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Genocidio y terrorismo

El ex capitán de corbeta Adolfo Francisco Scilingo recordaba el ruido de grilletes y cadenas cuando eran desvestídos en vuelo sobre el Atlántico los prisioneros, drogados con un sedante. A una orden del comandante "se abría la portezuela y se les arrojaba desnudos uno por uno". Scilingo sostuvo en 1995 que así murieron entre 1.500 y 2.000 personas.

Adolfo Scilingo estuvo destinado en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), el centro de torturas por antonomasia durante la dictadura argentina. Allí participó en los denominados vuelos de la muerte, en los que los marinos de la ESMA arrojaban al mar desde aviones en vuelo a los detenidos, previamente drogados, pero todavía vivos. Scilingo confesó, primero en Argentina y luego ante el juez Baltasar Garzón, que participó personalmente en dos de esos vuelos.

El ex militar vino a España en octubre de 1997 para colaborar con la justicia y denunciar a sus compañeros de armas de la ESMA, pero Garzón, que tiene procesados a 121 militares en la causa por genocidio en Argentina, también le procesó a él y le metió en prisión preventiva.

Desde entonces, el proceso se ha venido dilatando por cuestiones de competencia sobre si la jurisdicción española es competente para juzgar los crímenes de las dictaduras latinoamericanas, postura a la que el fiscal jefe de la Audiencia Nacional ha sido tradicionalmente renuente.

En el futuro deberá verse si la doctrina aplicada a Scilingo es trasladable al también militar argentino Ricardo Miguel Cavallo, en prisión en España desde junio de 2003 tras ser extraditado por México, caso en que deberá examinarse si no está encausado en Argentina por los mismos delitos.

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