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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Aborto no deseado

Hay un dato positivo en el informe de Sanidad sobre la práctica del aborto en España durante 2003. El número sigue aumentando -79.788 frente a los 77.000 del año anterior-, pero por primera vez se observa una moderación en esa tendencia al alza. La interrupción voluntaria del embarazo se practicó en 2003 en el 15,3% de las gestaciones, frente al 15,6% en 2002.

Pero, pese a esa inflexión a la baja, la cifra de abortos -un acto siempre traumático para la mujer y que debe ser decidido con libertad y responsabilidad- sigue siendo muy elevada. Es desproporcionado que el 15,3% de las gestaciones terminen en aborto. Revela las carencias que lastran la educación sexual en España, el fracaso de las políticas de planificación familiar y, en general, la ausencia de una información actualizada sobre los métodos de prevención del embarazo y el modo de acceder a ellos. El aborto no puede convertirse en método habitual, sino en último recurso para resolver un embarazo no deseado. Si sucede así es justamente por el fracaso de las políticas de prevención, como lo demuestra el hecho de que el 58% de las abortantes en 2003 no acudiera a ningún centro de planificación familiar.

El recurso a esta práctica como sustitutivo de los métodos anticonceptivos parece evidente entre las mujeres que abortan más de una vez: dos de cada diez lo hicieron por segunda vez en 2003, el 5% por tercera vez y un 1,38% por cuarta vez. Incluso el creciente uso de la píldora del día siguiente -300.000 usuarias en 2003-, y que parece ser la causa de la desacelaración del ritmo de crecimiento del aborto, puede ser relacionado con una educacion sexual insuficiente y con el fracaso de las políticas de planificación. Un complejo hormonal de emergencia, como es la pildora del día siguiente, no puede convertise en habitual. Se echa en falta cada vez más esa ley integral sobre la salud sexual y reproductiva prometida por el Gobierno como complementaria de la legislación sobre el aborto, así como actuaciones más decididas sobre la educacion sexual en la escuela. Los sectores que hacen bandera contra ella, y en general contra los métodos de prevención del embarazo, deberían reflexionar: no son un estímulo al sexo, sino que protegen a nuestros jóvenes de sus efectos no deseados o indeseables, como el sida y otras enfermedades de transmisión sexual.

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