Investigación, desarrollo e innovación: hacia la sociedad del conocimiento
Actualmente se está produciendo un vital cambio en el desarrollo económico y social de nuestra sociedad. Sólo tenemos que repasar la situación de sectores emblemáticos y motores de la economía de la región como el sector del calzado o el del textil. Se están desviando las tareas de manufacturación hacia los países del este y los asiáticos, propiciado por el bajo coste de la mano de obra de los trabajos relacionados con la transformación de la materia prima. Todo ello responde a que nos encontramos en un período de tránsito entre la denominada sociedad industrial y la denominada sociedad del conocimiento. Debemos ser conscientes de que se está produciendo un gran cambio en la sociedad.
Si una sociedad industrial se caracteriza por concentrar esfuerzos en la transformación de la materia prima en un producto acabado, utilizando para ello la energía, la materia prima, y el trabajo poco cualificado del ser humano, una sociedad del conocimiento se caracteriza por la creación y transferencia de la información o conocimiento que propicie una adecuada innovación en los sectores industriales. Actualmente se genera un alto nivel de conocimiento que está permitiendo que las sociedades avanzadas tengan un sector primario y secundario que no supera el 12% del trabajo y casi un 90% se concentra en la creación de conocimiento y el sector de servicios. Cada vez más los trabajos relacionados con la transformación de la materia prima se desplazan a sociedades que se van incorporando a los mercados mundiales.
Para llegar a la Sociedad del Conocimiento es necesario un claro convencimiento por parte de las instituciones, las empresas y la universidad. La inversión pública en I+D carece de una dirección clara que le dé la estabilidad necesaria, la Administración debe plantear una estrategia estatal a largo y medio plazo que permita establecer objetivos prioritarios en política científica. En sí, es imprescindible alcanzar un Pacto por la Ciencia tal y como lo demanda asociaciones tales como la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce, www.cosce.org) o la Asociación para el Avance de la Ciencia y la Tecnología de España (AACTE, www.aacte.es), muestras relevantes a nivel estatal de las reivindicaciones sobre una política científica eficaz, estable y coherente que permita alcanzar el objetivo de la Cumbre de Barcelona de llegar a invertir el 3% del PIB en I+D en 2010. Es recomendable visitar sus sitios web para conocer sus estudios prospectivos y recomendaciones estratégicas en Investigación, Desarrollo e Innovación en España.
En la sociedad del conocimiento será necesaria una eficaz y estable creación del conocimiento como una función fundamental de la universidad moderna. Pero no sólo la creación del conocimiento, sino la transmisión del mismo es una de las tareas que se debe fomentar, impulsar y potenciar en la universidad. Uno de los retos de la universidad en los próximos años será conseguir expertos en la trasmisión de conocimiento a la sociedad.
La universidad cumple con una de las funciones fundamentales, la creación de conocimiento. El personal de investigación de la universidad española es capaz de publicar el 6% de los artículos que se publican en revistas de rigor, hecho que demuestra que la función de creación de conocimiento en la investigación cumple su obligación. Es imprescindible seguir impulsando la creación de conocimiento, pero sin duda el reto está en la transferencia de este conocimiento a la sociedad, y en el aumento de la motivación por la transferencia de tecnología desde la universidad al sector privado. La universidad, las instituciones y las empresas deben poner los medios humanos y materiales para conseguir una adecuada transferencia de conocimiento que permita una innovación tecnológica en la nueva sociedad del conocimiento. La innovación no debe confundirse con la investigación y el desarrollo, puesto que la innovación no promueve la creación de conocimiento. El conocimiento, la ciencia y la tecnología serán el motor del desarrollo económico y social.
La universidad, las instituciones y las empresas deben favorecer el desarrollo tecnológico. Para ello deben favorecer los centros tecnológicos de investigación en los que cohabiten investigadores de la universidad y de la empresa. Estos centros deben ser los incubadores de empresas de base tecnológica. Es imprescindible potenciar la formación de gestores de empresas de estas características y favorecer su creación fruto de los resultados de Investigación y Desarrollo. Como continuación de la Investigación y el Desarrollo, las instituciones públicas deben poner los medios humanos y materiales para impulsar y ayudar a la creación de pequeñas empresas dedicadas al desarrollo de la innovación tecnológica.
La universidad debe contribuir a través de la Investigación, el Desarrollo y la Innovación a la construcción de una sociedad basada en el conocimiento como base fundamental del desarrollo económico y social.
Ignacio Jiménez Raneda es catedrático en el departamento de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Alicante y candidato a rector.
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