La mujer y el sida
La jornada mundial contra el sida que hoy se celebra ofrece un panorama muy preocupante de la enfermedad y exige nuevas estrategias. Las últimas estadísticas de la ONU muestran a la mujer como el segmento más golpeado. Existe el presagio de que esa tendencia no varíe en los próximos años debido a la violencia sexual y la escasa escolarización en África. En algunos de los países del deprimido continente la esperanza de vida se está reduciendo de modo alarmante.
Con razón el secretario general de la ONU sostiene que esta pandemia, que se ha cobrado ya 20 millones de muertos desde que se declaró hace dos décadas, es tan dañina como las armas de destrucción masiva. A falta de una vacuna eficaz son los países más desarrollados quienes deben actuar en primera línea coordinando políticas, redoblando las inversiones en investigación y siendo mucho más permisivos y generosos con quienes propician la producción de fármacos genéricos más baratos como sucede en Brasil y Argentina. Y en ese sentido, resulta vergonzoso que cerca de medio millón de ciudadanos que necesitan tratamiento no tengan acceso a ellos por falta de recursos económicos.
El informe anual del programa Conjunto de Naciones Unidas (ONUSIDA) estima en 39,4 millones las personas contagiadas actualmente de sida, casi tres millones más que en 2003. De ellos, cerca de la mitad son mujeres. Más de dos millones de niños están afectados por el virus. África continúa siendo el continente más azotado, aunque la pandemia ha crecido últimamente en mayor proporción en Asia oriental, especialmente en China, Indonesia y Vietnam, y también en Europa oriental, concretamente en Rusia y Ucrania.
En España la situación está aún muy lejos de remitir. Los afectados son entre 120.000 y 150.000. Y lo más preocupante es que entre el 40% y el 60% de contagiados lo ignora, según el Ministerio de Sanidad. El Gobierno va a redoblar la campaña del uso del preservativo, especialmente entre los jóvenes. Parece una idea lógica y sensata en contra de lo que opina la Conferencia Episcopal, que califica de "gravemente falso" que este método anticonceptivo evite el contagio y aliente la promiscuidad. Tal vez no sea el único, pero resulta mucho más realista que el de predicar la fidelidad o la abstinencia sexual.
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