Gustavo Martín Garzo pasea por la memoria en 'Los amores imprudentes'
El autor narra en la novela una historia de amor, silencios y vacíos
Una imagen, el amor, el desamor y los recuerdos viajan por las páginas de Los amores imprudentes (Areté), la nueva novela de Gustavo Martín Garzo (Valladolid, 1948), para contar la historia de una joven que viaja desde Francia a España para descubrir qué hay detrás de una vieja foto. Un trozo de papel raído que en realidad esconde el gran amor que existió entre el padre de la muchacha y Gloria, hija de Dorotea Jensen, una alemana que después de la Guerra Civil dirigió una fábrica y sólo permitió que en ella trabajaran mujeres.
El origen de Los amores imprudentes se encuentra en esa fotografía y en la muerte del padre de Martín Garzo. La novela arranca con otra muerte, la del padre de la protagonista, y con el hallazgo de una foto que le obliga a viajar a un lugar extraño para ella, a un tiempo del que lo ignoraba todo y a descubrir una historia de amor entre su padre y una mujer de la que nada sabía. "La desaparición de un ser querido es un momento especialmente duro y revelador de la vida de cualquier ser humano y sobre todo cuando tiene que enfrentarse a la muerte de sus padres. Es un instante en el que uno se plantea muchas cosas, se cuestiona hasta qué punto conocemos o desconocemos a nuestros progenitores". Es entonces, apunta el escritor, cuando asoman "los silencios, las preguntas sin respuesta, los vacíos, los secretos y el misterio. También plantea otro tipo de silencio y es el de toda una época. La novela es como un viaje en distintos planos". La protagonista de Los amores imprudentes viaja a un país que no es el suyo, a una época como es la posguerra española, etapa oscura, siniestra, llena de dureza y silencios. " Es un viaje al pasado del padre y un viaje de la muchacha al fondo sí misma".
Martín Garzo considera que su novela tiene que ver "con la memoria que nos vincula a la vida de nuestros padres, al pasado. En muchos momentos sólo podemos vivir recuperando ese vínculo con los que nos han precedido. Ese diálogo con los muertos es la esencia de la literatura, constituye nuestra propia vida. En ese diálogo está la posibilidad del conocimiento. Todas las tentativas que se han hecho en este país por olvidar la memoria me parece un disparate porque en alguna forma vivimos en la medida en que somos capaces de recoger esa herencia de sueños y fracasos de nuestros progenitores".
Descenso al infierno
El escritor cree que, entre otras cosas, Los amores imprudentes es "un paseo por el amor y la muerte. Es un descenso al mundo infernal que se dulcifica con el amor". Martín Garzo se siente cómodo escribiendo sobre el amor porque es un tema que, según dice, es "tremendamente literario. Nos conduce a un lugar fascinante, lleno de inquietud porque no sabemos lo que nos aguarda. El amor nos hace ser imprudentes. Para que un amor merezca ese nombre tiene que serlo con lo que de desconocido hay tanto en los demás como en nosotros mismos. En esta novela tiene aspectos contradictorios porque aparece como bálsamo para curar una profunda herida y como pasión que puede ser demoledora. Aparece con todas sus contradicciones. Toda la gran literatura permite internarse en ese bosque lleno de secretos que es el corazón del hombre en el que conviven cosas maravillosas y cosas horrendas. En Los amores imprudentes se habla de las dos cosas".
Habla Martín Garzo del papel que juegan los escritores y dice al respecto "contamos historias no solo para entretener sino buscando instantes de iluminación para vincularlo con lo valioso, para encontrar aquello mágico que tiene el poder de dotar de sentido a las cosas".
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