Promoción de diseño
Dos jóvenes sevillanas fabrican bolsos con las banderolas de PVC que se usan para anunciar eventos
Lourdes Palacios y Carmen González, dos empresarias sevillanas de 32 y 36 años, andan estos días desbordadas por el éxito comercial de su última idea: reciclar las banderolas de PVC con las que el Ayuntamiento de Sevilla promociona casi todas las ferias y eventos culturales y convertirlas en bolsos de diseño. Cada vez que los muestran en algún sitio, se forma un corrillo alrededor y unos a otros acaban quitándoselos literalmente de las manos.
"Lo que nos está pasando en los últimos días es muy raro", reconoce Lourdes. "Pensábamos que íbamos a tener que venderlos de tienda en tienda, pero al ver lo que nos está ocurriendo cada vez que enseñamos los bolsos estamos pensando en abrir una tienda propia".
Lourdes y Carmen se conocieron hace algo más de un año trabajando en el departamento de comunicación del Festival de Cine de Sevilla y decidieron crear The Louca Factory, una empresa que se dedica a la organización y comunicación de eventos. "Trabajamos mucho con estas banderolas. En Sevilla se producen muchísimas, casi todo se anuncia con ellas. Y sabíamos que después se tiraban", explica Lourdes. Descubrieron que en ciudades como Ámsterdam se usaban para hacer bolsos y se les ocurrió hacer lo mismo. El resultado es The Louca Recycle, la marca con la que sacaron los primeros bolsos hace un mes y que pronto colgará también de mochilas, monederos, agendas y material de oficina.
Parece difícil encontrar unos bolsos tan útiles: eliminan el impacto medioambiental que supone destruir toneladas de PVC, un material muy contaminante y que no se puede reciclar; dan continuidad a la misión promocional de las banderolas y llevan de un lado a otro la imagen más moderna de la ciudad; y, además, son originales, resistentes e impermeables. "Estamos diseñando un modelo de bolsa de playa. No se me ocurre un material mejor", dice Lourdes.
Ellas mismas hacen los diseños y los patrones y han buscado un fabricante sevillano que se encarga de pasarlos por la máquina. "Se hacen uno a uno. Cada banderola es distinta y va mejor para un tipo de bolso u otro. Hay que pensar cada caso, mirar por dónde se puede cortar", explica Carmen, que estudió diseño, pero dirigió sus pasos hacia el mundo del protocolo porque "era imposible vivir de la moda". Paradojas de la vida.
Lo más difícil, advierten, es reciclar las banderolas que, después de pasar semanas a la intemperie colgadas de una farola necesitan una limpieza a fondo. "Están muy contaminadas del tráfico, con pegotones incrustados que hay que eliminar". Para resolver cómo hacerlo han echado mano de algunos amigos químicos, que les han ido dando pistas sobre productos que limpian y desinfectan sin abrasar. "Es muy difícil, hacen falta de 15 a 20 minutos para cada una. Están sucísimas, pero hay que tener cuidado de que no se estropeen los dibujos". Por ahora han recolectado 5.000 banderolas, de las que creen que se pueden hacer 7.000 bolsos. Desde que empezaron a final de verano, han sacado ya unos mil y su aspiración es fabricar alrededor de 500 al mes.
Lo que va a ser más difícil, si se confirma la demanda, es compatibilizarlo con la empresa de organización de eventos. "Hasta ahora hemos podido, pero nos lo vamos a tener que replantear porque no esperábamos esta avalancha", reconoce Lourdes. Hacer cada bolso les cuesta unos 10 euros y han llegado a acuerdos con varias tiendas de moda y complementos para que los vendan por entre 20 y 30.
También han pactado ya con las áreas de Fiestas Mayores y de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla para la cesión de todas las banderolas que generan las actividades que organizan y están en conversaciones con las demás concejalías, entre ellas la de Presidencia, que ya les ha anunciado que pretenden contar con sus creaciones en las campañas de difusión turística de la ciudad.
"Teníamos muchas dudas porque Sevilla es una ciudad más bien tradicional para vestir", apunta Carmen. La primera sorpresa se la llevaron en el Salón Internacional del Caballo (SICAB) - "con un público bastante clásico..."-, donde agotaron todos los bolsos que habían hecho reciclando las banderas de promoción del evento.
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