Una exorcista para Cantalojas
Manolo Valdés dice que su escultura está dirigida "a la gente del barrio" de San Francisco
El artista Manolo Valdés (Valencia, 1942) animaba ayer a quienes se acercaban a conocer su escultura La exorcista, recién descubierta en la nueva plaza del puente bilbaino de Cantalojas, a tocar la pieza, a sentir la textura del bronce que da forma a la gran cabeza de mujer que ahora preside la entrada de la calle San Francisco, la zona más degradada de la capital vizcaína. "Es una obra que está dirigida a la gente del barrio. Tiene que echar raíces. Lograría el éxito si pierde la pátina de tanto tocarla", dijo el artista. "Me encanta que este en un lugar de paso, al alcance de la mano".
La exorcista es el resultado de la combinación del trabajo plástico de Valdés y las palabras de Mario Vargas Llosa. Ha sido realizada por encargo de la sociedad Bilbao Ría 2000 para rematar la remodelación del puente de Cantalojas. Como sus hermanas La coqueta, La realista y La soñadora -las tres damas de bronce instaladas el pasado mes de febrero en la nueva terminal del aeropuerto de Barajas- la escultura lleva un texto de Vargas Llosa impreso en la superficie. "La relación de artistas plásticos y escritores, la unión de imágenes y literatura, es antigua", recordaba Valdés. "Nosotros nos planteamos dónde y en qué escala debía estar el texto, y llegamos a la conclusión de que debía estar dentro de la escultura, en un sitio principal, y a un tamaño en el que se pudiera leer".
El poema de Vargas Llosa, escrito en noviembre de 2001, aparece sobre el rostro de La exorcista, dando sentido al personaje. La figura se presenta como una fuerza que cada noche sale a pelear contra un espíritu malvado que trata de sembrar la discordia. "Gracias a mí, /en esta ciudad todavía es posible la felicidad./ Pero los combates nocturnos/ me dejan exhausta y magullada./En pago de mis refriegas contra el enemigo,/les pido unas sobras de afecto y amistad", acaba el texto.
Los vecinos de la zona aprovecharon el acto de presentación de la escultura para recordar a las autoridades presentes sus reivindicaciones para la rehabilitación de San Francisco, Bilbao La Vieja y Zabala. "Nuestro barrio sí que es un poema", decían.
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