El ruido y...
Yo, con mi Zaplana, con mi Acebes, con mis prioridades, discútame mis prioridades, mi Acebes, mi Zaplana, pero admita que son mi Zaplana, mi Acebes, mis prioridades. También usted tendrá su Carod, su Ibarretxe, su Otegi, porque usted pacta con los terroristas y yo no pacto con los terroristas. Al contrario de otros, siempre he tenido claras mis prioridades, el mundo es un lugar más seguro con mis prioridades. Yo sólo era el presidente del Gobierno, je, je, así que recibía órdenes del ministro del Interior, que las recibía a su vez de la policía. Averigüe usted por qué la policía se negaba a abrir la segunda vía de investigación, que tuve que dar órdenes expresas. La policía es muy abnegada y todo eso, pero la furgoneta no le parecía relevante y la cinta tampoco. Eso es lo que nos decían a mi Acebes y a mí, no sé lo que decían a los otros o a usted.
Que busquen a los otros, a los culpables, que parece que no quieren buscarlos, no les interesa. Y no están en montañas lejanas ni en desiertos remotos, banderas al viento. Contestaré lo que quiera mientras usted pregunte lo que le dé la gana, ¿es así o no es así? Yo ya le he respondido, señoría, pero le respondo otra vez: montañas nevadas, banderas al viento, desiertos remotos, tururururú. Si lo que me pregunta es qué quiero decir, se lo aclaro con gusto una vez más, señoría, esta vez en tejano: pero mire cómo beben los peces en el río, pero mire cómo beben por ver a Dios nacido, o sea, que si convoco el 14, matan el 11, y si convoco el 7, matan el 4. Lo lógico era no convocar, pero ¿imagina lo que se habría dicho si no convoco con todo lo que se ha dicho convocando?
A usted le encuentran el teléfono de Bush en el bolsillo y qué pienso yo. Pues que usted tiene prioridades, que es un hombre de Estado con la mirada clara y lejos y la frente levantada. Aunque lo relevante, lo que cuenta, es que yo estaba con mi Zaplana, con mi Rajoy, con mi Acebes, con mis prioridades, intoxicando a los directores de los periódicos para que no se dejaran engañar por quienes ya el día 11 empezaron a decirles la verdad, que no sé de dónde la sacaron, a ver si fueron ellos, y luego le dan el Premio Ondas a los informativos de la SER, un Ondas robado, porque era mío, mío.
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