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Reportaje:38 AÑOS DESPUÉS DEL INCIDENTE NUCLEAR

"Sólo queremos una solución"

Los dueños de los terrenos afectados esperan que la indemnización incluya los años que han pasado sin cultivar

José Zamora sólo quiere una solución. A este cartero jubilado de 64 años le da igual si el Gobierno le expropia a cambio de dinero o le deja cultivar sus 13.000 metros cuadrados de tierra donde cayó una de las bombas. Quiere que le digan algo. "Llevamos años mirando la tierra sin poder utilizarla", explica Zamora en el porche de su casa. "Hasta ahora ha faltado información. Si no se puede cultivar que nos lo expliquen", añade tranquilo. Es la sensación en un pueblo donde nadie tiene miedo a la radiación y que desea olvidar el incidente nuclear.

Zamora está cansado de mirar sus tierras sin sacarle más rendimiento que el vino que hace de unas parras. Harto está también Pascual Soler, dueño de una vaquería y de un terreno junto al de Zamora. Soler con más motivo. Sus tierras pertenecen a los municipios de Vera y Cuevas del Almanzora. El Ayuntamiento de Vera calificó sus terrenos como urbanizables hace seis años. Y eso vale mucho. "El precio del suelo se ha disparado. Hace cinco años el metro cuadrado costaba 60 euros. Y ahora puede llegar a los 600 euros. Si nos expropian, que nos paguen y que nos indemnicen por los años sin cultivar", apunta Soler en la parcela, donde hay tres medidores de radiación.

Zamora, Soler y la inmensa mayoría de los 2.000 habitantes de Palomares no tienen miedo. Un vecino resume la situación. "Puede que haya plutonio pero no me asusta. Peor son los tres paquetes de tabaco que fumo al día". Cada año, un centenar de vecinos son examinados en Madrid y jamás se ha detectado incidencia alguna.

Palomares tiene un clima ideal, ni una nube en el cielo, vistas al mar y Mojácar a 15 kilómetros. El pueblo se encuentra sumido en una vorágine urbanística. El alcalde pedáneo, Juan José Pérez, lo confirma: "Palomares tiene 2.000 habitantes y puede llegar a los 10.000 en cinco años". El pedáneo afirma que la intención del Ayuntamiento es declarar urbanizable las zonas en la que impactaron las bombas. El portavoz del CSN reconoce que declarar la zona urbanizable ha sido una forma de presión de los ayuntamientos para forzar la expropiación.

El paisaje de Palomares (grúas, obras, invernaderos), no se parece en nada a aquel que vio caer cuatro bombas y dos aviones en llamas. Entonces había "hambre y legañas", según un vecino que, como la mayoría, prefiere no dar su nombre. "No nos gusta hablar del tema, preferimos que se olvide porque las bombas no nos han traído más que problemas", afirma este vecino que emigró a Alemania tras el accidente.

Pese a las reticencias, todos recuerdan el incidente. "El fuego ardió y después hubo una invasión de americanos. Nos sacaron de casa. Había más de 30 barcos en el mar. Recuerdo que usábamos una de las alas del B-52 como tobogán y nos subíamos en las bombas. No sabíamos nada", narra un vecino.

Pascual Soler (izquierda) y José Zamora, en una parcela afectada.
Pascual Soler (izquierda) y José Zamora, en una parcela afectada.F. BONILLA

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