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Entrevista:Martin Scorsese | Cineasta

"No me veo aguantando más a Hollywood"

Con Martin Scorsese lo difícil es callarle. No importa lo que le preguntes a este legendario realizador de 62 años: sus respuestas se extenderán con la misma intensidad y conocimiento que demuestra en sus películas. La última, El aviador, está basada en la vida del excéntrico multimillonario Howard Hughes. Se estrena en Estados Unidos el próximo 17 de diciembre, pero la revista The Hollywood Reporter ya ha calificado el filme como "una biografía épica de estética preciosa y maravillosa interpretación que huele a Oscar por los cuatro costados", y Variety afirma: "Es el espectáculo más brillante de la temporada". La idea de El aviador surgió de su actor protagonista, Leonardo DiCaprio (con el que Scorsese parece haber encontrado un nuevo tándem creativo). Es una película que, según el realizador, significa el final de una época. Su canto del cisne en un Hollywood al que dice adiós para trabajar en un cine fuera del sistema donde le sea posible asumir riesgos. Porque, como explica este erudito de la pantalla, el cine se está haciendo cada vez más pequeño, al menos formalmente. "Yo soy el primero en preguntarme qué tipo de historias podré hacer en el futuro. No me veo haciendo un nuevo Gangs of New York. Uno ya llega a esa edad en la que prefiere lidiar con las cosas que conoce. No me veo aguantando más lo que conlleva el sistema de Hollywood. Por eso el resto de mis películas tendrán que ser más pequeñas", afirma. "El aviador será mi última película dentro del sistema. Pero me ha permitido lanzarme otra vez al riesgo y dejar plasmadas a lo grande mis obsesiones con el cine y con el poder de un hombre como Howard Hughes".

"Yo soy el primero en preguntarme qué tipo de historias podré hacer en el futuro. No creo que haga un nuevo 'Gangs of New York"
"Leonardo DiCaprio es un actor maravilloso y con el que también colaboraré en mi próxima película, de menor escala"

Pregunta. ¿Cuál era su interés en la figura de este magnate?

Respuesta. Tengo 62 años y, como casi todos, recuerdo al Howard Hughes recluido en el hotel Desert Inn de Las Vegas, la imagen de ese náufrago de uñas largas y melena desaseada. Había oído de sus excentricidades pero no le conocía como lo que fue, un aviador obsesionado por la velocidad, ese hombre excepcional como lo fueron tantos aviadores. Una imagen romántica que en mi generación tenían los astronautas pero no los aviadores. Alguien como Lindbergh, o el personaje de Las reglas del juego, de Jean Renoir, o como Amelia Earhart. El guión de John Logan me mostró a Hughes como ese rey de la antigua Grecia, tan grande en su poder, en su ambición, como fueron grandes sus defectos, su avaricia, su ego, rémoras que se convirtieron en su talón de Aquiles y significaron su caída. Porque él era su peor enemigo. Me interesó este Howard Hughes que no conocía, lo mismo que la idea de recrear la excitación que dominaba en el Hollywood de las décadas de los veinte, los treinta o los cuarenta, un periodo donde la vida en Los Ángeles giraba en torno a las noches en el Coconut Grove. Un tiempo donde existía esa vitalidad y esa necesidad de hablar rápido que muestran películas como Primera plana o His Girl Friday, y en el que se convivía con la realeza de Hollywood de aquel momento, la de las Katharine Hepburn, los Errol Flynn o las Ava Gardner.

P. ¿No tuvo miedo al recrear unos rostros tan conocidos en la pantalla y que, como cinéfilo, admira?

R. Por supuesto que me daba cuenta de lo complicado que sería decirle a alguien "quiero que interpretes a Katharine Hepburn". Pero en Cate (Blanchett) pude ver una actriz con la inteligencia y la habilidad para llevarlo a cabo. Y ella dijo que sí, que estaba dispuesta a discutir el papel conmigo, lo cual para mí significaba que ya tenía una idea de cómo abordarlo porque quería discutirla. Estaba claro que no íbamos a caer en la imitación y que la clave era la naturaleza del acento con el que Hepburn hablaba, su intensidad, su entonación. Así que durante tres meses le proyecté todas las películas de Hepburn en pantalla de cine. En aquel entonces no se pensaba en la televisión. Todo era grande. No tenían que pensar en tomar primeros planos como ocurre ahora, porque de no hacerlo así todos los que ven tus películas en DVD no sabrán quién habla. Cate llegó a ser tal fuerza de la naturaleza que hacía tres, cuatro tomas y yo, como director, me decía a mí mismo que tendría que decir algo pero no quería abrir la boca para no fastidiarlo. Y lo mismo con Kate Beckinsale haciendo de Ava Gardner. Pero a diferencia de Cate, a la que le dije que se viera todo Hepburn, a Kate le dije que estudiara la Gardner de Mogambo.

P. Con DiCaprio también parece haber desarrollado un ritmo de trabajo tan fructífero como el que le unió con De Niro. ¿Cuál es el secreto de una conexión así?

R. Con Robert de Niro nunca pensé que haría siete u ocho películas. Tenemos la misma edad, crecimos en el barrio como quien dice y, aunque sus orígenes y los míos eran diferentes, él de familia de artistas y la mía de clase trabajadora italiana, supimos encontrar esa conexión a muchos niveles. Con Leo es algo similar. En Gangs of New York descubrí que teníamos gustos similares, en música, en cine, pese a los 32 años de diferencia. Sus películas son arriesgadas. Lo puedes ver antes de Titanic y hasta cierto punto en algo de lo que ha hecho después. Es alguien al que no le da miedo arriesgarse, que tiene un instinto similar al mío y que tiene un alcance increíble. Alguien con el que me he sentido cómodo trabajando en dos de las mayores películas que he acometido nunca y, probablemente, las dos más grandes que haré nunca. No se trata de quién es el afortunado o quién es el dominante. Simplemente coincides. Es un actor maravilloso con el que también colaboraré en mi próxima película, de mucha menor escala: una historia sobre el mundo de los gánsteres en Boston.

P. Mencionaba la palabra dominante. Alguien que se expresa con tanta vehemencia, ¿cómo es a la hora del rodaje? En la filmación de Gangs of New York hubo rumores de fuertes discusiones que no se han repetido en El aviador...

R. La única película en la que me dejé llevar por mi temperamento no funcionó bien. [Risas y silencio]. Tengo que reconocer que estoy extremadamente nervioso en los rodajes por ese deseo que tengo de conseguir lo que quiero. No sólo es duro, es una lucha contra el tiempo, contra los sentimientos de los actores, contra el hombre del tiempo, contra los presupuestos, los ejecutivos y los estudios. Por eso procuro eliminar todo el estrés que llevo antes de mi primera reunión del día con mi ayudante de dirección. Pero nunca, nunca, nunca, la tomo contra los actores.

P. Su devoción por el cine clásico es bien conocida, pero ¿cuál es su opinión del cine actual? ¿Lo sigue con atención?

R. En la actualidad sigo con mucho interés el cine asiático. Los surcoreanos tienen una sensibilidad única. Y algunos de Hong Kong. No sé si tanto en el interior de China, pero son muchas las voces que están saliendo de esta zona del cine internacional. El cine francés y el inglés están todavía con vida. Y los rusos, por supuesto. Hay un redescubrimiento del cine ruso. Latinoamérica... México es el país del cine actual, con toda seguridad. Está floreciendo. El cine disfruta de una buena vida. Lo que pasa es que se está transformando en otra cosa. Cada vez es más común ver las películas en DVD y en la televisión de casa. Pero las voces del cine se dejan escuchar altas y claras.

P. Al menos siempre que exista una campaña publicitaria detrás de sus estrenos.

R. En todo lo que trata de esa parte del sistema, la publicidad, los premios, sé que hay que hacerla. Salir y hablar de la película, darla a conocer, competir por los premios..., y lo haré tanto como lo hice con Gangs of New York. Tienes que decirle a la gente que tu película existe, no sólo por ti, sino por los que han trabajado contigo. Y siempre ha sido mi obsesión que, al margen de lo que puedas pensar, te guste, te parezca mala o te deje indiferente, explicar que mi película está ahí, en el cine, por favor, ve a verla. Pero no me veo haciendo nada más de esa envergadura. El aviador será la última de este estilo, sobre este tipo de temas, con este tipo de presupuestos. Como dije antes, la última dentro del sistema, donde los presupuestos cada vez son más grandes y lo que está en juego, también. Bueno, a menos que alguien me diga: "Mira, aquí tienes 100 millones de dólares, hagamos la segunda parte de Gangs of New York". Ya veríamos lo que decía entonces. Pero eso no creo que pase.

Martin Scorsese.
Martin Scorsese.FRAZER HARRISON / GETTY IMAGES
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