La expedición de pesca del PP en las aguas del 11-M
En la jerga jurídica anglosajona hay un concepto que viene como anillo al dedo para explicar la táctica del Partido Popular y de sus autores intelectuales en la comisión del 11-M: el de fishing expedition. Un abogado o fiscal, lo mismo da, no puede acusar en los tribunales sin tener evidencias previas, indicios o pruebas más o menos serias. Un abogado no puede pretender hacerse con esas pruebas a través de una expedición dirigida a ver qué pesca para sostener sus argumentos. Una comisión rogatoria, por ejemplo, será rechazada de plano si no aporta al país requerido unos datos precisos por parte del país requirente.
Los comisionados del PP están en ello: promueven una expedición de pesca permanente para ver qué datos permiten ofrecer alguna verosimilitud retrospectiva a su versión, lanzada el jueves 11 de marzo, de que el atentado del 11-M fue obra de la banda terrorista ETA o, en su defecto, el producto de la colaboración ETA-terrorismo islamista. Lo de menos es la relación entre esos datos y la realidad, esto es, el atentado mismo del 11-M. El PP está dispuesto a llegar muy lejos en esta expedición. Mucho más allá del día en que se voten en la comisión y en un pleno del Congreso las conclusiones de los trabajos. Cuando ello ocurra, el PP hará su campaña anticomisión del 11-M. Se trata,por tanto, de un trabajo a largo plazo. A estas alturas no es difícil predecir que una parte de las próximas campañas electorales -autonómicas y generales- tendrán como tema de debate lo que el PP equipara internamente a un golpe de Estado, el del 14-M, "atentado teledirigido", para usar una expresión de Eduardo Zaplana.
Pero en paralelo a la expedición de pesca de ETA, el PP incrementa todos los elementos de la novela negra, presentes en toda investigación policial y militar. El incidente de la cinta de agosto de 2001 es, en este punto, uno de los temas examinados ayer con los antiguos y altos mandos de la Guardia Civil de Asturias.
Según reveló el ahora ex jefe de la comandancia de Gijón, Antonio Rodríguez Bolinaga, cesado por el Gobierno socialista, el informe operativo realizado por el guardia civil Jesús Campillo, sobre la base de su conversación grabada con el confidente Francisco Javier Villazón, Lavandera, no mencionaba ni la posibilidad de construir bombas con teléfonos móviles ni un presunto viaje a Marruecos.
Estos dos puntos, explicó el cesado teniente coronel, sí estaban en la cinta grabada, pero cuando el guardia civil Campillo, que trabajaba para el Servicio de Información de la Guardia Civil, elaboró el informe, en agosto de 2001, no consideró estos dos puntos relevantes para ser incorporados a su informe operativo.
El informe, según se ha explicado, se basó en una cinta grabada. Esta cinta fue utilizada por Campillo para mejor recordar el relato o la aportación que le hacía Lavandera, a iniciativa propia. Dicha cinta no era, como tal, un soporte probatorio. Los guardias civiles pueden grabar o no. En este caso, Campillo prefirió hacerlo. Ya se sabe que esa cinta, que no el informe operativo, apareció el pasado mes de octubre y que fue guardado en un cajón. Ayer, Rodríguez Bolinaga explicó que para él esa cinta carecía de valor judicial o policial, algo que es difícil, como tal, de sostener. Una cosa es que Campillo no valorara lo de los teléfonos móviles como activadores de una bomba en 2001 como para consignarlo en su informe, y otra es concluir como el cesado jefe de Gijón que carecía de valor como indicio. Ahora bien, de esto a construir una teoría de la conspiración sobre el 11-M como pretende el PP y sus colaboradores intelectuales, hay un océano de por medio.
Fue el comisionado de Esquerra Republicana por Catalunya (ERC) Joan Puig quien puso, casi como quien no quiere la cosa, ya que no es un asunto mediático, el dedo en la llaga, cuando explicó al coronel Búrdalo, nuevo responsable en sustitución del ahora general Pedro Laguna, que el cese de Rodríguez Bolinaga por el asunto de la cinta suponía un hecho paradójico. Éste: que mientras fallos esenciales en la coordinación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad antes del 11-M no han merecido hasta ahora ninguna medida seria de corrección o reconocimiento, una cinta escamoteada, que no parece haber tenido incidencia en los hechos del 11-M, había llevado a una destitución. Lo esencial sería que este árbol no oculte el bosque.
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