Venecia reúne los grandes ciclos narrativos de Carpaccio
La Academia de Bellas Artes reproduce la secuencia original de las pinturas del artista
Las galerías de la Academia de Bellas Artes de Venecia exhiben la más importante exposición del artista veneciano Vittore Carpaccio desde los años sesenta. Carpaccio, pintor de historias (www.mostracarpaccio.org, hasta el 13 de marzo) presenta en su secuencia original cinco ciclos pictóricos de uno de los grandes exponentes de la pintura narrativa veneciana. Cuatro de los ciclos se reúnen en la academia, y otro, en la Escuela de San Giorgio, el sitio original donde fueron creadas.
En la fachada de las galerías de la academia, frente al gran canal veneciano, ondea desde ayer una gigantesca reproducción fotográfica de la obra maestra de Carpaccio (Venecia, hacia 1460-1526), San Esteban predicando, cedida por el Museo del Louvre. La pintura se expone en la espaciosa sala XVIII de la academia, junto con otros tres cuadros de la serie Historias de vida de San Esteban (1511-1520), dos de los cuales son reproducciones, puesto que el Museo Cívico de Berlín y la Pinacoteca de Brera, en Milán, no han prestado las pinturas para no exponerlas a posibles riesgos de transporte, según informa la comisaria, Giovanna Nepi Sciré.
Sin embargo, tales ausencias no empequeñecen la muestra, agrega la comisaria. "Carpaccio es un artista que todos los museos del mundo desean tener y, debido a la grandes dimensiones de sus obras, es muy difícil obtener préstamos. Ésta es una ocasión única, pero no podemos dejar de respetar las iniciativas de conservación. Por tanto, nos contentamos con lo que nos han prestado", dice Nepi Sciré.
Originalmente, las narraciones pictóricas de Carpaccio se ubicaron en las escuelas, que no eran otra cosa que asociaciones para rendir culto a un santo o a una patrona. Cuando en 1806 la Escuela de San Esteban desaparece, la serie queda dispersa por Europa.
Es la primera vez desde 1963 que tantas imágenes de la pintura figurativa de Carpaccio pueden ser apreciadas en su secuencia original. Es casi un milagro ver la obra del Carpaccio junta, pues con la invasión napoleónica, y luego con la dominación austriaca, las narraciones del artista en telas de grandes dimensiones se consideraron una amenaza. Los telares, como se conocían las grandes pinturas con narraciones de historias, provienen de Milán, París, Bérgamo, Florencia y Stuttgart.
Escenas marianas
Carpaccio, retratista y narrador con profunda capacidad de observación, dedicó gran parte de su tiempo a las escuelas o cofradías venecianas. La academia ha reunido, también en la sala XVIII, la serie completa en honor a la Virgen María creada para la Escuela de los Albaneses, que agrupaba a los ciudadanos de ese país refugiados en la ciudad de los canales.
La serie consta de seis cuadros, muy similares en tamaño y formato (126 por 129 centímetros). En todos ellos, la luz proviene de la izquierda, con lo cual se confirma que fueron instalados en una única pared, tal y como han sido montados en la exposición.
Se dice que para la realización, en 1502, de la secuencia desde el nacimiento a la muerte de la Virgen, Carpaccio no daba abasto con tanto trabajo y que la calidad de este ciclo es mediocre. Pese a las críticas, como comenta Sandra Rissi en el catálogo, volver a reunir las obras "permitirá analizar en detalle la iconografía y las complejas soluciones de perspectiva".
En la primera imagen del ciclo mariano, la Virgen de Carpaccio nace en una casa al estilo veneciano y en torno a ella se desarrolla la vida cotidiana de la época: mujeres del servicio doméstico, una anciana que prepara el baño a la recién nacida, dos conejos que comen hierba, la cama junto a la chimenea... Escenas construidas por un artista con gran capacidad de representar y reproducir la realidad, como si buscase fijarla para siempre en la memoria. "En aquel tiempo, poca gente sabía leer. En este sentido, Carpaccio fue un gran contador de historias para el público no culto", explica Nepi Sciré.
En la sala XXI, se muestra la espléndida secuencia de ocho imágenes que cuenta la leyenda de santa Úrsula, propiedad de la academia. La serie de la santa constituye el primer gran proyecto de Carpaccio y su acceso al éxito. El pintor tenía sólo 25 años cuando la Escuela de Santa Úrsula, que agrupaba a artesanos y patricios de modesta situación social, le encarga contar el martirio y la apoteosis de su patrona: Úrsula, princesa cristiana de Bretaña, acepta como marido a Ereo, hijo del rey pagano de Inglaterra, siempre y cuando el pretendiente la acompañe a Roma con 11.000 vírgenes para confirmar su propia virginidad ante el Papa. El artista, al recrear una leyenda popular, pinta la atmósfera, arquitectura y costumbres de la ciudad lagunar de finales del Quattrocento.
La sala XX reúne el ciclo de la Escuela de San Juan Evangelista. En ella se encuentra la espléndida obra El milagro del endemoniado en el puente de Rialto, célebre imagen de Venecia y su gente cuando todavía el famoso puente era de madera. Este cuadro, perteneciente a la academia, se ha considerado como el más extraordinario retrato de una ciudad de toda la pintura del renacimiento. "Es un honor para nosotros haberlo conservado tanto tiempo. Quizá por esto muchos museos nos envidian", señala la comisaria Nepi Sciré.
El quinto y último ciclo agrupa las nueve telas con las historias de los santos Jerónimo, Jorge y Trifón, siendo ésta la única serie que permanece aún hoy día en su sede original, la Escuela de San Giorgio, fundada en 1451 por mercaderes y marineros de origen dálmata. En esta serie destaca su ambientación oriental, aunque Carpaccio jamás visitó tierras lejanas.
Babelia
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