Un diplomático empeñado en la lucha armada
A sus 73 años, Faruk Kadumi vuelve al corazón de la lucha política palestina al ser nombrado directamente por el rais como su sucesor. Yasir Arafat, quiso en su testamento, legar lo que le restaba de influencia política a Kadumi, el hombre que había optado por retirarse para no perjudicar la carrera de Arafat ni su sueño de entrar en Jerusalén. Compañeros de armas desde la fundación del movimiento palestino, los Acuerdos de Oslo les separaron. Kadumi y Arafat habían perdido en 1988 en un ataque selectivo israelí cometido en Túnez, a Abu Yihad, el compañero más querido y con el que formaban la troika de la dirección palestina. Muerto Abu Yihad, que coordinaba la lucha armada, Kadumi, que ejercía de ministro de Exteriores y jefe político de Al Fatah se hizo cargo de los servicios de inteligencia y, posteriormente, cuando optó por quedarse en Túnez en lugar de acompañar a Arafat a los territorios, se dedicó a coordinar el llamado frente de rechazo y sobre todo a conectar a las organizaciones de dentro de los territorios palestinos con las que se habían quedado fuera. Desde entonces ha jugado un importante papel en la Intifada. Al contrario de Mahmud Abbas es muy popular entre los palestinos y no goza de la simpatía de EE UU ni Israel, que le consideran un radical.
Tras conocer que la dirección palestina quedaría dividida entre Abbas y el primer ministro Ahmed Qurei, Kadumi advirtió de que no renunciaría a su "herencia" de poder político y, en sus primeras declaraciones tras ser nombrado, afirmó que está abierto a cualquier negociación de paz con Israel, pero que se mantiene preparado para proseguir con la lucha armada en caso de que no haya avances, según informó la edición digital del diario Haaretz. "La resistencia es el camino para llegar a un acuerdo político", declaró Kadumi a la cadena de televisión Al Manar, perteneciente a Hezbolá.

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