el énfasis puesto en la liberalización.
Jean-Claude Juncker, primer ministro luxemburgués, ha definido como su máxima prioridad la reforma del Plan de Estabilidad, pero también ha hablado de la inexcusable urgencia de llegar a un acuerdo sobre las perspectivas financieras en junio, so pena de hacer imposible la puesta en marcha de programas con miles de millones en juego que deberían entrar en funcionamiento a partir del 1 de enero de 2007. Es el paso en julio a manos británicas de la batuta comunitaria lo que añade urgencia al acuerdo presupuestario. Londres no podrá actuar en la segunda parte del año como juez (la imparcialidad que se atribuye a la presidencia) en un asunto del que es parte muy interesada: la discusión sobre la beneficiosa rebaja dineraria que arrancó en su día Margaret Thatcher.
A ese problema de calendario hay que agregar el enfrentamiento entre un grupo de seis países ricos (tres grandes: Alemania, Francia y Reino Unido, y tres mediano-pequeños: Austria, Holanda y Suecia) con el resto a propósito de los límites de la contribución presupuestaria de cada uno al común. Los seis mantienen que el tope no debe superar el 1% de la renta nacional bruta, en lo que chocan con el 1,14% que demanda la Comisión, debidamente soportada por los otros miembros del club. Juncker comparte la tesis de la Comisión de que no se puede hacer más Europa, que tendrá ya 28 miembros en el periodo 2007-2013, con menos dinero del que ahora se emplea. "No hay posibilidad de que lleguemos a un acuerdo sobre el tope del 1%", vaticina Juncker. "El compromiso estará a medio camino. Tenemos seis meses". Fuentes de la Comisión juegan con 1,05%-1,07%.
El pacto que divide
Frente al sordo pulso presupuestario, la reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento suscita constantes escarceos verbales. Hasta la flexibilización de las problemáticas reglas de juego que sostienen la credibilidad de la moneda única (que resultó imposible aplicar a Francia y Alemania) suscita divisiones, con los holandeses entre los estrictos. "No hay euro sin Pacto de Estabilidad", dice el primer ministro, Jan Peter Balkenende. "Hay que respetar la reglas, no aflojarlas". En el otro bando, franceses y alemanes comparten intereses con los italianos. Cada uno abogando por distintas ingenierías contables con las que escapar de la obligación de mantener un déficit presupuestario que no supere el 3%: Berlín quiere que se excluyan de las cuentas las contribuciones netas; París que no se tengan en cuenta los gastos militares, e Italia que queden fuera las inversiones en investigación y desarrollo, además de que uno de los criterios de flexibilización no sea el estado de la deuda externa.
Juncker está de acuerdo en que hay que flexibilizar el pacto, habla de una "reforma inteligente", pero no de introducir salvedades a medida de las necesidades de cada cual, que ha comparado con abrir la caja de Pandora. El presidente espera llegar a un acuerdo en marzo.
Comparado con los chirridos que provocan Pacto y perspectivas, la revitalización de la Estrategia de Lisboa es un asunto de terciopelo. A la historia ha pasado aquel grandilocuente objetivo de 2000 de convertir a la UE en la economía más competitiva y dinámica del mundo en 2010. El realismo se ha impuesto y este mismo mes la Comisión presentará sus propuestas para crear crecimiento y empleo de forma sostenida en la Unión.
Viaje de Bush a Bruselas
La presidencia luxemburguesa confía en brillar en la escena exterior. La primera gran ocasión será la visita que George Bush va a realizar a Bruselas el 22 de febrero. El viaje está previsto como una cumbre en la que la OTAN hará de anfitrión. Bush se entrevistará también con el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, y con Jean-Claude Juncker. Luxemburgo, deseoso de "introducir un nuevo espíritu en las relaciones transatlánticas", como ha dicho Jean Asselborn, se mueve para conseguir una cumbre civil del americano con los 25 líderes de la UE. Bush llegará dos días después de que España se haya convertido en el primer país en ratificar en referéndum el nuevo Tratado Constitucional.
Francia tiene también previsto celebrar otro, quizá en mayo. Bulgaria y Rumania firmarán con la presidencia luxemburguesa el tratado que las sumará en 2007 a la Unión, mientras Croacia está llamado a signar en marzo la apertura de negociaciones, si bien supeditada a los esfuerzos de Zagreb por capturar a un general acusado de crímenes de guerra.
La UE confía en que las elecciones del día 9 en Palestina resuciten el proceso de paz en Oriente Próximo y quiere jugar un activo papel en la zona, mientras seguirá como espectador lo que ocurra con el proceso electoral iraquí.
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