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Las fiestas 'macroraves' prohibidas en Francia se trasladan a Cataluña

La ley no permite a los Mossos d'Esquadra impedir su celebración

Lluís Pellicer

Cataluña se ha convertido en un paraíso para las grandes fiestas rave europeas. El endurecimiento de la legislación francesa y la presión policial han trasladado las grandes fiestas que se celebraban en Francia de forma clandestina hacia territorio catalán, donde los ravers tienen campo libre porque la ley no permite que los Mossos d'Esquadra puedan aplicar medidas cautelares. Los organizadores de fiestas mucho más pequeñas, en cambio, creen que la acción policial se ha endurecido y temen que la Generalitat les aplique medidas más duras tras la reforma de la normativa que se refiere a los espectáculos y locales nocturnos.

La última vez que Vicenç Diéguez organizó una fiesta rave con sus amigos fue en agosto. Les gustó un espacio de La Pobla de Segur (Pallars Jussà) y se pusieron en marcha para ocuparlo durante unos días: pidieron permiso a su propietario y luego efectuaron los trámites pertinentes en el consistorio de la localidad.

La organización de una fiesta no siempre resulta fácil. "Nos constituimos como asociación para montarlo todo de forma legal, como si de una fiesta popular se tratara, y evitar luego problemas con la policía. Aun así, nos ponen muchos reparos, tanto los propietarios como los ayuntamientos", explica Diéguez. De forma paralela, compran bebida y comida para el tiempo que prevén que durará la fiesta y se hacen con un buen equipo de música. En total, se gastan unos 1.000 euros que luego sufragan entre todos los asistentes.

Nada tienen que ver las fiestas que monta la Asociación Cultural Amigos del Techno con las que llevan a cabo los organizadores de las macroraves europeas, que sobre todo proceden de Francia y los países de Europa central. Estas fiestas suelen acontecer de tres a cinco veces al año, duran hasta una semana y concentran a entre 2.000 y 4.000 jóvenes, según los Mossos d'Esquadra. Muchas de ellas se celebraban antes en Francia, pero desde que el Gobierno de ese país decidió endurecer la normativa se han trasladado a Cataluña. La policía catalana asegura que el Departamento de Interior abordará la posibilidad de que los Mossos puedan disolver estas fiestas mediante la reforma de la Ley de Policía y Espectáculos de 1990. Por ahora, la policía sólo puede levantar actas administrativas. "El problema es que las actas que dirigimos a los travellers [que es como se conoce a los organizadores] no tienen efecto, puesto que muchos de ellos viven en una furgoneta y se desplazan por toda Europa", explica el sargento de los Mossos d'Esquadra Xavier Salvadó.

"Incongruente"

A Diéguez no le parece bien que se hable de endurecer la normativa catalana. "Es incongruente, porque se hace en descampados y no se molesta a nadie. Tampoco se pueden prohibir con el pretexto de que se consume alcohol o drogas. Cualquier discoteca causa más molestias a los vecinos y, además, en cualquier local se pueden tomar bebida y estupefacientes", se queja. "Además, las raves surgen porque hay una oferta nocturna convencional cara. Las discotecas cobran precios restrictivos y controlan hasta la forma de vestir", añade.

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En Cataluña hay una cincuentena de pequeños colectivos que se dedican a montar fiestas de este tipo. Ninguna se organiza para ganar dinero. Por el contrario, las raves multitudinarias de los travellers, sostienen los Mossos d'Esquadra, tienen una finalidad lucrativa. La forma de financiación suele ser a través del pago de una cuantiosa entrada o bien a través de las bebidas que se sirven en las barras.

A estas fiestas más grandes suelen asistir sobre todo jóvenes franceses, pero también británicos y centroeuropeos. Se difunden por Internet y teléfono móvil, aunque su ubicación exacta no se conoce hasta horas antes del evento para eludir los controles policiales. "Los organizadores suelen facilitar un número de teléfono y activan su buzón de voz, en el que se detalla el itinerario que se debe seguir para llegar al escenario de la fiesta", asegura Salvadó. La última fiesta que disolvió la policía catalana se celebraba en L'Ametlla del Vallès, donde el pasado jueves se clausuró una rave en un hotel abandonado al que llegaron unas 40 furgonetas con matrículas extranjeras. Al parecer, los organizadores tenían previsto alargar la fiesta hasta el 1 de enero.

Los Mossos han disuelto este año una veintena de fiestas, la mayoría en comarcas de Girona y en la zona metropolitana norte, aunque a ellas cabe añadir otras como un antiguo balneario de Olesa de Montserrat (Baix Llobregat) y una antigua fábrica de Les Franqueses (Vallès Oriental).

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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