La 'lentitud' de la ciencia y el 'Prestige'
Es razonable que diferentes sectores de la sociedad española estén interesados en conocer las consecuencias del impacto del desastre del petrolero Prestige en los recursos naturales, en especial en aquellas especies de interés para el consumo humano. No obstante, evaluar con seriedad si existen o no variaciones significativas en la abundancia de los recursos naturales como consecuencia del vertido que se produjo hace dos años requiere tener en cuenta una serie de consideraciones:
1. Es necesario considerar la gran variabilidad biológica de los recursos vivos marinos. No es lo mismo estudiar especies sésiles (percebe, mejillón) que especies móviles, entre las que a su vez cabe distinguir aquellas que efectúan desplazamientos relativamente cortos (pulpo, nécora, centolla, erizos) de otras que recorren grandes distancias (sardina, merluza). Tampoco es igual analizar lo que ha ocurrido en una especie pelágica y en otra bentónica. Incluso dentro de las especies pertenecientes a un mismo ecosistema hay que distinguir entre aquellas que tienen fases larvarias planctónicas y las que carecen de ellas. Del mismo modo, no se puede equiparar el tratamiento de especies de vida breve (pulpo, calamar, sardina), al propio de otras cuya esperanza de vida sobrepasa los cinco años (merluza, rape). Ni menos aún se puede mezclar el estudio de especies cuya biomasa se renueva anualmente (cefalópodos), con el de otras cuya estructura demográfica está constituida por individuos de varios grupos de edad.
2. Ni siquiera en un espacio tan reducido en términos relativos como el de Galicia, con 1.150 kilómetros de costa, se puede estudiar el impacto en los recursos naturales del Prestige sin tener en cuenta las diferencias entre distintas áreas. El vertido no fue homogéneo, hay zonas muy afectadas y otras sin apenas daño, por no incidir en que las características oceanográficas y ecológicas varían considerablemente de un lugar a otro.
3. Las poblaciones de recursos vivos marinos muestran variaciones naturales de su abundancia, generalmente ligadas a modificaciones en el éxito de su reclutamiento, muy relacionadas a su vez con variaciones en las condiciones medioambientales, que pueden ser favorables o desfavorables. Es por ello esencial tener en cuenta largas series históricas de datos de capturas y esfuerzos pesqueros, que permitan distinguir entre variaciones naturales y variaciones que pueden haber sido provocadas por cualquier agente contaminante.
En cuanto a si existen o no tendencias negativas en la abundancia de recursos naturales, todavía es pronto para mostrar resultados concluyentes. Los procesos biológicos tienen su ritmo, y dos años es poco tiempo para que las consecuencias -de haberlas- se hayan manifestado claramente. En especial, los efectos subletales, que afectarían sobre todo a variaciones en el potencial reproductor de las especies o en la abundancia del número de reclutas y juveniles.
Todo lo expuesto hasta ahora explica por qué un trabajo científico riguroso requiere un gran número de datos fidedignos, así como tiempo y sosiego suficientes para su elaboración, hasta conseguir resultados contrastados. Se comprende que esta aparente parsimonia de la ciencia contraste con la exigencia de algunos sectores sociales por tener resultados cuanto antes, pero la realidad en lo referente al estudio de la dinámica de las poblaciones explotadas es así, y no de otra manera.
Esto no significa, ni mucho menos, que la ciencia se mantenga mientras tanto de brazos cruzados. Entre las diferentes acciones puestas en marcha desde el CSIC para comprender y disminuir el impacto negativo del accidente cabe destacar dos, por lo que tienen de aplicación de conocimientos científicos (en apariencia, de investigación básica) a la resolución inmediata de problemas reales. Una de estas respuestas ha servido para identificar el origen de los vertidos en alta mar y conocer su potencial toxicidad. La otra está permitiendo finalizar el proceso de limpieza del vertido mediante un método respetuoso con el medio ambiente, fomentando el crecimiento de bacterias autóctonas que degradan el fuel.
Catástrofes como la del Prestige evidencian la necesidad de reforzar la I+D en ciencias y tecnologías marinas de nuestro país. La clase política y la sociedad española han de asumir que el progreso de un país viene determinado por su nivel de inversión en conocimiento.
Antonio Figueras y Ángel Guerra son profesores de Investigación en el Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC, en Vigo.
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