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TURQUÍA LLAMA A LA PUERTA DE EUROPA

El Gobierno alemán apoya la adhesión de Turquía frente al rechazo democristiano

Londres confía en la entrada del país musulmán para evitar una mayor integración en la UE

El Gobierno alemán -coalición de centro-izquierda de socialdemócratas (SPD) y Los Verdes- apoya de forma decidida el ingreso de Turquía en la Unión Europea. La oposición democristiana (CDU-CSU) se opone con no menos energía y preconiza una "asociación privilegiada". La opinión pública alemana se divide entre dos bandos de tamaño similar. Según los últimos sondeos demoscópicos del barómetro político de la segunda cadena pública de televisión (ZDF), el 45% de los alemanes es partidario del ingreso de Turquía en la UE, el 46% está en contra y el resto no lo sabe.

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Si se distingue por simpatías políticas, los de CDU-CSU se manifiestan en contra el 56% y a favor, el 35%, mientras que el 60 % de simpatizantes de los socialdemócratas y Los Verdes son partidarios de la entrada de Turquía en la UE.

El Gobierno de Berlín, con el canciller socialdemócrata Gerhard Schröder y el ministro de Exteriores verde Joschka Fischer a la cabeza, ha dado a lo largo de los últimos meses una fuerte batalla a favor del ingreso de Turquía en la UE. Schröder se ha esforzado en ganar para sus tesis al presidente francés, Jacques Chirac, mucho más reticente. El primer ministro de Turquía, Recep Tayipp Erdogan, ha visitado últimamente con inusual frecuencia Alemania, donde no ha cesado de difundir la idea de un país islámico, moderno y democrático dispuesto a cumplir con las exigencias de Bruselas. Ésta es la idea estratégica que mueve al dúo Schröder-Fischer al apoyar a Turquía: impulsar un Estado modelo que sirva de freno frente al islamismo radical.

Al apoyar a Turquía, Berlín consigue también un beneficio colateral ante EE UU y suma puntos en la tarea de recomponer las relaciones, deterioradas tras las diferencias por la guerra de Irak. Washington desea la entrada de Turquía en la UE. Tampoco faltan los que suponen motivos espurios de índole electoral. Los turcos constituyen en Alemania una fuerza electoral importante. Se estima que hay 700.000 alemanes que son turcos nacionalizados con derecho a voto.

La CDU-CSU se opone con fuerza al ingreso de Turquía. La presidenta de la CDU, Angela Merkel, dirigió a sus correligionarios del Partido Popular Europeo (PPE) una carta en la que exponía su no al ingreso de Turquía en la UE y preconizaba una asociación privilegiada. Los democristianos lanzan toda una batería de argumentos contra Turquía: desde geopolíticos a económicos y culturales. La CDU-CSU no concibe una Europa que se extienda hasta Siria o Irak. El antiguo canciller Helmut Kohl, que tiene un hijo casado con una turca, no se recataba en decir: "Cuando yo estudié geografía nadie me dijo que Anatolia estuviese en Europa". Sostienen los democristianos alemanes que la entrada de Turquía destruiría la UE por incapacidad para asimilar la carga que ello acarrearía. "Cuando gobernemos en 2006 haremos todo lo que podamos, junto con socios como Francia, para impedir la plena entrada de Turquía en la UE", dijo ayer el líder de la CSU, Edmund Soiber.

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Los turcos en Alemania son el grupo extranjero más numeroso. De los 7,4 millones de extranjeros residentes en el país, unos dos millones son turcos, además de los 700.000 nacionalizados. Entre los turcos de Alemania hay desde historias de triunfo en la vida, como la del empresario Vural Ögger, propietario de la sexta agencia de viajes más grande del país y diputado en el Parlamento Europeo del SPD, a los del 33% de jóvenes de 18 a 25 años que no tienen ninguna formación profesional o los que viven en las llamadas sociedades paralelas. Ésta es la palabra de moda para designar lo que antes se llamaban guetos. El barrio de Kreuzberg, en Berlín, puede considerarse el caso más emblemático.

Advertencias británicas

En cuanto al Reino Unido, el Gobierno británico apoya con entusiasmo el ingreso de Turquía en la UE, aunque suele advertir de que "antes de la adhesión tiene que haber numerosas mejoras en materia de derechos humanos, derechos políticos, etcétera", informa desde Londres Walter Oppenheimer.

Al patrocinar las negociaciones de adhesión, los laboristas se atienen a un doble objetivo: por un lado, reforzar los vínculos con un país considerado de vital importancia desde el punto de vista geoestratégico; por otro, el eventual ingreso turco, al igual que la más inmediata adhesión de Rumania, Bulgaria y en su día Croacia, contribuirá a potenciar el factor económico de la UE y diluir el integracionismo político.

Mientras, el viceministro británico para Europa, Dennis MacShane, señala que no tiene sentido fijar ahora condiciones sobre la libre circulación de trabajadores turcos. Los tories defienden la adhesión de Turquía, pero advierten contra el peligro de la emigración.

En la calle no hay polémica todavía. Los tabloides, que defienden posiciones antieuropeas, no ven motivos para torpedear una adhesión que se ve como un obstáculo para la unión política mucho más que un paso hacia ella.

Una pareja de origen turco vota en unas elecciones generales alemanas en Berlín.
Una pareja de origen turco vota en unas elecciones generales alemanas en Berlín.EPA

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