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Crítica:CRÍTICAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Víctimas y verdugos

Javier Ocaña

Contrariamente a lo que pueda pensar un buen cinéfilo español, el cine israelí también existe. De hecho, por aquí sólo se ha tenido la oportunidad de oír hablar de Amos Gitai, el director más importante de su historia, cuya obra habrán podido conocer unos cuantos, con un poco de suerte, a través de la retrospectiva organizada por la Seminci de Valladolid, exhibida recientemente por la Filmoteca Española y comercializada de forma parcial en DVD.

El realizador Gitai no está solo, y ahora lo podemos comprobar con el estreno de la más que interesante Caminar sobre las aguas, valiente mezcla de melodrama clásico y thriller político, dirigida por el joven Eytan Fox, nacido en Estados Unidos pero de sangre y ciudadanía israelí.

CAMINAR SOBRE LAS AGUAS

Dirección: Eytan Fox. Intérpretes: Lior Askenazi, Knut Berger, Caroline Peters. Género: drama. Israel, 2004. Duración: 105 minutos.

Centrada en la búsqueda, más mental que física, de un anciano ex militar nazi por parte de un agente del Mosad (servicio secreto israelí) para, como dicen sus jefes, "hacer el trabajo antes de que lo haga Dios", la película reflexiona sobre cómo el peso del pasado dificulta el camino hacia el futuro. La tesis de Caminar sobre las aguas y, por tanto, de su creador, es que la obsesión por el horror del holocausto no ha permitido aún a los judíos darse cuenta de que, poco a poco, han ido pasando de víctimas a verdugos en su actitud con el pueblo palestino.

Fox centra su mirada en la personalidad de un ejecutor que, por las circunstancias de la tarea que le han asignado, va a entablar una estrecha relación con los dos jóvenes nietos alemanes de su futura víctima. Así, la obstinación de buena parte de la sociedad judía se va a ver confrontada con la amnesia colectiva de un amplio sector de la ciudadanía germana.

En la historia se notan los esfuerzos por dejar atrás ciertas actitudes, la necesidad de abrir una puerta a la esperanza, de esquinar de una vez el origen sanguíneo para dejar paso al ideal humano. Pero no de un modo ingenuo, sino sobre la base del análisis.

Mente abierta

Frente a la actitud cerrada del agente secreto, la mente abierta (en todos los sentidos) del nieto del nazi ayuda a desentrañar conflictos psicológicos. Del mismo modo que la homosexualidad de éste sirve también a Fox para contraponer dos universos más perpendiculares que paralelos.

Sin embargo, es en el tratamiento de las claves del cine de género donde la película muestra sus únicas cojeras, caso de los confusos razonamientos que provocan el inicio de la relación entre los protagonistas y, sobre todo, cuando en la parte final el análisis político y el melodrama de aliento humano dejan paso al más puro thriller (lo rápido que el joven ángel de la muerte encuentra la habitación del viejo ángel de la muerte, la puerta abierta ante una acción semejante...). Unos errores que no empañan la buena labor anterior, pero que hubiesen sido fáciles de solucionar, sobre todo teniendo en cuenta la madurez mostrada en temas mucho más profundos y dificultosos.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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