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La crisis palestina enfrenta a EE UU con los árabes en el foro de Rabat

Powell cree que la modernización no puede esperar a la paz con Israel

Lejos de aunar posiciones sobre las reformas para modernizar Oriente Próximo, el primer Foro del Porvenir puso de manifiesto las divergencias entre EE UU y los países árabes sobre la urgencia en resolver el conflicto palestino-israelí. También afloraron suspicacias de algunos países europeos, empezando por Francia, temerosos de que esta iniciativa norteamericana relegue a un segundo plano la política mediterránea de la Unión Europea.

El Foro del Porvenir es el primer eslabón del Gran Oriente Medio, una idea que el presidente de EE UU, George Bush, lanzó en la cumbre de junio, en Sea Island, de los ocho países más industrializados (G-8). Pretende promover reformas económicas, sociales y políticas en el mundo musulmán pero las reticencias de los árabes le han obligado a edulcorar el proyecto del que ayer discutieron en Rabat los ministros de Asuntos Exteriores del G-8 y de dos docenas de países musulmanes.

"Estamos todos de acuerdo en que los cambios eficaces y sostenibles sólo pueden emanar desde dentro" del mundo árabe, afirmó, de entrada, el secretario de Estado Colin Powell en un intento de disipar el temor de sus interlocutores de que EE UU intente imponerles reformas.

No bastaron estas palabras para apaciguar a su auditorio. El jefe de la diplomacia saudí, el príncipe Saud al Faisal, fue el más contundente en su respuesta. "Digámoslo francamente, nuestras diferencias no son religiosas ni culturales", afirmó. "El verdadero contencioso que nos separa es el más largo conflicto de la historia contemporánea". "Durante demasiado tiempo los árabes han observado el favoritismo [de Estados Unidos] con Israel".

Con matices, todas las delegaciones árabes, incluso las más moderadas como la marroquí, secundaron las palabras del saudí. Muchas se vanagloriaron de haber emprendido reformas -la de Libia explicó que desarrollaba "una experiencia democrática singular"-, pero algunas dieron a entender que no podrían profundizarlas mientras subsista el conflicto de Oriente Próximo. "La cultura árabe está siendo directamente influenciada por otra situación", subrayó Amr Musa, secretario general de la Liga Árabe, antes de pedir la creación de un Estado palestino.

Contestaba así a Powell, quien una y otra vez insistió en que la modernización no podía esperar a la paz, a la que las elecciones presidenciales palestinas de enero brindarán "una nueva oportunidad". "No hay que supeditar esas reformas a la solución de otros problemas", recalcó. "Los niños que necesitan ser escolarizados no pueden esperar".

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Aunque no llegó a mencionar el choque de civilizaciones, Musa sí se quejó de la agresión norteamericana contra su fe. "¿Cómo podrá tener éxito esta asociación cuando uno de los socios está siendo acusado de terrorista?", se preguntó ante el foro. A renglón seguido exigió que "se retiren las acusaciones formuladas contra el islam como religión y cultura" sustrato del terrorismo.

Varias delegaciones europeas, encabezadas por el jefe de la diplomacia francesa, Michel Barnier, secundaron a los árabes e hicieron hincapié en que el conflicto palestino era prioritario. "Si se trata [a través de este foro] de esquivar esta exigencia entonces se equivocan dos veces porque no se logrará la paz ni el progreso", enfatizó Barnier.

Pero la principal preocupación europea, reflejada también por Javier Solana, el alto representante de la UE para la política exterior, es que la idea de Bush no haga olvidar el llamado Proceso de Barcelona, que en 1995 sentó las bases de una asociación entre las dos orillas del Mediterráneo. "Habrá que estar en actitud vigilante" para que no suceda, señaló Barnier, "porque es ahí donde está la iniciativa y el dinero". Por eso tanto él como Solana rechazaron la institucionalización de estos foros.

Por ahora el foro no va a contar con estructuras permanentes, aunque Bahrein acogerá la próxima reunión en la que se repasarán las modestas recomendaciones aprobadas ayer: crear un fondo de ayuda regional (dotado con 100 millones de dólares); poner en marcha centros de formación para los jóvenes; mejorar la lucha contra el analfabetismo; estimular los microcréditos e instaurar un grupo de trabajo que formule propuestas sobre cómo atraer inversión.

Colin Powell y Mohamed Benaissa, ministro marroquí de Exteriores, ayer.
Colin Powell y Mohamed Benaissa, ministro marroquí de Exteriores, ayer.REUTERS

Ausencia real

Colin Powell y otros ministros occidentales elogiaron las reformas desarrolladas por Marruecos, el país anfitrión de la reunión, bajo el liderazgo del rey Mohamed VI, pero el monarca no se dirigió al Foro del Porvenir ni recibió en audiencia a sus asistentes. Dos días antes, el soberano había iniciado unas vacaciones, acompañado por un séquito de 300 personas, en las playas de Quisqueya, en la República Dominicana, según informó la Secretaría de Estado de Turismo dominicana. Este organismo indicó que Mohamed VI iba a descansar tras una larga gira oficial, la primera de un rey marroquí, por Latinoamérica. "Con su ausencia trata más bien de no involucrarse demasiado en una reunión que, no obstante, acoge en su capital para complacer a EE UU", explica una fuente diplomática marroquí. "Actúa así porque entre algunos amigos árabes y en buena parte de la opinión pública marroquí se ve la cita con malos ojos".

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